Respecto al semillero de chile, es al que más nos dedicamos, ya que nosotros nos dedicamos más al cultivo de chile, al cultivo de elote, además de que sembramos un poco de sandía. Pues para el mes de marzo hacemos el semillero. Para eso tomamos la tierra de la selva recién rozada y quemada para la milpa.1 Tomamos diez bolsas de tierra, la tierra de la milpa, y una bolsa de abono, de excremento del ganado. La mezclamos, la preparamos, la mezclamos con una pala. Después, nuestros hijos y nuestras esposas vienen y nos ayudan a embolsar la tierra en las bolsitas. Así de pequeñas están las bolsas, quizás tengan como cinco centímetros. Una a una se van llenando y se ponen en hileras en el suelo, así de esta manera. Al terminar se les plantan las semillitas de chile. Una vez plantadas las semillitas, éstas salen, y cuando salen se les riega, se les riega. Cuando alcancen una altura de hasta treinta centímetro, en mes y medio, pues se trasplantan a la milpa. Entonces, después de ser trasplantadas a la milpa, la verdad, es cuando se les empieza a regar cada tres o cuatro días. Mientras crece la planta y ésta comienza a florecer y a desarrollarse, se espera a que lleguen las primeras lluvias. Eso es para ir adelantando la cosecha, para cuando lleguen las lluvias. Los demás compañeros no siembran lo suyo pronto. En el momento en el que ellos decidan sembrar, nosotros ya empezamos a cosechar el chile. Lo vendemos, ya para entonces lo estaremos vendiendo. Pues, la verdad, ¿cómo se diría...? Con eso compramos lo que necesitamos. Porque nosotros, la pura verdad, no contamos con ninguna quincena, o ningún sueldo. Nosotros no tenemos de donde ayudarnos, más que la cosecha. Aún así, es algo bonito, pues la verdad de ahí obtenemos para hacer nuestras casas, de ahí sacamos todo, nuestra comida y todas las cosas sabrosas. A veces, cuando no le entran plagas, cuando no le entran las plagas y no se inunda por tanta lluvia, y no le pasa nada, pues es bueno. Pues con eso, nosotros, también logramos buena cosecha, nos da un poquito más. Pero cuando se inunda, cuando llegan los huracanes o cualquier cosa, pues la verdad, de plano se destruye la cosecha. Y al final, de plano no queda nada. Otra cosa, si te cae alguna plaga, o te da la mala suerte de que te caiga la plaga de ácaros, o la mosquita blanca, digamos que, de todo eso, aunque sepas qué es lo que acaba con esos bichos, con esas bacterias, con esas plagas, si no tienes el dinero para comprar fungicidas, para exterminarlas, pues te acaban tus plantas. La verdad, te acaban tus plantas. La verdad, acabarían con la vida de las plantas. Pues lo que hacen las plagas es destruirlas completamente. Y las plantitas se quedan sin dar frutos. No continúan viviendo. Para todo eso, a veces sí consigues comprar el medicamento adecuado. Pero otras veces te llega la mala suerte con la lluvia: les cae agua, pero agua caliente. A las plantas, les cae la plaga llamada kankubul,2 y otras cosas. En consecuencia se les caen todas las hojas, aunque ya estén grandes, aunque ya hayan alcanzado cincuenta centímetros de altura, se les caen sus hojas y las plantas El kankubul es una plaga de hongo blanco que se considera es provocada por lluvia caliente proveniente de nubes anaranjadas. mismas se mueren también. Pues, como dicen, la verdad, creo que a veces el trabajo de un pobre hombre, de un milpero, de alguien que cultiva, pues es pura suerte. Es pura suerte, porque a veces también hay partes de la milpa donde se ha sembrado, según como hemos observado, hay partes donde se han sembrado las plantas de chile que no tienen mucha plaga. Hasta con un poquito de fungicida la controlas. Y cuando la controlas, pues logras cosechar un poquito más. Y respecto a la sandía, ¿cómo sembramos la sandía? Aras la tierra haciendo unos surcos. Por ejemplo, marcas el terreno tendiendo un hilo de cáñamo, de este modo tiendes el hilo. Si no quieres tender el hilo, pues mides por pasos el área donde se va a sembrar. Hay personas que son inteligentes para este trabajo; saben cuáles son las estrategias, saben cómo es este trabajo. Pues en seguida miden cinco pasos cuadrados. Siembran la semilla de la sandía en un pequeño agujero ó la plantan con coa. Así nomás, así tal cual se hace. Cuando la guía de la sandía alcance un metro, se fertiliza. Y cuando ya se ha fertilizado, pues alcanza hasta casi metro y medio ó dos metros. Después se siembra elote ahí mismo, surcas el elote. Tan pronto alcance el elote el metro y medio de altura, pues la sandía ya alcanzó los siete u ocho kilos. Y tan pronto llegue a los dos metros ó metro y medio de altura, pues la verdad ahí debajo de las plantas de elote, ahí anda uno recogiendo las sandías. Pues resulta mejor así con el elote, protege las sandías del sol, no se rajan pronto, y no se revientan. No les pasa nada. Uno se puede dar cuenta que así se conservan mejor, duran más y no se echan a perder pronto. Pues éste es el trabajo que hacemos aquí. Afortunadamente así lo aprendimos porque antes sólo trabajábamos el maíz y la milpa. Para hacer la milpa, teníamos que tumbar la selva alta. Y a veces le cae la plaga del llamado kankubul al elote, al que apenas le está saliendo su espiga. Cuando le cae la plaga del kankubul, hasta se ven como pequeñas bolitas en las espigas del maíz. Y si además sembraste sobre puras piedras, pues de plano no te da nada. Y si no te alcanza para el fertilizante, porque fueron muchos los gastos que tuviste con tus hijos, pues la verdad el pedregal no produce nada, pues entre las piedras no se da nada. Porque si sembraste entre puras piedras, no da. Con el tiempo, nosotros, afortunadamente, aprendimos bien el trabajo. Ya que trabajamos ahí en el kankab.3 Vemos que ahí nos rinde un poco más, nos da más. Pero como dicen, hay personas que nos han platicado, y la verdad son personas importantes que vinieron de lejos, y nos dieron buenos consejos: -¡No vayan a exterminar la selva, la selva alta!-Y eso es verdad. Yo ya me di cuenta de que es verdad, pues también soy campesino. Pero en verdad fue algo bueno lo que ellos recomendaban, pues si tomáramos toda la selva acabaríamos con todos los grandes árboles. ¿Y dónde subirían los pájaros a comer? Y también, ¿dónde comerían los animales, como el tepezcuincle, el agutí, el venado, y todas las cosas, como las chachalacas, los pavos de monte, todas las cosas que viven en la selva? Pues si todo se llegara a quedar sin árboles... porque a ellos, donde haya selva alta, ahí les agrada ir a vivir, a tomar el fresco. Ahí se sienten mejor. Y en verdad es muy bonito. Pues todo esto, pues todo lo que nos dijeron es bueno. Porque la verdad, antes había quienes, si era una persona muy pobre, había veces que tumbaban hasta cien mecates4 de selva para hacer su milpa. Había quienes tumbaban ciento El kankab es un tipo de tierra roja que es buena para el cultivo. El mecate es una unidad de medida que se utiliza en la península de Yucatán. Corresponde a un cuadrado de 20 metros por lado, es decir, equivalente a 400m2. De manera que 25 mecates equivalen a una hectárea, y los cien mecates mencionados en el texto, a cuatro hectáreas. cincuenta mecates de milpa. Hay un grupo de personas que conozco de aquí cerca que hacen hasta ochocientos mecates de milpa al año. Pues imagínate, en diez años ó quince años, ¡cuánta selva, cuántas hectáreas, cuántas otras cosas van a destruir! Y es que no son nada más ellos: ¡qué sería de la selva si los demás campesinos nos juntáramos todos para tumbar! Pues la verdad, de la selva no quedaría nada. De los animales, tampoco quedaría nada. Porque se supone que las selvas son el pulmón del mundo, y así es. Eso le da más vida a la naturaleza donde estamos. Y la verdad, la selva, además, la verdad, nos defiende de muchas cosas. Pues hasta de los ciclones que surgen por ahí y nos llegan, la selva hasta de eso también nos protege. No nos llegan a nosotros vientos muy fuertes. No creas, esa selva que estás viendo, extensa y alta, nos ayuda mucho. Hasta a nosotros, justo aquí donde estamos, nos defiende de la energía de tanto viento. No se compara con la orilla del mar: ¡ahí cuántas cosas suceden y cuántas cosas destruye el ciclón cuando entra, porque no hay nada de selva! No hay ni una cosa que los proteja. Pero nosotros, afortunadamente, pues… es por esa razón que deberíamos de cuidar también la selva. Si igual que yo, todos nosotros llegáramos a cuidarla así, sí mejoraría el medio ambiente aquí donde estamos. Así que la verdad fueron muchas cosas las que nos platicaron aquellas personas importantes. Pues ellos, es cierto que no trabajan la selva ni le están dando vida. Pero quizás por medio de su experiencia, de sus estudios, se dan cuenta que en verdad la selva es necesaria, y que son necesarias todas esas cosas naturales que tenemos aquí en Yucatán. AURELIA: Ah, eso. Él andaba divirtiéndose viendo los bailes. Sí, hace tiempo andábamos en los bailes que había. Y así fue como lo conocí. A donde sea andábamos divirtiéndonos viendo los bailes, como los que hasta la fecha se hacen en las fiestas como la de Tahdziú, Tixmehuac, y Chacsinkin. Como ambos andábamos divirtiéndonos en las fiestas, pues allí lo conocí. Lo conocí, y me habló. Bueno, me empezó a preguntar si sí me casaría con él, y le dije: -Pues sí-, que sí me comprometería con él. Pero en otro momento, a los dos años, le dije. Y me comprometí. Pues esperó los dos años, y me casé con él. Sí, me casé con él. Lo que hice fue casarme con él, y vine aquí (a Timul), porque yo antes estaba allá, por el rumbo de Tixmehuac. Estábamos por el rumbo de Tixmehuac, allá en un poblado, allá estaba yo. El esposo de Doña Aurelia. Fue así que me le entregué y me fui de allí, y vine acá. Me trajeron a Timul, porque él es realmente de aquí de Timul. Así es, él verdaderamente viene de aquí de Timul. En realidad este lugar es el pueblo de ellos. Porque el tío de don Honorato, él era el dueño de este poblado. El difunto Don Alejandro Chablé y su familia eran los verdaderos dueños de este poblado, de este lugar, desde hace mucho tiempo. Ellos fundaron este pueblo de aquí desde mucho antes. Todo lo de aquí era de él. Ahora este pueblo tiene muchos ejidos. Porque ellos, los abuelos de mi esposo, vinieron de Nenelá. De Nenelá, el pueblo de aquí cerca. Allí vivían. Pero en ese tiempo, fue cuando sucedió, cómo te digo, cuando hubo una revuelta política, hubo una guerra, la que decían que aconteció en ese tiempo, en la que fue incendiada Nenelá. Sus abuelos eran ricos, nuestros abuelos eran ricos en ese tiempo, cuando fue incendiada Nenelá, el lugar donde ellos estaban, y pues huyeron de ahí. Allá les quemaron mucho maíz. Les quemaron sus casas de ripio7 en Nenelá. Eran casas muy grandes, llenas de puro maíz. También tenían mucho ganado, tenían muchos cerdos, tenían muchas cosas. Cuando les quemaron sus casas, huyeron. En ese tiempo decían que aquí era pura selva cuando ellos vinieron a poblar lo de aquí. Entonces, en aquel cenote, decían que allá entraban por agua para tomar. Allá en ese cenote agarraban agua para beber. Así es. ¡Desde cuándo lo de aquí (Timul) era pura selva! En aquel entonces sólo estaba Tahdziú, no había otros pueblos. Los otros estaban lejos. Nada más también Tixcacal estaba cerca, no había otros pueblos cercanos. Por eso agarraban agua para beber allí en el cenote. Así, él (su esposo) comenzó a trabajar. Decían que antes andaban libres las reses, no estaban encerradas. Las casas de ripio son casas ovaladas de mampostería y techos de palma. JORGE: No estaban encerradas. AURELIA: No, no estaban encerradas. Pues él iba y las tomaba, hasta parecía que lo que hizo fue robarse dos reses y de nuevo empezó con el ganado. Y de nuevo comenzó a trabajar lo de aquí. Así fue, y así comenzó a trabajar. Porque allá (en Nenelá), ya le habían matado todo su ganado. Dicen que las tomaban y cazaban a las reses una por una para comérselas. Las agarraban y las llevaban a Tekax. Aunque yo no sé dónde se comían a las reses, dicen que se las llevaban. Muchas de las cosas que tenían ellos, se las quitaron. Después, ellos llegaron a habitar aquí. Ellos se vinieron a vivir aquí. Después, compraron otros terrenos, incluso la selva de San Gregorio, la selva de Santa María, y las tierras vírgenes de aquí. El señor, el abuelo de él compró muchos terrenos. Sí, nuestro abuelo, nuestro abuelo. Entonces, fue así como poblaron este lugar, así fue como se quedaron aquí. Nosotros, cuando llegamos a este lugar donde estoy, haz de cuenta que era de nuestra propiedad, porque le pertenecía al difunto que se había quedado aquí, al señor don Alejandro Chablé, quien se dice que era un hombre rico, muy rico. Porque él no había fallecido cuando entré a la familia. Cuando entré como nuera a su familia, no había muerto. No había muerto, estaba vivo. Pero este señor en verdad era muy rico. La plaza que ven ustedes allí, se llenaba de ganado. Allí donde se dan las clases8 estaba lleno de ganado. Hasta los corrales estaban llenos de ganado, y también el rancho San Diego de aquí cerca, tenía dos corrales llenos de ganado. Eran corrales grandes, estaban llenos de ganado, y también eran de él. Hace referencia al edificio de la comisaría y su patio que actualmente sirve como salón de clases de la escuela Telesecundaría de Timul. Si ibas a San Gregorio también tenía mucho ganado allá. Era un hombre rico, un hombre rico. Pero como se sabía que era un hombre rico... un día, el día veinte, mi primer hijo varón, mi hijo… no mi primera hija, Catalina, mi hija, y el otro hijo que le sigue, mi hijo pequeño Alejandro, mis dos hijos menores, ambos estaban pequeños, cuando fue asesinado el ahora difunto. Fue ese día cuando asesinaron al difunto, el día veinte de la feria de Tahdziú. Porque el día veinte es el mero día de la feria de Tahdziú, entonces fue cuando asesinaron al anciano. Porque ellos (don Alejandro y su esposa) habían pensado ir a la fiesta, pero no fueron. No fueron a la fiesta, se quedaron. Pero antes, el día quince de mayo, ellos hicieron, bueno, una novena, como le dicen. Hicieron novenas para sus santos. Los estaban festejando. Mataron un cerdo grande, y sacaron cuatro latas de la manteca de ese cerdo. A los cinco días después, el día veinte, fue cuando los asesinaron. Pues así, durante la feria de Tahdziú, nosotros fuimos para hacer el festejo, por el bautizo de mi hijo menor. Y fuimos a Tahdziú, ese día veinte. Ese día veinte, nosotros nos fuimos de aquí temprano. Pero, una persona, una señora que se quedó, como mi casa está por ese rumbo, dicen que vio llegar a unas personas. Y se fueron así. Pero nosotros no sabíamos quiénes eran. Nosotros, cuando salimos, nomás nos fuimos. Pero aquellas personas, estaban observando cuántas gentes se quedaron aquí, y vieron que no había nadie y entraron a matar a los ancianos, sí. Cuando amaneció, cuando llegamos nosotros, no sabíamos nada. Las personas fueron a sacar agua para el ganado y vieron que ambos estaban muertos, los ancianos. Los dos fueron asesinados allí. A los dos allí los mataron porque eran ricos. Tenían muchas escopetas. Tenían mucho dinero. En el interior de la casa de ripio, así, en los rincones de la casa de ripio, así de este tamaño, estaban las latas de leche Nido, llenas de puro dinero. Tenían una caja, como del tamaño de esta mesa. Era del tamaño de esta mesa, te digo que era grande. La cosa estaba asentada, sobre tres sillas, así. No se podía alzar, era puro dinero. Pero ese dinero del que te hablo era de oro, de plata. Eso es lo que él tenía, dinero antiguo. Le decía yo a la difunta, doña Jacinta se llamaba, -Ábrelo para que veamos qué cosa es-. Tenía tres candados. Le digo a ella: -Ábrela para que veamos qué tiene.- -No,- dice. Y no nos lo enseñaba, para nada. Sólo me decía así: -Quédate aquí, por favor quédate en adopción conmigo. Pero tampoco quería mi suegra que yo me regalara a ellos. Porque yo cuando llegué, te digo la verdad, cuando yo era niña, yo era una mujer que no era floja para el trabajo. Era abusada para el trabajo, no sentía que me cansaba cuando estaba trabajando. Nos levantábamos temprano. Tan pronto dieran las cinco de la mañana, ya nos habíamos levantado. Y llevábamos agua, lavábamos. Trabajábamos en cualquier cosa, limpiábamos la casa. No era como ahora, que ya es tarde cuando nos levantamos a barrer, y a esta hora no hemos barrido la casa, mira. En la época de la que te hablo, temprano nos levantábamos a trabajar. Y así, cuando iba con los difuntos, con los ancianos, como ya estaban viejos, cuando yo llegaba, me ponía a barrer su casa, me ponía a lavar sus trastes. Juntaba su ropa para lavar y me iba a lavar. Me ponía a moler su nixtamal, lo torteaba, les acarreaba agua y limpiaba su casa. Y al terminar, me iba. Cuando me iba de la casa, bueno, te diré que en esa época éramos pobres, nosotros no teníamos nada. Mi esposo y yo no teníamos nada. No teníamos nada porque apenas nos habíamos independizado. Todavía no teníamos nada. Entonces, cuando ya me iba de la casa, los ancianitos me regalaban manteca, me regalaban detergente, me regalaban jabón, me regalaban algunos centavos. De todo me regalaban los ancianos, porque allí trabajaba, sí, allí trabajaba, allí trabajaba. Mi marido salía y se iba a traer leña para los ancianos. Hacía por lo menos tres cargas de leña para que hicieran su fogón, porque ya eran unos ancianos. La anciana, ella, al amanecer pasaba el día allá en la entrada del corral. Tomaba un pedazo de palo, y se fijaba que entraran las reses. Ella las cuidaba. Allí se la pasaba todo el día, la señora. Ahora su esposo, se iba a la milpa, pero ella se quedaba en la entrada del corral. ¡Cuántas reses grandes pasaban a su lado y no le hacían nada! Ella atendía a las reses. Tenían mucho ganado. Pues no tenía tiempo para hacerse algo de comer, por estar atendiendo tal cantidad de ganado que entraba. Ella casi no tenía tiempo para cocinar, estaba trabajando. Hasta ya entrada la tarde se preparaba algo para comer. Por eso entonces le gustaba que yo fuera a preparar algo para que comiera. Porque para cuando ella regresara, yo ya había hecho algo para que coma. Ella decía, -Sí te adopto-, me decía, -y todas las cosas que tengo, se las dejo a ustedes cuando yo muera-. Pero nosotros no aceptamos. ¿Sabes qué nos regaló? Solamente una escopeta. Fue un recuerdo que nos quedó, y lo conservamos hasta ahora. Le regaló a mi esposo una escopeta. Decía: -Te la regalo-. Hasta le dijeron -Escoge la mejor escopeta-. Pero no la escogió y sólo escogió una escopeta vieja que conservamos hasta ahora. Porque cuando mi marido iba a cazar, si cazaba un venado, le llevaba una pierna al anciano, sí, una pierna. Entonces pues así le hacía, siempre le hacía así. Entonces, cuando murieron, cuando los mataron, como te platico, cuando entraron a ver la casa, no había nada. Se llevaron todas las cosas. Se llevaron las escopetas, se llevaron todo el dinero, lo que hubiera, lo cargaron todo y se lo llevaron. No quedó nada, tomaron todo el dinero. ¡Cuánto dinero tenían! Se lo llevaron todo, no quedó nada. Sólo quedaron reses, sólo pavos, sólo cerdos, nomás cosas. Se vendió todo y acordaron buscar a las personas que los habían matado, pero creo que no los atraparon pronto. Después, creo que a los dos años atraparon a esas personas. Las personas que los mataron, dicen que venían del rumbo de Tixcacal. Las personas que en verdad los mataron, dicen que venían de Tixcacal, y otra persona parece que venía de Sotuta, de por esa región. Sí, de allí venían las personas que los mataron. Y es que aquellas personas venían a trabajar como asalariados. Sabían cómo era su casa. Entraban, venían a trabajar en la milpa. Venían a trabajar, porque este señor hacía doscientos o trescientos mecates de milpa. Hacía mucha milpa, por eso aquellas personas venían a ganarse un dinero, venían por un salario. Allí hacían como un mes, o el tiempo que sea. Allí trabajaban ellos. Pero mientras, ya habían visto cómo estaba todo. Y llegaron, aparentaron que sólo venían a visitarlos y los mataron, sí, los mataron a ellos. Pero la vida de la persona que los mató, no duró. Creo que a los dos años lo mataron, lo mataron. Y lo que le hicieron también fue dispararle en su mano derecha, así, ahí le dispararon. Fue cuando lo dijo todo. Antes de que le llegara su hora, lo dijo todo. Dijo cómo fue que lo que hizo, cómo fue que mató al difunto. Él lo mató. Sólo por ser rico a uno le pueden quitar la vida. Por tu riqueza, te pueden quitar la vida. Pues el difunto, así fue como terminó todo para él. Sus mismos animales se les quedaron a sus sobrinos y a los nietos, y listo. Se vendió todo, y así terminó. Ahora, queda solamente un terreno virgen que se están peleando. Lo de aquí, lo de allá, lo de acá, se volvió ejido. Se quedó como ejido, ahora es ejido. También quedó una extensión de selva por allá. Pero hasta ahora, no se ha repartido. No se puede, hasta ahora se están peleando por ella, es una extensión de tierra grande la que queda. Así fue como nosotros entramos a formar parte de la familia. Nosotros, cuando entramos, éramos pobres. Éramos personas que no teníamos nada. Es que mi esposo agarró un vicio. Tan pronto me casé con él, me golpeaba mucho. Me golpeaba mucho. Cuando llegaba, me golpeaba la cara, me abofeteaba. Hasta en la boca me abofeteaba aunque yo no le estuviera haciendo nada. Cuando él llegaba, me golpeaba. Porque él agarró un vicio, y, cómo te diré, su vida era nada más eso. Así es, por último te diré que en ese tiempo cuando lo hacía, cuando él llegaba, se ponía a golpearme. Cuando llegaba era sólo para golpearme, eran puros golpes. Hasta a mis hijos pequeños que estaban creciendo, de verdad los golpeaba. Pero después de eso, un día el Dios verdadero vio nuestra vida, vio que sufríamos, que no teníamos nada. En ese tiempo éramos pobres, mis hijos y yo ni para comer teníamos. Yo iba a trabajar, no sólo es cuento. Iba a ganarme unos centavos aunque yo fuera mujer. Cuando veía que no había, yo agarraba mi camino y me iba. Tengo un tío de aquí, y también es adinerado. Le digo a él: -Tío, ¿tienes trabajo para que yo haga, tienes cosecha de elotes para que yo haga?- Y me decía, -Sí hay, si quieres trabajar, haz este trabajo. Puedes trabajar sacando pepitas gruesas y puedes trabajar sacando pepita menuda. Y tengo cosecha de maíz.- Y así me metí a cosechar elotes. Cuando terminaba de juntarlos, amontonaba mi cosecha, así. Había momentos en que venía (su tío) a verla. Y yo le decía: -¡Vamos para que lo veas! Ya es mucha mi cosecha.- Y me gané un dinero cosechando elotes. Me pagaba. Y también me pagaba con maíz. Y ganaba algo cosechando frijol, y cosechando ibes.9 Yo trabajaba junto con mis hijos pequeños. En ese tiempo, hacía yo una olla de atolillo, preparaba la comida de los niños y me iba. Agarraba sus hamacas Ibes es el término regional para “alubias”. y así me iba con ellos. Y amarraba las hamacas donde tenía su pasel10 el señor (su tío). Cuando llegaba, me ponía a trabajar y regresaba a la hora que fuera. He sido muy trabajadora, no sólo te lo cuento. Hasta aquel señor (su tío) sabe cómo he trabajado. De plano no descansaba. En el trabajo, de plano no descansaba de todos los trabajos que hacía. Cuando ya dejé de trabajar en las milpas, me dediqué al tejido de hamaca. Y a tejer hamacas, a tejer hamacas. Puro tejido de hamaca, y tejer hamaca, y hasta me fastidiaba de estar teje y teje. Y cuando terminaba de tejer las hamacas, en una quincena tejía diez hamacas. Las entregaba, y con eso iba a comprar mi despensa. Iba a comprar todas las cosas que necesitaba, que maíz, que frijol, todas las cosas que yo necesitaba, las traía, y volvía a tejer hamacas. JORGE: ¿Pero las llevabas a Peto? AURELIA: Mmm, no. Las venían a recoger aquí. Aquí me las venían a recoger. Aquí las entregaba. Pero me fastidie de todo eso, y empecé a tejerlas entonces para mí. Las empecé a trabajar para venderlas yo. Veía que así me dejaba un poco más. Cuando hacía cuatro o cinco hamacas, me iba a venderlas. Anduve por todo el pueblo de Peto, lo paseé, lo recorrí todo. Cuando regresaba me traía dos mil ó tres mil pesos. JORGE: ¿Entonces hacías algo de dinero? El pasel es una pequeña choza de palma de huano que se construye en la milpa y sirve como lugar de descanso. AURELIA: Sí, así andaba. Así se juntó mi dinerito. Me fastidié de la milpa y fui a buscar otra cosa que hacer, sí. Así fue, te digo. Y fui comprando algo de despensa, compraba tantito de alguna cosa. Compraba de todo, así nomás, así nomás. Así fue, y cuando me di cuenta ya había yo juntado algo. Y es lo que ves que estoy vendiendo.11 Todo vino nomás de tejer hamacas, en verdad. Así es, la casa de enfrente, ésa que ves, esa, aunque no lo creas, vino exclusivamente de tejer hamacas. Yo también bordaba. Como también tengo una hija y una de mis nueras, Rocío, la que viste venir aquí. Ellas se ponían a tejer hamaca, las pobres, mientras yo también bordaba. Bordaba un tanto así de prendas, y las iba a vender. Y vendía también hamacas. Cuando regresaba, juntaba las ganancias de la venta realizada. Así, yo sola trabajaba y trabajaba. De verdad sé tejer, hago distintas clases de tejidos. Trabajaba los tejidos. Así, cuando lograba hacer un tejido, ¿cómo se diría...?, bueno, ¿cómo fue que lo aprendí? Compré un tejido, lo observé, y lo comencé a deshilar, y después lo empecé a hacer. Lo practicaba y así aprendí a tejer. Lo aprendí. Sé hacer el hilo contado,12 sólo que ahora ya no tengo tiempo para hacerlo. Y así, cuando logré juntar un poco de dinero, así, con un poco de venta, después sembré un poco de chile, y listo, con todo eso se hizo la casa ésa. Ésa fue mi primera casa, ésa, ésa fue mi primera casa, ésa, así es. Eso fue lo que hice, eso. Me dedique a trabajar duramente. Pues gracias al Dios verdadero, salí adelante. Hasta había momentos en que le decía (a Dios): -Soy muy pobre, no tengo ni de donde tomar dinero cuando amanece.- También le decía: -No tengo ni siquiera La entrevista se hizo en la tienda que es propiedad de Doña Aurelia. El hilo contado es un tipo de bordado que se hace a mano contando los orificios que hay en la malla con la que se hace el bordado. para comer con mis hijos.- Y le decía yo a los niños: -Vean, hijos,- les decía, -que para Dios nada es difícil, ni un solo día nos quedamos sin comer, algo nos ha de regalar-. Había momentos, momentos en que no teníamos nada, pero de verdad nada. Y nomás cuando nos dábamos cuenta, ese día ya Dios nos había dado algo. El Dios verdadero nos lo concedía. Así era con nosotros, hasta que se dio un cambio en mi vida con mi esposo, debido a que él creyó en el Dios verdadero. Debido a que creímos en la palabra de Dios cuando adoptamos el Santo Evangelio entre nosotros. Así fue como se dio un cambio en mi esposo. Porque a mi esposo, no lo podíamos cambiar. No podíamos aconsejarlo. Hasta sus tíos venían a aconsejarlo, pero no se podía. Para nada se pudo hacerlo entrar en razón. El dinero que ganaba, así se lo llevaba y así se le iba. Pues te digo la verdad, había hasta tres mujeres a las que les daba dinero. Y yo tenía que ver cómo mantener mi casa. Y él así como conseguía dinero, así lo gastaba. Lo conseguía, ¿pero para qué? Cuando regresaba, lo que me daba eran golpes. Le decía a él: -Las mujeres de ahora no son así. Cuando las golpean, se van,- le digo. -Pero nosotros, no-, le decía, -me aguanté, por eso ahora pude criar a todos mis hijos,- le digo. Fueron siete los hijos que terminé de criar. -Denle gracias a Dios, hijos, porque ya los he visto crecer- les dije. -Porque una mujer que no fuera sensata,- les digo, -cuando vea que la golpean, agarra su camino y se va. Mientras que yo pienso: ¿cómo le hubieran hecho mis hijos cuando eran pequeños? Van a andar nomás así,- les digo. Por eso, afortunadamente,- les digo, ahora pude criarlos a todos ustedes.- De siete hijos que crié, cuatro fueron hombres, y tres mujeres, fueron tres mujeres. A todos los crié. Aparte de los que se me murieron, porque hay algunos que se me murieron. Si vivieran todos mis hijos, serían como dieciséis, o diecisiete, pero varios se me murieron. Y así fue como él (su esposo), debido al Santo Evangelio, creyó en el Dios verdadero. Y fue debido a mi hijo Maximiliano, que de verdad se nos enfermó, y sufrió mucho por la enfermedad que tuvo y ningún doctor pudo curarlo. MARCELINO: También a mí me sucedió un caso curioso. Pero tenía yo la edad de diez años. Eso fue hace mucho tiempo… mucho tiempo. Tenía yo diez años. En ese entonces, mi tío Felipe Puc, en una ocasión fue a una cantera, allá por el rumbo de la unidad de riego. Allí, él estuvo trabajando como velador. Así que él fue allá, y bueno, le empezaron a llevar su… bueno, él iba y dejaba su sombrero debajo de su hamaca, se quitaba el pantalón, y dejaba su camisa en el suelo. Se quedaba sólo con su trusa así nada más. Pero de repente al despertar, no estaba su camisa. Se la habían llevado. Y dijo: -¿Pues quién fue? Si yo aquí la dejé. No puede ser que entre alguien a robar. Si fuera para robar, se llevarían todo-. Pero ése no era el caso. En ese entonces él estaba empezando a ir a la mina, iba a cuidar. Después, cuando se dio cuenta, hasta su sombrero se lo alejaban. No era que se lo llevaran, es decir, que realmente se lo lleven. Pero sí se lo retiraban de donde él estaba. Y decía: -¿Qué es esto? INALI Ejemplar gratuito, prohibida su venta. En una de esas empezó a platicarlo, vino aquí, aquí al pueblo, y empezó a platicarlo. Le dijeron que eran los pequeños aluxes.13 Y decía: -No puede ser-, decía, -si yo ahí estaba, pero no vi que se lo llevaran. Si me andaba durmiendo, me adormecieron.- También decía así: -De por sí, yo tengo que mantenerme despierto para ver la hora cuando vengan a tomarlo y se lo lleven.- No había motivo para que lo se alejaran. Pero se lo sustraían de debajo de su hamaca. Y empezó a decir: -Tengo que permanecer despierto-. Y ahí estaba, ahí estaba. No se daba cuenta a qué hora se dormía. Cuando despertó de nuevo, ya no estaba su ropa. Ya se la habían movido otra vez. Ya se la habían movido de nuevo a algún otro lado. Y después le dijeron sus compañeros, le comentaron a él qué fue lo que les había pasado a ellos. Decía: -Pues es que son pequeñitos, son cosas pequeñas que llegan hasta aquí debajo de tu hamaca, y se ponen a hacer esto y hacer lo otro, y hacer aquello.- También a mí me sucedió, pero hace mucho, en los mismos lugares. Pero, sin embargo, aquí, lo que me pasó a mí, de eso les voy a platicar. En ese entonces, mi tío Felipe me dijo: -Yo no lo creo, hasta ahora no creo que…- Y le dijeron: -Sí existen. Sólo que a ti no se te ha dado verlos porque son aire. Son igual a las personas pero son como de este tamaño (los aluxes).- Y posiblemente eso es lo que vimos allá, son de este tamaño. WILFRIDO: ¿Dónde viste eso? MARCELINO: En Playa del Carmen. WILFRIDO: ¿En Playa lo viste? 13 Los aluxes son duendes con poderes mágicos: se representan como pequeñas figuras de barro. INALI Ejemplar gratuito, prohibida su venta. MARCELINO: En Playa, sí. WILFRIDO: ¿Veinte centímetros…? MARCELINO: Por mucho de ese tamaño. Veinte o quince centímetros, pero eso que les platico, allí le sucedió a mi tío Pil, allí por el rumbo… sí aquí, allí le pasó eso. Y empezó a fastidiarse. Entonces empezó a encabronarse, porque no había motivo para que se llevaran tan lejos sus cosas, pero se las quitaban. Decía: -¿Pero por qué razón no los veo?-. Y le decían: -Porque no se te ha dado que los veas, para que tú realmente los veas. Nada más están jugando contigo. Mientras más te enojes, más te fastidian, para que puedan ver hasta dónde vas a aguantar. Pero, la verdad, de plano, él no los pudo ver. Para nada. Respecto a eso, en aquellas épocas, él no vio nada. Se fastidió espiándolos, y ellos mejor lo adormecían para que no los viera. Entonces una vez me dijo, me decía, me platicaba: -Vamos al lugar ese,- me dijo. -Vamos a verlo,- dijo. -Como todavía eres niño, tal vez,- dice, -tal vez tú no te duermas, tal vez permanezcas despierto.- Así, así me lo dijo. -Vamos pues,- y nos fuimos a la cantera de donde se saca el material. Y nos fuimos para allá. Pero, como éramos niños, ¡qué! Si la cosa era que todavía no nos habíamos acostado y ya nos andábamos durmiendo. La verdad, al principio, mi tío me platicaba, me estaba haciendo plática, pero ahh, yo ya me andaba durmiendo. Y cuando amaneció, pues la verdad me di cuenta de que ya no había nada ahí. Ya no estaba su sombrero que había dejado bajo su hamaca. Y para terminar, hasta sus zapatos se llevaron. No se los alejaron tanto. Cuando mucho, Wil, creo que como diez metros. Pero, más bien, sólo lo estaban fastidiando, para que viera qué era. Porque él se enojaba. Esperaba, y decía: -¿Pues, de qué manera sería? Si yo me esfuerzo en verlos, pero me adormecen,- decía. -Creo que es algo que no se me da ver,- decía. -¿Por qué no los veo?-, decía.- Y por último, me empezaron a golpear,- decía. Supongo que porque él los estaba insultando, por eso le alejaron sus cosas. Y decía: -¿Pues cómo es posible? ¿Por qué razón, pues?- Pues era por los insultos. Entonces, empezó a sentir como que lo estaban golpeando, como si estuviera soñando. Pero en realidad le estaba sucediendo todo eso. No se le daba entenderlo para que se diera cuenta y viera qué era. WILFRIDO: ¿Cómo se diría? ¿Cómo se diría? Como si no… como si estuviera soñando, pero, no. Piensas que no estás durmiendo, pero en realidad, sí estás durmiendo. MARCELINO: Exactamente. Así, a él no le estaba permitido verlos. Porque puede ser que si los hubiera visto, dicen que lo hubiera atrapado el mal aire (los aluxes). Porque esas pequeñas cosas son ese airecito. Pero faltaba por verse de dónde salían, dónde estaba su casa. Puede ser que entren ahí debajo del cerro. O debajo de una piedra, ellos ahí entraban a guardarse. Ésa era la casa de ellos, debajo de las piedras, entre los huecos de las piedras, por debajo, ahí entraban. WILFRIDO: ¿Y salían cuando empezaba a amanecer, o de noche? MARCELINO: No. Lo más tarde, digo yo, más o menos a las doce de la noche hacían eso, no de día. De día no hacían eso. Sólo cuando entraba la noche, era cuando ellos salían. No le hacían gran daño a tu cuerpo, ni otra clase de cosas. Sólo era como un juego lo que ellos hacían, era un juego, como lo haría un niño con sus amiguitos. Así eran ellos. Pero si le dijeras que… o sigues insultándolos demasiado, pues más te friegan. WILFRIDO: Quiere decir que de día no se veían. MARCELINO: No los veías. Te fastidias y no los ves. Puede ser algo parecido a como lo vimos por ahí. WILFRIDO: ¿Dónde lo vieron? MARCELINO: En Playa del Carmen. WILFRIDO: En Quintana Roo. MARCELINO: En Quintana Roo, sí allí fue. Pero se comentaba que en la cueva, hacia donde se encontraba la cantera y donde se tenían en resguardo mucha maquinaria, ahí iba un… WILFRIDO: ¿Un muchacho…? MARCELINO: Un señor que iba a cuidarlas. Pero ya entrada la noche, era la hora en que lo apedreaban, lo apedreaban. Sólo lo apedreaban. Sentía que lo alcanzaban las pedradas. Salía del camión de volteo, y no veía nada. Y se decía: -¿Qué es esto, pues?- Y enseguida se lo platicó a sus compañeros de trabajo, lo que le estaba sucediendo.- Le dijeron a él: -¡Hombre!-, le dijeron, -eso es porque eres necio, los insultas demasiado, por eso es que te lo hacen.- Y uno de sus compañeros dijo: -Yo, tengo que ir ahí. Cuando termine tu turno de esta semana, entro yo ahí a hacer guardia-. WILFRIDO: ¿Pero quién dijo eso? MARCELINO: Era uno de los del camión de volteo. Uno de los conductores del camión de volteo se lo dijo. Él le contesto: -Pues sí yo, sólo estaba andando por allá, y lo escuché a mí alrededor. Me volví a acostar, y otra vez empezaron a apedrear el camión de volteo. Lo estaban apedreando. Repicaba el camión de volteo cuando lo apedreaban, pero no veía nada.- Le dijeron: -Muchacho, nada más eres un miedoso, tu mismo miedo es lo que te está matando.- Pues no. Decía: -Al escucharlo, salí, pero no vi nada.- Entonces otro le dijo: -Vamos a hacer una cosa. Esta semana es tu turno, la otra me toca a mí. Entonces comprobaré si es verdad o si nada más nos estás mintiendo.- Y él respondió: -Pues no; es verdad-. Y cuando llegó la siguiente semana, le dijeron que otra persona entraría. Pero, peor se lo hacían (los aluxes) al que entró, porque no creyó en aquello que uno de ellos le dijo. Y entonces lo empezaron a apedrear más fuerte. Lo apedreaban, escuchaba que hasta golpeaban el camión de volteo. Y el que entró dijo: -Pues esto, como dice esta persona, es cierto. ¿Pero qué es entonces?- Entonces, llegó una persona mayor que él y le dijo: -Muchacho, esto que estás haciendo, eso que ustedes están pensando, sí existe. Sí existe. Son pequeños seres, son pequeñitos, pero ellos mismos tienen poderes. Son aire, son seres de aire. Pero también se transforman ahí donde ellos quieran quedarse.- WILFRIDO: ¿Cómo está eso? MARCELINO: Al lugar, al lugar… cuando se retiran después de hacer la maldad pues se van a su casa. Así como dicen… así como cuando terminemos de platicar cada uno de nosotros. WILFRIDO: Cuando terminaban de hacerlo, de fastidiar a las personas entonces buscan… MARCELINO: Buscan donde... se regresan de nuevo a su casa. WILFRIDO: A descansar. MARCELINO: Ajá, a descansar. Pero uno de los señores, uno medio loco, fue el último que se quedó a velar, y ciertamente fue él quien los vio. Pero, también, quizás se le permitió verlos. Y dijo: -Pues bueno…- Como ya habían pasado dos, él era el tercero. Él era el que se sentía más aventado. WILFRIDO: Era más atrevido. MARCELINO: Entonces empezó a sentir que lo apedreaban. Lo apedreaban, lo apedreaban. Pero posiblemente se le concedió seguirlos. Veía que esa cosa se iba, así como se va una hoja de papel. Después de que hicieron sus travesuras, empezó a ver a dónde iban y los alumbró con su linterna. WILFRIDO: ¿Pero qué vio? MARCELINO: Alumbró al pequeño bulto. Pero, así como él lo veía, parecía como una sombra, como una cosa que se atraviesa por arriba, así se iba, así que no lo veía de manera física. Entonces, lo empezó a seguir y a seguir. Al entrar a una parte del terreno que no estaba despejada por el buldózer, se topó con un agujero de una mina de material abandonada. Pero quién sabe desde cuando estaba allí, parecía que era una cosa antigua. No era algo de nuestro tiempo o que hayamos construido nosotros. Era la casa de ellos, pues. Y la estuvo observando y dijo: -Ahí entraron. Pues esto no lo voy a dejar así nomás. Tengo que ir a verlos mañana. Tengo que ir a ver mañana, si en verdad están ahí cuando amanezca.- Cuando amaneció al día siguiente, cuando dieron más o menos las diez, terminó lo que estaba haciendo y se acordó: -Iré a ver dónde llegó aquello que vi anoche.- Y fue otra vez. Y vio que estaba oscuro, regresó de nuevo y tomó su linterna, y empezó a alumbrar. Parece que no era profundo donde dicen que estaba aquello. Eran unas cosas pequeñitas como de este tamaño. Son como muñequitos que están de pie. Ni siquiera se movían. Eran como pequeñas figuras de barro. Estaban de pie. No estaban acostados. Dicen que estaban recargados contra la pared. Así cómo que estés sentado y que estés bien recargado. Así estaban ellos. Ni siquiera se movían. Y dijo: -Pero si por la noche me lo vuelven a hacer de nuevo, entonces sí los extermino, los voy a exterminar-. Y pensó en ir a decírselo a los otros. También nos lo estuvo platicando, y también a sus demás compañeros. Y así fue que nos lo dijo. INALI Al anochecer, le volvió a tocar a él y fue más fuerte lo que le hicieron. Lo apedreaban de aquí, lo apedreaban de por acá, lo apedreaban de por allá. Y no encontraba de dónde ni quién. Se dio cuenta de que esa cosa era verdad. Al amanecer del día siguiente, como ya le habían hecho un desorden, se fue y tomó unos cartuchos de dinamita. Dijo: -Los destruiré, para darle fin a eso que anda molestando a todas aquellas personas que se quedan a velar en la noche.- Quería hacer explotar la dinamita para ver si así se deshacía de ellos. Porque le dijeron que no los agarrara. WILFRIDO: ¿Quién le había dicho que no los agarrara? MARCELINO: Entre sus mismos compañeros, los más ancianos, los más viejos, le advirtieron que no los tocara: -Porque puede ser que si los agarras y los tiras, puedes perder la vista. Y él dijo: -No los tocaré. Pero tengo que hacer lo que tengo en mente, tengo que hacerlo.- WILFRIDO: Como que no estaba muy bien de la cabeza… MARCELINO: Si te digo que él, pues él quería encontrar la manera de destruirlos. Y agarró los cartuchos. Llevó dos. Y dicen que los introdujo ahí en la cueva. Y cuando escuchó que la cosa explotó, dicen que esperó hasta que se despejara el humo para poder verlos. Cuando fue, vio que estaban despedazados, estaban destrozados. Y se fue de ahí. Dijo: -Te fregué, no nos vas a volver a hacer daño.- Después, por la tarde fue otra vez a verlos, y todavía seguían intactos. Pero él había visto que se despedazaron, que estaban hechos añicos. Es por eso que fue por la tarde otra vez a ver si todavía existían o qué forma tenía. Pues nomás era caprichoso. Nomás a fuerzas quería ver qué había sucedido, y qué fue lo que él mismo había hecho. Cuando llegó, vio que aún estaban recargados en la pared. Estaban recargados, ahí estaban sentados, intactos. No les había pasado nada. No les había pasado nada. WILFRIDO: Por eso se comenta que quizás de verdad son aire. MARCELINO: Son aire. Y entonces fue y les dijo a los ancianos lo que ya les había hecho (a los aluxes). -Estás loco-, le dijeron. -Porque,-le dijeron, -si ellos quisieran hacerte un daño, sí te lo hacen. O te dejan paralítico, o te quitan el habla o te quitan la vista, pues ellos tienen poderes. Ellos, a donde sea pueden ir, de donde sea pueden salir.- WILFRIDO: Oye don Mas, he escuchado decir que los aluxes fueron elaborados, fueron construidos. ¿Lo sabías? ¿Has escuchado que digan eso? MARCELINO: Pues en verdad, Wil, no he escuchado que se mencione. Bueno, puede ser. Yo escuché una historia sobre eso, de que en la época de los que construyeron los montículos (las pirámides)… WILFRIDO: Porque los montículos que dices no son solamente montículos. MARCELINO: No, no son sólo montículos donde están erigidos. Porque yo, en verdad, lo he visto, por ahí, ahí donde yo trabajaba, Wil, ahí donde trabajaba. He visto ahí la forma que tenían. Había tres montículos. Tres en fila, pues. Uno aquí, otro allá, uno por allá. Pero desgraciadamente, en ese tiempo estaba siendo construida la carretera hasta El Escondido, hasta allá. Ahí trabajábamos. En verdad vi cómo destruyeron todas las piedras del montículo. Pero era para hacer la carretera. Y después, por ahí empezó a cavar un tipo al que llamaban “Tarzán”. Era un tipo alto y fuerte. WILFRIDO: ¿A este señor le decían Tarzán? MARCELINO: Le decían Tarzán, pero sólo era su apodo. Era un tipo corpulento. Si él solito trabajaba ahí. No tenía otro compañero. Nosotros éramos tres o cuatro. Nos juntábamos. Pero él por sí solo trabajaba en eso. Y empezó a cavar con un pico (junto a la pirámide). Sólo que en algún momento de esa tarde que lo vimos trabajando, se fue de ahí y se vino a acostar otra vez. WILFRIDO: ¿A dónde se fue acostar? MARCELINO: Ahí en el campamento donde estábamos, donde estábamos, donde descansábamos. Pero de repente, cuando amaneció, él ya no estaba. No estaba. Agarró su mochila y de plano se fue. Pues quizás hubo algo que había encontrado en ese lugar. WILFRIDO: Pero como dices, nomás andaba solo. MARCELINO: Él nomás trabajaba solo. Pero donde había cavado así, abrió un boquete. Wil, eso sucedió, eso lo ví. Tenía sus escaleras, así. WILFRIDO: Debajo de… MARCELINO: De las piedras, de la tierra, así, debajo. Había unas columnas empotradas de este tamaño. WILFRIDO: Pero no vieron aluxes ahí. MARCELINO: No. Nada de eso. No se vio nada. Sólo se decía que había. Y había, pero no era la ocasión para verlos, ni escuchamos que se hablara de eso. Lo único que tenía ese lugar, es que hubo alguien que lo había construido, pero desde hace muchísimo tiempo. En verdad fueron los antiguos mayas. Porque el maya que hablamos nosotros no es maya puro. Está amestizado. Está revuelto, una parte es maya, una parte es español. Están mezclados, así. No es la lengua maya pura. En la maya pura es mucho más difícil expresarse. Para quien lo sabe, pues no. Pero quien no lo sabe, de verdad son muchas sus formas, y no lo puede uno decir bien. WILFRIDO: Oye Don Mas, platícame también, y platícale también a estos señores, lo que una vez me platicaste. Algo que te sucedió, lo que decías de cuando te estaban llevando por… bueno, no sabías qué era. Entonces tú pensaste que eran los ‘Señores de la Selva’.14 ¿Cómo pasó eso? 14 Los ‘Señores de la Selva’ son conocidos localmente como ‘Los Dueños del Monte.’ MARCELINO: En esa época, pues era más, más, bueno, no... ¿cómo te diré? No… tenía de verdad, tenía yo, tenía yo como quince años cuando me sucedió eso. WILFRIDO: ¿Qué fue lo que te sucedió a ti? ¿Más o menos qué te pasó? MARCELINO: Pues habíamos ido… más bien, yo estaba llevando a mi caballo, pues había un potrero en el que tenían sembrado mucho pasto. Éramos muchos. Éramos como diez personas que llevábamos a pastar los caballos. Se llevaban a los caballos para amarrarlos ahí. Allí yo lo llevaba a pastar, pues, ahí comía. Pero en ese entonces, había un señor, Don Sil Ake, ése que conoces, todavía vive, y andaba por este rumbo. Pero entre mis compañeros había muchos bromistas. A veces cuando yo llegaba ahí, me apedreaban. Nomás me querían asustar. Y en verdad eso pensé yo también. Cuando llegué al lugar donde debía yo de amarrar al caballo lo hice rápido, ¡y de pronto pasó la pedrada! -¿Ey, me estás asustando?,- le decía yo. -No me asustes hermano,- le decía, -¡si yo soy chingón!- ¡Puum! De nuevo me vuelven a apedrear. Me puse a observar, y nada. Y me quedé observando. Viré para ver, y nada… creo que como a seis metros… como el zacate estaba alto, te ponías de pie y casi no veías a nadie, porque... WILFRIDO: Y tú pensaste… MARCELINO: Que era él, aquel señor, que era él el que me estaba apedreando. Pero la verdad, no. No era él. Y le dije: -Ahh, ¡estás loco, pendejo!- Como uno era joven, pues yo lo insulte muchas veces. Si piensas… bueno, pues yo lo que hice fue insultarlo. Y vi que estaba haciendo así, y se iba, se iba, se iba sólo como un bulto de ropa arrastrado por alguien. Se iba arrastrando. Y regresó de nuevo y de nuevo me volvió a apedrear. Y dije: -Esta cosa,- digo, -no es, no es ese señor- ¡Pero qué! Yo ya lo había insultado. Entonces cuando regresó, y al dar la vuelta, vi que desapareció. Bueno, eso digo yo. Y me empecé a ir, me empecé a ir. Salí al camino, y seguí yendo. Allá hasta me desorienté. Lo juro ante Dios que no les estoy mintiendo, porque eso me sucedió a mí. Me dieron escalofríos. En todo el cuerpo me dieron escalofríos. Cuando llegué a donde estaba mi difunto tío Albino, él estaba desgranando maíz. WILFRIDO: Pero tú dijiste que lo seguiste ese mismo día. MARCELINO: Ese día, sí. ¿Pero para qué? De nada me sirvió. WILFRIDO: ¿Cómo lo seguiste? MARCELINO: Lo seguí así a donde iba, pero yo no veía nada. WILFRIDO: ¿Cuántas veces lo viste? MARCELINO: Quizás unas tres veces, nada más. En el momento en que me apedreó lo vi tres veces también. Y tres veces también se me perdió. Rápidamente hice así, así nada más, y pasó rápido… como si te movieran alguna cosa, así lo veías. Y la última vez que se fue, entonces fue cuando lo empecé a seguir. Pero yo lo que hice finalmente fue salir al camino. WILFRIDO: La otra vez escuché que dijiste que te caíste. MARCELINO: No, eso fue después. Sí me caí, pero estando en mi casa. Si llegué… si ya me había ido de allá cuando me caí. WILFRIDO: ¿Cuándo saliste al camino? MARCELINO: Sólo que, sólo que era como si no estuviera en mis cinco sentidos. WILFRIDO: Cuando saliste de ahí. MARCELINO: Cuando salí del camino, pues casi me estaba cayendo. Pero cuando llegué a mi casa, vi que mi tío estaba desgranando maíz. Y le dije... pero como era un tío que no comía maíz amarillo, sin embargo, eso estaba desgranando. Y le dije: -Tío,- le digo, -¿no me dijiste que tú no comes maíz amarillo?- Pues yo veía que al hacer así, me daba cuenta de que era amarillo. Era maíz amarillo. Pero en realidad no era amarillo. Era blanco. -¿Ya te volviste loco?- WILFRIDO: ¿Quién dijo eso? MARCELINO: Mi tío me lo dijo. Me dice: -¿Ya te volviste loco?- -¿Por qué?- le dije. Y me dijo: -Si lo que estoy desgranando es maíz blanco. ¿Qué tienes?- Yo le contesté: -Nada, tío.- Pero la verdad yo no le dije qué era lo que había visto, qué era lo que me pasaba. -Estás temblando-, me dijo. -Sí,- le dije. -Estoy temblando,- le dije. -Muchacho,- dijo, -te voy a decir la verdad,- dijo. -Si estás tramando algo, o si hay algo que has estado fumando, dime la verdad.- Y le digo: -Tío, yo ni tengo cigarros. Ni soy nada de eso. Y sobre el cigarro, yo no consumo ninguna clase, ni antes ni ahora. Hasta el puro olor me friega el cerebro. ¿Para qué necesito una cosa así?Ciertamente, cuando me fui a mi casa, lo que hice fue llegar directamente a ella, ya me había yo ido de allá donde estaba. Pues fui, y fue cuando me desvanecí. Cuando mi papá vio que ya me había caído, entonces me agarraron. Entonces cuando me estaban sosteniendo, sentí así que me estaban levantando. Había quedado… bueno, mi cuerpo se había quedado entumecido. Quedó, dicen, como si estuviera forcejeando. Yo, en ese momento, qué más iba yo a decir. Las cosas que hice, después me las platicaron, me las platicaban. Pues porque yo, en verdad, no me acordaba totalmente, en ese momento, de todo eso. Me llevaron a la hamaca y se dieron cuenta de que salí corriendo. Y chocaba allá, y chocaba por allá y chocaba por acá. Dijeron: -Órale, a este tipo, quién sabe qué le pasa.- Y me amarrotearon en la hamaca. Pues sospecharon que tenía yo algo raro. Pero entonces… pues yo, enteramente aquí delante de Dios, no hice nada de eso (drogas). Fue sólo por aquello que vi, fue eso nada más. WILFRIDO: Por la sombra que viste. MARCELINO: La sombra esa a la que de verdad estuve yo insultando, fue por eso que me castigó. Si no me hubieran amarrado, pues no sé... hasta la hamaca en la que me amarraron, Wil, la rompí completamente. Dicen que me sujetaban pero no servía de nada. Dicen que hasta a mi papá lo lastimé, a mi tío Albino, a don Li Canul. –Muchacho, si cuando te sujetábamos, nos lastimabas, nos tirabas,- decían. -Y dijimos, “pues de alguna manera, algo has hecho”.- Así decían. Pero en verdad, nada. Y empecé a decirles entonces, sobre todo a mi papá, que yo estaba sofocado, que estaba yo sofocado. Sólo eso les decía, que yo estaba sofocado. Me sentía como si estuviera sofocado, pero me daba más fuerzas. Pero no, no era en verdad una enfermedad, sino que era aquello… no era por eso. Sin embargo, hice todo eso. Después de que se me pasó, sí quedé normal. Mientras tanto, hasta los palos de este tamaño, Wil, las palizadas como esas, las hacía a un lado, las separaba así y las atravesaba. Pero no era mi propia fuerza. Era el aire ese que se me había incorporado. Después de un tiempo me volvió a suceder. Entonces, después de que me empezó a suceder de nuevo, me llevaron con don Galo Ake. Creo que sí lo conociste, ¿o no lo conociste? Y me empezaron a hacer una limpia, ese anciano me hizo una limpia. Pues vio que algo me había sucedido, recaía yo de nuevo, me daba como un ataque. WILFRIDO: Ese don Galo del que hablas, ¿quién era él? MARCELINO: Realmente era jmen.15 Era un jmen que hacia ofrendas para la milpa. Te hacía limpias. Te curaba de algún mal, como el mal aire que le da a las personas. Pues le dijeron a él y empezó a hacerme la limpia. Después dijo, pues que según él, decía, según él decía, que él sabía qué cosa era y de qué forma te daba eso. Y dijo: -Si este muchacho,- le dijo entonces a mi papá, -no ha fumado ninguna clase de cigarro, lo que él tiene es mal aire. El Señor de la Selva le quiso 15 El J-meen es el sacerdote tradicional maya del culto agrícola. También es considerado un curandero o herbolario. Véase la narración de Don Isidro Rodríguez en este volumen. entregar una virtud al muchacho, pero al muchacho algo le falló, debido a los insultos que dijo.- Para terminar, al anciano ni siquiera le había yo dicho que fue lo que había yo hecho. Y dijo: -En que lo estuvo insultando, le nulificaron lo que le iban a regalar, y lo empezaron a atormentar. Lo empezaron a fastidiar por lo que había hecho. Porque si no lo hubiera insultado, había una virtud que a él se le hubiera quedado. Pues no a todos se les otorga. Por lo general, son contadas las personas a las que el Señor de la Selva, a quien vio, se las regala. Puede ser que era para que él hiciera más rápido su trabajo. Pero de por sí eso era lo que se le hubiera dado, una virtud.- Y así, el anciano empezó a curarme, me hacía mi limpia, cosas que hacía, porque a veces yo quedaba… había momentos que me doblaba el cuello. -Fue el mal aire, eso fue lo que agarró,- decía. -De todas formas, decía, -yo lo curaré.- Tardó varios días en hacerme la limpia, en hacerme la limpia así. Pero no era todos los días, como hoy, o mañana, sino cada cuatro días, seis días, diez días, así hasta que me normalicé. Él así le hizo, hasta que sané. Pero sí quede normal. Pero si de verdad lo vi, Wil. Hasta en mis manos, después de ese momento que ya había yo quedado bien, Wil, se me había quedado un poco del aire. Porque cuando golpeaba con la mano al caballo, cuando de verdad me había molestado mucho, Wil, le daba yo así, y hasta se caía. WILFRIDO: Cuando te dabas cuenta que te molestaba. MARCELINO: De verdad me molestaba, lo golpeaba y caía. Pues, ¿cuánta fuerza puede tener una persona? Hasta Tito Canul lo vio. Si a mí mismo me lo contaran, no lo creería, sólo serían habladurías… sólo porque yo mismo lo vi, lo creo… WILFRIDO: Porque lo vio… MARCELINO: Vio que se lo hacía. Pero en verdad, le digo: -Muchacho,- le digo, -en verdad, podrías decir que no era yo, o que ésa no era mi fuerza natural, ni que ésa era mi vida, sino que fue por la cosa esa que vi, por esa cosa.- Desde entonces se me quedó eso. Nada era difícil para mí. Todas las cosas las hacia rápido, aumentaba lo que al principio había calculado. Porque pues hasta mi trabajo en ese entonces lo hacía de manera normal, pero después de eso, empecé a aumentar lo que hacía de trabajo, aumentaba más y más. Mi hermanito Mado hacía un mecate, y yo hacía tres o cuatro mecates de milpa todos los días. Me daba cuenta de que yo era muy diferente. ¡Pero qué! Pues nada, si en verdad a mí me lo querían obsequiar, me lo hubieran otorgado. Me lo quiso otorgar a mí, pero no lo aproveché, debido a que yo lo había insultado. WILFRIDO: Pues con eso don Marcelino, te lo agradecemos. Gracias, ya nos has platicado las cosas que sabes. Sabemos que es muchísimo lo que sabes. MARCELINO: Muchas, muchas, muchas cosas en verdad, ya que nosotros, desde pequeños andábamos mucho. Desde mi niñez mi papá me metió a trabajar como se pudiera. En los caballos, eran caballos grandes y ariscos. Y aunque estuviera yo temblando, mi papá me montaba sobre ellos. Decía: -No es así como le debes de hacer, hijo. No te debes de alejar de él. Debes de sujetarlo, aunque seas pequeño,- decía, -muéstrale tu valor. Porque los caballos,- decía, -son chingones por naturaleza,- decía. -Mientras más te alejas del caballo, antes de tú entrarle pues él ya calculó que tú eres un pendejo, que eres pendejo, que no eres nada al lado de él,- decía. Pues qué, al llegar donde está el caballo, tú no lo has captado, pero él ya captó que tu corazón está latiendo, pum, pum, pum, pum. –Ahh, esta persona tiene miedo,- eso va a decir. Por eso él va a dejar de tenerte miedo. En cambio, si tienes un poco de valor, pues ¿no le vas a entrar otra vez? Tienes que entrarle de nuevo, hasta que veas que él ya no te va a hacer nada tampoco.-Pero qué, si cuando era niño, así me lo hizo él, mi papá. Pues la pura verdad, para nada tengo miedo. Yo no le agarro miedo a nada, a nada, Wilo. Ni siquiera al grito de los que dicen que han matado en la cacería. De la gente baleada, a los que se les escuchan sus gritos. Porque eso sí existe, Wilo. WILFRIDO: ¿Cómo es eso? MARCELINO: Pues, por ejemplo, si durante la cacería asesinan a un cazador, si le llegaran a disparar. Dicen que su espíritu es el que grita. WILFRIDO: ¿Qué es lo que grita? MARCELINO: Es el que grita. Bueno, eso sólo he escuchado que algunos lo platican. Dicen que es una mosca verde que bebe la sangre del muerto y a la larga la mosca verde es la que anda gritando, no la persona. WILFRIDO: O sea, se llega a escuchar el grito… MARCELINO: Se llega a escuchar, pero no se ve a nadie. Nadie la ve, sólo se escucha su grito. Pero sí existe, es una pequeña, una pequeña mosca que bebe la sangre. Pero como durante la cacería le quitaron la vida, pues es el mal, el malo es ése quien toma su vida, él es quién grita. WILFRIDO: Pero la sangre que ha chupado la mosca verde es la sangre de la persona que fue cazada. MARCELINO: Así es, de esa persona, exactamente. Eso sí existe. Eso también lo he escuchado, Wil, en verdad. Pero nunca lo he visto. Tampoco he visto qué forma tiene. WILFRIDO: ¿Qué no has visto? MARCELINO: No he visto a la mosca verde, para nada. WILFRIDO: Pero se comenta que existe. MARCELINO: Sí se comenta, en verdad. Pero Wilo, ¿por qué lo creo? Porque iba yo a la cacería y la escuché gritar. Así como grita el ahorcado, ¡¡¡aaaaayyy!!! Y luego se calma. Pues yo sigo mi camino, sigo yendo, y sigo yendo, y sigo yendo. Sólo cuando me de cuenta, grita de nuevo detrás de mí. Pues estuve en ese camino y no la vi. ¿Pues qué le voy a ver? WILFRIDO: A muchas personas les da miedo. MARCELINO: Les da miedo eso, y no van donde deben ir. Pero a mí mi papá me comentó qué es y qué forma tiene. Decía: -Si no te va a comer, no te va a regañar, no te va a golpear, no vas a chocar con él,- decía. -Sólo cuando escuches su grito,- decía, -si le muestras que ya se te erizó el cuerpo, y ya te entró el miedo, date valor. Cuando le dices… pues si esa cosa no te hará nada. Tienes que pasar por donde está, te brincará, y de nuevo te va a gritar por otro lado. Pero así como te digo, si sientes que no eres nada en este mundo, hijo, ni siquiera salgas a la selva,- decía. WILFRIDO: Pero ustedes crecieron en la selva. MARCELINO: Sí, crecimos en la selva. Otra cosa, Wil, de verdad, también lo he visto, es a la que llaman la llorona de la que te platiqué. Sí, voy a platicarles lo que me sucedió de niño, de verdad, eso. En ese entonces, creo que tenía como once años o menos. Pues hasta… enfrente daba cine don Tufí, el de por aquí, el viejo Abimerhri. Pero llegó la hora en que terminó la función de cine. Pero antes de eso, cada uno agarraba camino para su casa, porque al apagar la sala del cine, sólo había un foco por aquí, otro por allí, otro por allá. Sólo él tenía planta de luz, no había electricidad, no había nada. Pues nosotros, como éramos unos niños, lo que hacíamos cuado terminaba el cine, cuando terminaba, íbamos junto a la estación, allí donde estaba el ferrocarril. Y nos metíamos a jugar baraja, de gallitos, aquella que le llaman ‘la lotería’, y pues allí nos quedábamos. Pues había días que así nos distraíamos, daba hasta la una de la madrugada, y todavía estábamos allí. Pero como un amigo mío, Ch'el Rosado Canto, cuando nos fuimos de ahí y veníamos para acá, lo dejaba yo por allí donde está ahora la casa del licenciado, el licenciado de por aquí, pero no la de acá, la otra que compró. WILFRIDO: A dos esquinas de aquí… MARCELINO: Sí, exactamente. Si nosotros por ahí nos íbamos así, siempre nos íbamos por ahí, así, cada vez que había función de cine, siempre pasábamos por ahí. Lo dejaba y me iba para mi casa, pero por allí por donde está don Mendo, la casa de don Mendo. Por allí estaba mi casa, 13 años viví allí. Pues para esto, cuando pasamos por ahí, estaba lloviznando. Había una doña que tenía su casa, así, por ejemplo, así como está la carretera esa, pero sabíamos que era una mexicana que le decían... ¿cómo le decían? WILFRIDO: La chilanga. MARCELINO: Sí, venía de un lugar muy lejano. Sí, se llamaba doña Severa y se apellidaba Vásquez, vimos que ella estaba debajo de la sombra de un árbol. Allí estaba, estaba haciendo así, pero a veces hacía así... WILFRIDO: Parecía que se paraba y parecía que se agachaba. MARCELINO: Sí, y decía, más bien le digo: -Ch'el,- le digo, -¿qué tendrá doña Severa?- le decía yo a él, así, porque él sólo hablaba español. -¡Doña Severa, doña Severa!- No nos respondía nada y empezamos a acercarnos más junto a la cerca, para ver ahí donde estaba. Creo que tenía una distancia como de aquí a esa cama.16 Pero ella se encontraba debajo de la sombra del árbol. Cuando nos acercamos a la orilla de la albarrada, así, ahí ¡muchacho! Hacía así, Wilo. Cuando ella lo hacía, pues como que se estaba peinando el cabello, se estaba peinando el cabello. Y le digo a él: -Ch'el, si no es ella,- le digo. -Fíjate en eso, cuando estés pasando.- ¡Ay hermano! Y le dije a él: -Ésta es a la que llaman la Xtabay.17 ¡Es la Xtabay! Con razón le estamos hablando y no responde.- Y entonces vimos que poco a poco, poco a poco, poco a poco, me parece que estaba reculando para acercarse a nosotros. ¡Ay Hermano! Muchacho, Wil, no es mentira, me tenía sujetado el Ch'el de la espalda, así. Yo estaba corriendo, y veía que yo me apuraba a correr, pero no iba a ningún lado. Sólo parecía como si estuviera aporreando los pies, como si no estuviera corriendo. Y en verdad, no corría. Era porque el Ch'el me tenía sujetado para que yo no lo dejara atrás. Ya nos había dado miedo, y yo sólo aporreaba los pies en el suelo dando brincos. En ese momento, le decía yo, en mis pensamientos, como íbamos a la iglesia, a la doctrina, que empezáramos a rezar aunque fuera por fragmentos. ¡Ay hermano mío! Salimos volando hacia donde está la casa de la señora que mencioné. A la mamá de la persona esta, del Ch'el, ni le dijimos que nos abriera la puerta. Cuando bajamos hacia donde había una entrada, ¡¡¡raaann!!! derechito nos fuimos hacía adentro. Pues la puerta sólo estaba medio cerrada. ¿Y no casi nos mata su mamá? Ella pensó que éramos unos ladrones, pero nosotros sólo estábamos asustados. Cuando nos levantamos así del susto, él le dijo: -Si soy yo mamá. No, no somos ladrones-. Y ella dijo: -Pero ¿qué cosa les sucede a ustedes? ¿Se han vuelto locos?- Él contestó: -No, pues. Vimos esto y lo otro, y 16 Hace referencia a la cama que se veía desde afuera de la casa donde se hizo la grabación. 17 La Llorona. aquello, así lo vimos.- Cuando se levantaron sus otras hermanas, las más grandes, dijeron: -¡Vamos a verla!- Y regresamos, pero ya no vimos nada. No había nada, pues se había perdido. La verdad, eso era aire, era la xtabay. Pues eso en verdad lo vi, por eso me dio miedo aquello, de verdad. Pues ves que sólo era aire. Yo, cuando llegué aquí, lo sentí todo distinto.18 Era distinto, no es como en Timul. Porque en Timul, sólo iba a la milpa, iba a cosechar chile, y todo lo demás. Andaba yo con mis amigos, con mis amigas. Allá es diferente, se come de manera diferente. Cuando llegué aquí, me sentía diferente, porque aquí se comen cosas diferentes. Es diferente la manera como se visten las personas, todo. Cuando llegué aquí, no me acostumbré rápido, porque no conocía a nadie aquí. Aquí, era sólo con la maestra con quién hablaba, porque solamente a ella la conocía. Y a las demás personas, cuando las veía en el camino viniendo aquí, de plano no les hablaba. Nada más pasaba junto a ellos. En cambio, allá (en Timul), paso y les hablo a las personas, porque las conozco. En cambio aquí no, porque no conozco a nadie. Por eso, cuando yo iba a la escuela, cuando fui por primera vez, el día que había que presentar el examen, pues entré a la escuela (el bachillerato). Y allá en Timul, pues nada, en la escuela donde yo estudiaba no había ventiladores. Por eso, cuando entré, como la escuela en la que ahora estudio tiene ventiladores, encendieron los ventiladores, y eso. Y cuando encendieron los ventiladores, yo no escuchaba nada de lo que decía el maestro cuando hablaba porque no estoy acostumbrada al ruido de esa cosa en mis oidos. Estaba hablando el maestro y yo 18 Alba narra como salió de su comunidad maya, Timul, para vivir en el poblado de Acanceh y estudiar el bachillerato en el poblado de Tecoh, cerca de Mérida. no escuchaba lo que decía. Era diferente, así era. Y así a fin de cuentas mejoró la cosa. Hoy, escucho todo lo que dice. Sí escucho cómo habla, hasta como si no hubiera ventiladores. Así es, ya no me doy cuenta. Así es, hoy ya encontré amigas aquí, y salgo con ellas. Cuando salgo al recreo y vamos a comer a la cafetería, allá están algunas de ellas. Como ya se acostumbraron a verme, me preguntan de dónde vengo. Les digo que de Timul. Me preguntan si no extraño a mi mamá. Yo les digo que una persona, sea como sea, de por sí cuando se va de su casa pues va a extrañar a su mamá. Así es. Y empiezan a decirme que no cualquiera es capaz de hacer esas cosas. Porque me empiezan a preguntar si me peleé con mi mamá, ó por qué vine a estudiar tan lejos. Y les empiezo a decir que yo me decidí. Así es. Y empezaron a decirme que le eche ganas a mis estudios, porque es bueno y porque el beneficio va a ser mío. Así, todas… a veces cuando vienen conmigo me preguntan de dónde vengo, y les digo de dónde vengo. Me preguntan mucho por qué me vine a estudiar tan tan lejos. Y me preguntan constantemente: -Si Peto está más cerca. ¿Por qué no fuiste a estudiar allá? Es más rápido. Y para acabar, allá están más cerca tus papás.- Entonces les digo, es que no se puede. Mis papas no tienen manera de pagar mis estudios, porque ellos casi no tienen dinero. Entonces ellas me dicen: -Si aquí hay alguien que te está ayudando ahorita pues aprovéchalo. Porque no cualquiera va a hacer cosas así para tu beneficio-, me dicen. Hoy ya me acostumbré aquí, y ando con ellas. Voy a casi todos lados con ellas. Hay momentos en que salimos a comprar algo. Si no ha empezado la clase, voy a comprar algo con ellas. Al terminar, regresamos, y cuando regresemos, ya empezó la clase. Y entro a clase con ellas. Andamos en muchos lugares con ellas. Cuando llega el viernes, nos vamos a jugar futbol, porque hay juego el viernes. Cuando fui por primera vez con mi falda, me empezaron a preguntar por qué, por qué iba con falda. Y es porque en Timul jugamos futbol con falda. Nunca nos ponemos short. Y me empezaron a preguntar por qué. Y les empecé a decir: -Porque de por sí no estoy acostumbrada: además, me da pena ponermelo.- Y hasta aquí (donde me hospedo) me empezaron a preguntar, y hasta la maestra me empezó a preguntar. Y le dije: -Me da pena ponérmelo.- Además allá las mujeres nunca usan pantalón porque son costumbres diferentes. Además, mi religión es distinta. Nunca se permite usar pantalón. Por eso nunca me lo pongo. Pero ahora me lo pongo porque estoy aquí. EDESIO: Buenos días. ¿Ustedes quieren saber sobre el trabajo del henequén? Pues yo les podría platicar de cuando, en ese entonces, yo vivía de ese trabajo. Pues veo que ustedes quieren saber cómo era, entonces les platicaré. Fue una época muy buena, ya que todos tenían trabajo. En ese entonces nadie salía a trabajar fuera de la comunidad, había trabajo en este lugar donde estamos. Nadie salía porque había suficiente trabajo. Les había yo platicado en una ocasión que en aquel tiempo tuvimos patrones que eran muy tratables, pues le daban un buen trato a sus trabajadores, y cada fin de año les daban regalos a todos. Pero si quieren les platico sobre el trabajo del henequén, desde el principio. Primero se hace la limpieza del lugar; se tumban los árboles del terreno, y después se quema. Una vez finalizado esto, se mide por metros cuadrados, es decir por mecates. Cada mecate se surca. Se hacen siete filas en veinte metros cuadrados. Debo decir que un mecate son cuatrocientos metros cuadrados. Así que en esa superficie se tienden siete filas de pequeñas plantas de henequén. Una vez plantado el henequén, y que se haya logrado limpiar el terreno, eso permite que el henequén crezca. A los cinco años se comienza a aprovechar, se inicia la cosecha del henequén, es decir se inicia el corte de hojas. Ese es todo el trabajo, y de allí la gente obtiene un salario, el cual se le paga. Y ésa es la forma en la que se cultiva el henequén. Así como has escuchado, a los cinco años se inicia el cultivo. Cada rollo se conforma de a cuarenta hojas, pero algunos hacendados les ponían hasta cincuenta hojas por rollo. Si cada rollo es de cuarenta hojas, veinticinco rollos son mil hojas. Así se trabajaba el henequén. O bien si cada rollo era de cincuenta hojas, entonces, veinte rollos eran mil. Entonces cada jornada de trabajo se te pagaba por millar y su valor era de seis o siete pesos, pero en esa época, siete pesos no eran como los de ahora. En la actualidad lo podrías valuar hasta en setenta pesos, porque ahora el dinero está muy devaluado. Entonces, así se trabajaba el henequén y se pagaba a seis pesos. Nosotros teníamos que ver cómo hacerle para sacar dos mil, dos mil hojas. Los más rápidos sacaban hasta tres mil, y aquellos que permanecían más tiempo cortando sacaban hasta cuatro mil. Así, ¿cuánto lograba ganar el campesino? Veinticuatro pesos. Pero veinticuatro pesos era bastante y uno podía comprar lo suficiente para comer. Un día era así, y el otro día lo mismo. Entonces, los rollos de hojas de henequén, los iban dejando a un lado del camino donde pasaría la plataforma.19 Así era transportado el henequén del campo de cultivo, y se llevaba hasta el lugar donde se estaba sacando la fibra. Sí, la llevaban hasta al que llaman tren de raspa.20 En ese lugar las personas acarreaban los rollos de hojas de henequén de la plataforma hacia el tren de raspa, donde acomodaban las hojas. Hasta allí las acarreaban. Ese trabajo lo hacía otro grupo de gente. Al trabajador se le pagaba por cien mil hojas que procesaba, ésa era su jornada. Pues eso le daba trabajo a suficiente gente. En ese trabajo se ocupaban 19 La plataforma era una especie de carreta tirada por un caballo y que se desplazaba sobre rieles delgados, que se podía trasladar de un plantío a otro. También era un medio de transporte de los trabajadores a los henequenales, a las haciendas y a los pueblos cercanos. 20 El ‘tren de raspa’ era parte de la maquinaria que extraía la fibra del henequén. cuarenta y cinco trabajadores, era el personal del área de máquinas. Ellos supervisaban la extracción de la fibra y acarreaban la fibra, a la que llaman sosquil.21 Había quienes la extendían en unos alambres especiales, y otro grupo recogía la fibra. Bueno, recogían la fibra y la llevaban a la bodega. Y allí había quien la empacaba, hacían una paca. Después de empacarla se llevaba hasta el Enlace.22 Una vez empacada y llevada al Enlace, pues del Enlace se llevaba al puerto de Progreso, y de Progreso se vendía a otras naciones. Para todo esto, la fibra ya se había elaborado, ya se había trabajado. Pues todo este trabajo era para uno como una distracción. Y para operar la maquinaria había personal especializado, había maquinistas que mantenían en buen estado la maquinaria y la alimentaban con combustible, para que funcionara de manera normal. Y así, en aquellos tiempos, el henequén se trabajaba bonito. Pues como te decía, en aquel tiempo nadie migraba, pues había suficiente trabajo. Pero cuando empezó a escasear el trabajo en las haciendas, a veces te veías obligado a salir en busca de otro trabajo, ya sea a otra hacienda más grande, ¿pues a dónde más? Has de cuenta que el hacendado te contrataba para que fueras a trabajar allí, a su hacienda. Terminabas tu jornada del día, y al día siguiente regresabas de nuevo a trabajar. Pero como conocíamos el sistema de ese trabajo, y era el mismo en todas las haciendas, no había problema. El trabajo que se hacía en una hacienda, era el mismo que se hacía en otra hacienda. Sólo si por razones de falta de trabajo en la hacienda en la que vivías, pues tenías que salir a buscar 21 Nombre dado a la fibra del henequén. Nombre compuesto que proviene del maya tso'otsel, ‘cabello’ y kij, ‘henequén.’ 22 El Enlace era el nombre de una bodega en Mérida donde se concentraban las pacas de la fibra del henequén. De allí la transportaban hacia el puerto de Progreso. trabajo. Y así, era muy bonito el trabajo del henequén. El mismo trabajo se hacía en todas las haciendas. Era una cosa bonita. JORGE: ¿Cuántas hojas produce una planta cuando se empieza a cosechar el henequén? EDESIO: La planta tenía que alcanzar una altura de, qué será... de un metro con cincuenta centímetros. Si la planta producía muchas hojas, entonces a cada planta le cortaban ocho hojas en una vuelta, rodeándola. Pero si la planta tenía muchas hojas, le podías dar dos, o hasta tres vueltas, cortándole así hasta veinticuatro hojas por cada planta. Eso indicaba que la cosecha todavía era buena. Pero cuando a la planta se le sobreexplotaba, sus hojas se iban empequeñeciendo, y la planta se arruinaba. Entonces la producción disminuía. Cuando la producción sí era buena, daba hasta treinta kilos de fibra por millar de hojas de henequén, cuando menos, si la tierra era buena, si era buena y fértil, y si se había limpiado bien la plantación. Pero había plantaciones que daban hasta cuarenta kilos por millar de hojas. Cuando la planta era pequeña y sus hojas eran cortas, no daba más que ocho kilos por millar de hojas. Entonces, en ese caso no era costeable. JORGE: ¿Cuántos millares se cortaban todos los días? EDESIO: Dependía del número de cortadores. Cada persona cortaba tres mil, por cincuenta personas, eran ciento cincuenta, ciento cincuenta mil hojas todos los días. Y se le extraía la fibra hasta a cien mil hojas todos los días. A la semana se podía procesar hasta novecientas mil hojas, pues se cortaban hasta novecientas mil hojas. Pero la maquinaria sólo procesaba hasta seiscientas mil hojas a la semana, así que en la plantación quedaban en existencia trescientas mil hojas ya cortadas para el lunes de la siguiente semana. Los lunes sabíamos que se procesaba poco, ya que no asistían todos a su trabajo. De esa manera había suficiente hoja de henequén, ya cortada, para acarrear e iniciar con eso la semana. Siempre había hojas de henequén en existencia en la plantación para iniciar el trabajo de extracción de fibra. Todo eso era bonito. Mientras mejor estuviera atendida la extracción de la fibra, pues la fibra salía más limpia y tenía mejor precio. La fibra se clasificaba en cuatro clases; A, B, y C, Manchado Largo, y Manchado Corto, más bien en cinco clases. Y se tenía que seleccionar bien, para que se pudiera vender a buen precio. Así se le clasificaba. Necesitabas contar con buenas ideas y tener conocimiento del asunto para que lo pudieras trabajar. Pues también el dueño lo seleccionaba. Era algo bonito. Era algo precioso cuando empezabas a conocer ese trabajo, cuando lo empezabas a conocer. JORGE: Y a la persona que supervisaba el trabajo, ¿cómo se le decía? EDESIO: Le decían el checador de la plantación, era el checador. El checador era el que llevaba la administración de la plantación. También llevaba el registro de cuántos trabajadores había todos los días y cuánto era lo que hacía cada uno todos los días. O si había otros trabajadores que entraban al trabajo al día siguiente, lo anotaba en su lista. Y al finalizar la semana se daba cuenta de cuánto se había hecho. Eso lo veía el viernes, ese día hacía sus cuentas, para que para el sábado pudiera sacar la raya. Así, el sábado, a las once, se le estaba pagando a la gente. La verdad, ser checador era una responsabilidad. JORGE: Y al que llaman mayocol, ¿qué trabajo hacía? EDESIO: El mayocol era a quien le decíamos checador. El mayocol era el mismo checador, así es. Pues él dividía el trabajo. Por ejemplo, si una parte de los trabajadores hacía, lo que llaman la roza entre las plantas del henequén, es decir la limpieza del henequenal, los ponía en una lista aparte. Es decir, esta persona hizo la limpieza en los plantíos, esta otra extrajo la fibra, y esta otra persona hizo la cosecha de hojas de henequén. Antes de que la hoja alcanzara su tamaño adecuado, o si ya había alcanzado su tamaño adecuado se marcaban las plantas con tierra roja o con cal. Entonces cuando los cortadores de hojas llegaban a la plantación de henequén, veían cuáles plantas estaban marcadas. Y así se daban cuenta que ya era tiempo del corte. No lo empezaban a cortar así nomás como ellos quisieran. Era necesario que estuvieran marcadas. Con eso se señalaba que la fibra ya estaba lista para el corte, así es. Ésa era la responsabilidad del checador. Y el checador, al que también le llamábamos mayokol, él llevaba la lista. Y había otro, el escribiente. Él hacía... más bien, él también llevaba un control de las nóminas que se llevaban a la agencia donde pertenecía cada sociedad productora, para que se pudiera sacar la raya y pagarle a la gente. Esto, de acuerdo al trabajo que cada uno había realizado. Era muy bonito, pues todo estaba controlado. JORGE: ¿Cuántos plantíos de henequén había aquí? EDESIO: ¿Lo que se trabajaba aquí? Como antes trabajábamos unidos, pues se conformaba una sociedad grande, pues se trabajaba de común acuerdo con la sociedad de Acanceh y la de Seyé. Eran tres grupos grandes. Cada grupo o sociedad tenía sus propios plantíos. Así que Acanceh tenía sus propios plantíos, como se trabajaba de común acuerdo con ellos, pues todos iban a los terrenos de Acanceh. Cuando se agotaba el trabajo en los plantíos de Acanceh, bajaban a los plantíos que le pertenecían a la sociedad de este lugar (la hacienda Canbicab). Cuando se agotaba la producción de aquí, iban a la sociedad de Seyé. Mientras tanto, pasaban las semanas, y allí donde se había trabajado primero, se estaba empezando a cortar de nuevo. Pues el corte de hojas de henequén, en un plantío, se hacía tres veces al año, es decir, cada cuatro meses. Cada cuatro meses se cosechaban las hojas de henequén. Entonces, cuando se observara que la planta estaba en buenas condiciones y ya tenía suficientes hojas, pues ya se podía cortar de nuevo. Las hojas ya estaban listas. No se cosechaba cuando quisieras. Y así, ése era el trabajo que la gente hacía en aquel tiempo. En el lugar donde se prensaban las pacas, había un responsable. Él tenía que vigilar cómo se hacían las pacas, cómo se debía de empacar la fibra. De manera separada se empacaba la fibra corta, y aparte se empacaba la fibra clasificada como B, aparte la A. La fibra clasificada como A, era la de mejor calidad. Para la fibra clasificada como Manchado Largo (ML) había uno que la marcaba. Así que tenemos; la paca esta es A, ésta otra es B, ésta otra paca es C, ésta otra es ML, Manchado Largo, ésta es XL, manchado Extra Largo, pero manchado, es decir, A pero manchada. Así, cuando llegaba la persona que llevaría las pacas al Enlace, pues ya sabía cómo estaban clasificadas, ya sabía cuántas pacas eran de cada calidad, y también sabía cuánto era lo que se cobraba en el Enlace, y qué cantidad se estaba llevando. Todo eso era un trabajo coordinado. Era muy bonito, muy bonito RODRIGO: Don Edesio, ¿sabe cómo vivían los hacendados? ¿Y cómo vivían los trabajadores en la hacienda? EDESIO: ¡Ah! Pues sí, la vida de un campesino era de acuerdo con lo que era su trabajo. Pues era de acuerdo a su trabajo. Porque, desde luego, el hacendado era el administrador del campesino. Y el hacendado dependía de su conocimiento y del trabajo que el campesino hacía. Así que el campesino necesitaba del hacendado, y también el hacendado necesitaba del campesino. Ambas partes trabajaban de común acuerdo. Ésa era la vida del campesino, desde ese entonces, y hasta ahora, sólo que ahora han cambiado sus costumbres, y todo lo demás ha cambiado. Porque en aquellos tiempos, después de haberte pagado un salario, este, invertías un poco. Ibas a la tienda y comprabas algo. De acuerdo a cómo pensaba cada campesino, comprabas algo de despensa y la llevabas a tu casa, y se la dabas a tu familia. Así era como se procuraba la atención de cada familia. También, la responsabilidad del hacendado era la de proveer, pues, útiles para el trabajo, lo que se necesitara, como guantes y lo que te servía para operar la maquinaria, también lo que necesitaras en cualquier momento. Checaba que la maquinaria no tuviera fallo alguno, pues de eso dependía que el trabajador no sufriera algún accidente. Esa era la responsabilidad que un hacendado tenía. Además, si un trabajador necesitaba alguna cosa se la pedían a él. Si estaba en sus posibilidades enseguida se la proporcionaba. Si no, les decía: -Hoy no se puede, pero otro día sí. Otro día lo iré yo a comprar.- Pues así, se iba a Mérida. Y pues los campesinos, también tenían que aprender a saber esperar lo que solicitaban. A veces solicitaban un aumento, cómo diríamos, un aumento de salario, porque se daban cuenta de que en verdad lo necesitaban. El hacendado les contestaba: -Está bien, sí se los daré, pero no la cantidad que están solicitando. Estén seguros de que se los daré, pero en otro momento.- -Muy bien,- contestaban. Pues también se ponían felices. Así se trabajaba, así era la costumbre. También, si quieren, les platico cuál era la diversión de los campesinos de esa época. Eso era de acuerdo también con el patrón o del hacendado. Decía así: -Bueno, estos trabajadores, los trabajadores que están a mi servicio, necesitan un poco de diversión. Pues bien.- Para eso, contrataba a la orquesta del momento. Antes eran orquestas las que se contrataban para que se hiciera una fiestecita. Decía: -Voy a sacrificar dos reses para darles a los invitados.- Ya se sabía entonces, y se comentaba: -¡El patrón hará una fiesta, qué bien!- Todos estaban contentos. Entonces el patrón iba y sacaba o seleccionaba a algunas personas. Les decía: -Vayan por los bailadores.- -Sí, muy bien,- le contestaban. E iban por los bailadores del rumbo. Hay quienes venían de allá y otros de por acá. Pues se llegaba a juntar de quinientas a mil personas de fuera, y los lugareños se daban cuenta de la tanta gente que acudía al festejo. Desde el sábado comenzaba el baile, y el domingo, el domingo por la noche se hacía el baile de la vaquería.23 Y también el domingo el patrón les daba de comer a los bailadores, Y a toda la gente que había llegado de otros lugares, también les daba de comer. Los llevaban hasta el palacio.24 Pues la gente se ponía contenta. Así era como se divertían, así se divertían. El patrón, además, contaba con un huerto. Tenía toda clase de frutas, había naranja dulce, mango, papaya, mamey, había caimito. A veces decía: -Vamos a cosechar algo de naranja dulce para darles a los trabajadores.- -Pues 23 Baile regional del estado de Yucatán. 24 Cabildo de la hacienda. vamos.- Se traían bolsas de naranja dulce. Se bajaban las frutas. Y decía: -Tal día se las repartiremos a los trabajadores.- Se ponían contentos cuando todo eso terminaba. Un día antes de cada veinticuatro de diciembre, repartía las utilidades, de acuerdo a la cantidad de hojas de henequén. Pues eran miles y miles que cada trabajador había cosechado. Sacaba una parte y repartía el dinero. Pero en ese entonces el dinero era de pura plata. Todo eso que les cuento, en ese tiempo tenía yo como ocho años. Todo eso lo vi porque trabajaba junto con mi hermano. Cuando les daban sus utilidades a los trabajadores la ponían así, en su sombrero. Y se llenaba. Cuando aventabas el dinero, éste sonaba, era plata del cero siete veinte, era plata verdadera. Se les daba a todos y se ponían felices. Todos se ponían felices. Compraban ropa y calzado para sus hijos. Era algo bonito. Y para la nochebuena, en aquel entonces, el patrón le daba su rebozo y ropa a las señoras. Y a los trabajadores les daba un par de calzado, les daba ropa y cortes de tela para que los trabajadores se pusieran contentos. Era muy bonita la vida de la hacienda. Pero cuando se fue abandonando el cultivo, y se fueron abandonando los plantíos de henequén, las hojas empezaron a empequeñecerse. Digo que ya no era productiva la tierra. La producción bajó, así ya no costeaba y la tierra se fue quedando sin trabajar. La maquinaria, pues, no sé si alguna vez la han llegado a ver, no está lejos de acá, está abandonada, se abandonó. Era en la que trabajaba antes. ¡No hombre! Era muy bonita. Tenía su tren de raspa, el tren de raspa por donde pasaban las hojas. Cuando las hojas pasaban, así de este modo, por el otro lado salía ya la fibra extraída. Ya sólo era fibra. Nosotros en maya le decimos sosquil. Y había alguien que la recibía y otro que la amarraba. También había otro que la llevaba hasta el transporte que llamábamos plataforma, era pequeña: la llevaba hasta el secadero, y era tirada por pequeño caballo, al cual conducía. Había uno que esperaba la fibra para extenderla. Todo eso era el trabajo del henequén, así se trabajaba. Y así era como vivíamos. Actualmente todo ha cambiado, todo cambió. RODRIGO: Pero entonces, ¿por que? EDESIO: Pues para todo eso surgió la competencia, así es. Eso fue cuando se empezó a trabajar el petróleo. Actualmente, el petróleo interviene en todo, es una materia prima muy positiva. Hasta para la manufactura de los zapatos interviene el petróleo, para los peines. La ropa, pues actualmente ya no es completamente de algodón. También para los botones. Son muchas las cosas que se hacen con el petróleo. Antes las sogas se hacían con fibra de henequén, eran de sosquil. Actualmente la fibra se hace con el petróleo, la de henequén ya casi no se compra, aunque todavía se trae. Pues antaño, cuando había mucha producción, las plantitas de henequén, los pequeños viveros, se los llevaban hasta Nueva York, Nueva Orleans, Tanzania. Ahí las vendían, hasta allí se las llevaban. En una de las épocas que les platico, pues yo participé en un concurso. Fue para seleccionar a quienes irían hasta el lugar ese de Nairobi y Tanzania. Era para que se enseñara cómo se trabajaba el henequén, todo eso que ya les platiqué. Aquel que fuera seleccionado iría a enseñar allá cómo se hacía primero la limpieza, y que al tumbar los árboles se deberían de quemar. Eso era lo que se enseñaría allá Cuando aquí había mucha producción el excedente se llevaba allá. Pero cuando empezó a producirse más en ese lugar, pues lo de aquí se empezó a abandonar. Actualmente, hasta de allá traen la fibra, en barco la traen, pues todavía se trabaja. El gobierno todavía la trabaja, compra la fibra de allá. La de acá ya casi no se trabaja, pues la de acá es muy poca. Sólo hay en Motul y sus alrededores. Pues por el rumbo de Motul se encuentran los hacendados y los productores particulares. Son ellos los que todavía tienen un poco de trabajo. Es lo último que se está trabajando. Algunos de ellos todavía se dedican al cultivo del henequén. No lejos de aquí hay una hacienda que pertenece a Tahmek, se llama Holactún. Ahí todavía existe maquinaria para extraer fibra de henequén. Si ustedes tuvieran tiempo, en una de esas podrían ver cómo es el trabajo. Es muy bonito ¿Lo has visto? ¿Alguna vez has visto cómo se hace la extracción del sosquil, la fibra del henequén de la que les he platicado? Si tienen tiempo pueden ir a verlo. No está lejos de aquí, es la hacienda de Holactún. Es una cosa bonita, muy bonita. Todo lo que les he platicado, allí lo pueden ver. Así es como se trabaja: las hojas de henequén se colocan en el elevador y se suben por rollos. Cuando bajan se toman de esta manera y se desatan los rollos. Después pasan por unas cadenas. Cuando pasan por la cadena automáticamente son trituradas, así, de este modo. Y al final sale la fibra, el sosquil. Después de este paso, se lleva al secadero, y se extiende o se cuelga para que la fibra se seque. Si tuvieran tiempo, todo lo que les he platicado, allí apreciarían todo lo que les he platicado. Ése es el trabajo que se hace en la hacienda Holactún. Podrían pedir permiso y podrían entrar hasta donde se prensa la fibra, y hasta la bodega donde se almacena la fibra. Y también verían cómo se prensan las pacas y cómo se forman las pacas, y verían cómo están las pacas, así apiladas. Algunas tienen un peso de ciento cincuenta kilos y las más pesadas tienen como ciento ochenta kilos. Todas están cosidas, están todas elaboradas. Es muy bonito. En esa hacienda de allá, la hacienda que les platico, todavía se trabaja la fibra. Ojala que lleguen por allá. Si tienen oportunidad de ir, lo verían. Es algo muy bonito RODRIGO: ¿Pero ahora ya no hay? EDESIO: Sí hay, todavía hay. Todavía hay, sí. Todos los días se extrae fibra de henequén. Se trabaja de lunes a sábado, así es. Aunque no es mucho, pero sí hay. ¿Por qué no es mucho? Porque ya no hay suficiente hoja de henequén. De los lugares donde todavía hay un poco, de allí se les lleva. Eso es lo único que compran. Allí son los únicos que trabajan la fibra. Pues si quieren que les platique otra cosa, si está en mis posibilidades, se los platicaré RODRIGO: Don Edesio, se dice que hace mucho había hacendados que eran muy malos y castigaban a sus trabajadores. ¿Es cierto? EDESIO: Pero eso que pasó en aquellos tiempos tiene su historia. Pues yo, lo que empecé a vivir, a conocer, fue lo que te platiqué. En aquel entonces, nosotros tuvimos un hacendado que fue muy tratable, muy amable. Ellos aprendieron a valorar su trabajo. Pero de lo que ustedes comentan fue en la época de la esclavitud. En ese tiempo, como quien dice, los campesinos todavía no tenían experiencia para defenderse, aunque fuera un poco. Pero cuando adquirieron experiencia, cuando surgieron personas con más estudios, entonces cambió un poco la situación. Empezaron a protestar para que a la gente no la maltrataran. Pues les digo que eso no lo viví, pero sí lo he leído. He leído la historia de cómo los trataban en ese entonces. Conforme fue avanzando el tiempo, la gente comenzó a estudiar, y así se empezaron a dar cuenta, y se preguntaban: -¿Por qué se me trata así?- Entonces empezaron a protestar. Y los hacendados comenzaron a ceder. Pero hubo una época en la que existía la esclavitud, fue el tiempo de la esclavitud. Según cuentan que la gente tenía que hacer su fajina. La dichosa fajina era un trabajo, un trabajo que se hacía de gratis, y si no la hacías te castigaban. RODRIGO: ¿Cómo los castigaban? EDESIO: Te azotaban. Y si no, te encerraban en algún lugar donde permanecías aislado. No veías a nadie. Ni siquiera te daban a beber agua. Tampoco te daban de comer. Si te daban algo de comer, pues era poco, era algo que no te satisfacía el hambre. Ése era el castigo. Y era verdad que lo azotaban a uno. Todo eso sucedió hace mucho, sí sucedió. Hubo hacendados muy malos. Aquí, el dueño de esta hacienda en esos tiempos era don Liborio Cervera, y el hijo de este señor se llamaba Orlando Cervera. Cuando falleció don Liborio, le sucedió su hijo Orlando. Cuando falleció don Orlando se quedaron sus nietos. Entonces cuando los nietos se quedaron al mando de la hacienda, pues los plantíos se fueron abandonando. ¿Qué fue lo que hicieron estos jóvenes? Sólo querían obtener ganancias, no querían invertir para que se hiciera la limpieza, para que los plantíos se conservaran limpios y así se pudiera trabajar en el henequenal. Poco a poco se fue abandonando, fue desapareciendo. Al final se abandonó la hacienda, pues ellos, los nietos, no eran iguales al padre. No pensaban igual que sus antepasados. No pensaban correctamente. Claro que esto es sólo una plática. Pero ésa fue la historia, al menos de esta hacienda. Así fue como la abandonaron. Así que al morir el patrón, los que entraron como administradores, no le tomaron interés para trabajar la hacienda. Ellos sólo querían cosechar; que el dinero entrara. No querían desembolsar para que se pagara el trabajo en los plantíos, y se conservaran limpios. Así fueron acabando con los plantíos, y así fue desapareciendo el trabajo. Ahora, la gente de aquí, cada quien busca otro trabajo para hacer. RODRIGO: ¿Dónde? EDESIO: Pues en algún lugar, donde haya trabajo, allí nos vamos. Cuando termine el trabajo, regresamos de nuevo, así es cotidianamente. Pues la historia del henequén, pues ya pasó. Hubo y se trabajó en su tiempo, pero ya pasó, se acabó. RODRIGO: Don Edesio, ¿cómo era la vida en el tiempo de la esclavitud? EDESIO: En el tiempo de la esclavitud, la gente, cuando se le pagaba, no podía comprar lo que quisieran. Se les proporcionaba lo que el hacendado decía. Y la gente era enviada a la tienda donde les proporcionarían todo lo que se les iba a dar. La mayoría de los artículos eran de los propios hacendados. Sólo aparentaban que te atendían, pero en realidad no lo hacían. Si se enteraban que no ibas a comprar con ellos, te castigaban, te azotaban. También se comenta que en esa época, si todavía eras joven, aún si te acababas de casar, cuando amanecía el lunes tenías que ir a trabajar. Te daban las sogas para que amarraras los rollos de hojas de henequén. Te daban hasta dos mil sogas, y no te preguntaban si lo podías hacer, lo tenías que hacer. Eso fue verdaderamente la esclavitud, porque no se respetaban tus ideas. No tenías derechos. Así fue la esclavitud de esa época, porque para ellos no tenías derecho de hacer lo que quisieras. Fue muy triste, pues no eras libre. Tampoco podías andar por la calle así nomás. No se podía. No podías ir a Acanceh, no podías ir a otros poblados, ni a otro lugar, ni a la ciudad. Ellos tenían controlado todo. No eras libre. Y estaba prohibido andar por la calle a las diez u once de la noche. Te preguntaban: -¿Qué andas haciendo a esas horas?- Actualmente no es así. Actualmente gozas de libertad. Al lugar que decidas, allí vas a comprar. Lo que quieras comprar, si tienes posibilidades de comprarlo, lo compras. Sí, actualmente es diferente, pero antiguamente no. JORGE: Pues, buenos días, ¿cuál es su nombre? LUISA: Luisa. Luisa, Luisa Balam. JORGE: ¿Cuántos años tiene? LUISA: Ochenta y cuatro JORGE: ¿Dónde nació? LUISA: En Chabil, en una pequeña, pequeña… era como una pequeña ranchería, en donde sólo había cuatro casitas. Allí nacimos, y allí envejecimos. Hace 25 años que salimos para acá, (que llegamos a Peto). Pues nosotros allá en la selva experimentamos la pobreza. Ni siquiera estudiamos, para nada escuchábamos mencionar de la escuela. Nosotros, nunca supimos si había que estudiar. Pues la vida era triste. No había nada, ni siquiera hablo el español. Es como ahora, si me hablas en español, pues no sé, no sé lo que dices. Es poco lo que sabemos, eso fue lo que nos enseñaron, y pues eso es lo que hablo hasta la fecha. Pues yo digo que así es, que la vida para nosotros fue muy triste. No es como con los jóvenes de ahora; si ellos no quieren aprender, es porque en realidad no quieren, no les interesa aprender. Entonces, en esos tiempos, mi mamá y mis abuelos, decían; -Actualmente, jóvenes,- decían, -actualmente no vivimos en la pobreza. Tenemos una vida tranquila. En nuestros tiempos,- decían, -cuando anochecía, si contabas sólo con dos mudas de ropa, una la sujetabas debajo del brazo y te ibas a ocultar a la selva.- Porque venían las personas de uno de los dos partidos políticos que se encontraban en conflicto. ¿Cómo les decían a las personas que pertenecían a uno de esos dos partidos? Había… ¿cómo les decían? Uno era el Liberal y había… ¿cómo le decían al otro? ¿Cómo le decían al otro? Decían que había dos partidos. Por ejemplo, si tú, te negabas a incorporarte al grupo de esas personas, pues te asesinaban. En cualquier momento te asesinaban. Era en el pueblo de mi madre donde sucedían los asesinatos. Asesinaban a las personas mayores que no aceptaban ser reclutados por aquellos que andaban reclutando gente. Un tío mío, más o menos, vio todo eso. Cuando caía la noche, tomaba su morral, tomaba su morralito y se iba a la selva a dormir. Pues porque lo andaban buscando porque él no aceptaba ser reclutado por aquellas personas. Entonces, al abuelo de mi mamá le amontaban en la puerta de su casa los animales que otros cazaban; cuando amanecía allí estaban. Pues creo que era para que le echaran la culpa y dijeran que él los había matado. Pues el pobrecito huyo para que no lo asesinaran. No dormía tranquilo. Así, al anochecer se iba a esconder, al anochecer se iba a esconder. Otra cosa, ellos, mis abuelos, también, trabajaban para otra persona y eso lo aborrecían. También a ellos los iban a asesinar porque no estaban de acuerdo con aquellas personas de uno de los dos partidos que había. Por eso los odiaban. El papá de mi mamá, decía, - Pues voy a hacer un poco de milpa para la persona que nos tiene bajo su poder, y cuando yo tenga tiempo haré un poco para mí-. También era odiado por eso, porque hacía un poco para él. Los patrones de antaño querían que las cosas se hicieran sólo para ellos. Pues al anochecer, se iban a esconder, y nosotros lo veíamos. Como mi madre, pues tenía miedo, entonces el hermano de mi madre también venía a ocultarse junto con ella, y allí a él le regalaban algo de comer. Él se escondía en la selva porque no estaba de acuerdo con el partido que andaba reclutando gente. No recuerdo cuál era el nombre de ese partido. ¿No lo recuerdas, Lucy? Pues uno de ellos ¿no era el partido Liberal? Pero del otro partido no recuerdo su nombre. LUCY: Era el Socialista. LUISA: Ándale, sí es cierto. Era el Socialista y ése era el partido con el que nadie estaba de acuerdo. Por eso ese partido los odiaba. Pues todos, todos estos… todos aquellos que no estaban de acuerdo con el partido Socialista, cuando anochecía, los espiaban para asesinarlos. Las personas mayores lo presentían y se iban a dormir a la selva, no se entregaban a aquellas personas. Pues qué más, las cosas eran así. Uno de los parientes de mi madre fue asesinado. Le dijeron: -Vámonos, pues, o nos van a asesinar-. Eso escuchó el otro, que los iban a asesinar, y huyó. Al otro le pasaron a avisar pero no se fue. Dicen que estaba amaneciendo cuando pensó escaparse, cuando fue asesinado, y allí quedó tirado. Su hija fue apresada; dicen que se la llevaron a Mérida, caminando. Cuando la soltaron allá en Mérida, regresó. Dicen que caminó de Mérida hasta acá donde estamos. Quién sabe cuantos días estuvo caminando hasta llegar aquí. Así pues, el pobrecito de mi tío todo el tiempo se andaba escondiendo para lograr un poco de tranquilidad. Pasaba uno mucha pobreza. Sólo contaba uno con una muda de ropa y una batea. Dicen que había quienes lavaban su ropa sobre las piedras. Dicen que iban a la sarteneja25 y allí lavaban su ropa. Pues no tenían nada, pues uno pasaba mucha pobreza. Entonces, debido a todo eso había quienes decían que cuando anocheciera irían a esconderse en el interior de las minas de material, las canteras, pues porque así tal vez no los encontrarían. Cuando andabas por la selva, en los lugares donde no estaba mojado podías encontrar tirados algunos rebozos de las personas que allí estuvieron guarecidas. Era una vida muy difícil. Aquellas personas pasaron una vida muy difícil. En ese tiempo, en el que andaban reclutando gente, fue quemada la población de Nenelá. Todas las casas fueron quemadas con la gente adentro. De la misma manera fue quemada la población de Tso'k'a'aw, fue para asesinarlos a todos. También fue quemada la población de P'el Báakab. En Nenelá, una por una quemaron la casa de cada persona. ¿Por qué razón crees? Porque no había un acuerdo. Lo que querían era que la gente del Partido Liberal hicieran lo que los otros (los socialistas) hacían. Pero como ellos, los simpatizantes del Partido Liberal, no lo hacían, pues por eso los odiaban. Ahora sobre lo otro (la guerra de castas), eso no lo vi. Cuando salías a los alrededores de la selva en donde vivíamos, en esas grandes selvas, había piedras amontonadas de más de un brazo de alto, así como está amontonada ésta. Entonces, allí se balaceaban, porque allí se escondían para espiar a las personas a las que iban a matar. Nosotros preguntábamos: -¿Para qué sirvieron estas grandes construcciones? Nos decían que eran donde se balaceaban las personas de antaño. 25 Las sartenejas son formaciones naturales cóncavas en la piedra caliza donde se acumula el agua de la lluvia. Eso no lo vimos, pero sí vimos todas esas construcciones donde se escondían. Estaban por el rumbo del poblado de Chabil, por allá vimos todas esas cosas. JORGE: ¿En que año sucedieron esas cosas? LUISA: Ay Dios, hace mucho tiempo. Pues, no te digo que éramos apenas unos niños. Imagínate, yo ya tengo ochenta y cuatro años. Pues cuando sucedió todo eso, nosotros éramos muy niños. Nosotros sólo veíamos que nos tomaban de la mano y nos llevaban a la selva a ocultarnos. Pero eso se debió a que los compañeros se negaban a ser reclutados por aquellas personas (los Socialistas). Mi mamá decía: -En una de esas hasta a nosotros nos asesinan, mejor vamos a dormir a la selva-. Y nos íbamos a dormir a la selva, a la selva nos íbamos a dormir. En ese tiempo éramos pequeños. Mi mamá y su familia sí sabían en qué tiempo sucedió eso. Pues yo, te digo, ya tengo ochenta y cuatro años. En ese tiempo tenía yo como diez años, y eso ya tiene muchos años. Eso sucedió hace como noventa años. Un primo mío que ya murió, tenía noventa y ocho años cuando murió, sí vio algo de eso. Vieron un poco de eso, aunque no todo. Era difícil la vida de entonces. JORGE: Y sobre la guerra que dicen, la guerra… la que fue hecha por los indígenas mayas ¿no sabes nada? LUISA: ¡Ah! Eso, no lo sabemos. Sólo hemos escuchado que lo platican. Los indígenas mayas de los que hablas, también, pues, debe de ser que los mataban ¿Si no por qué razón recogían sus trastes y se iban a esconder en el interior de las minas de material? Cuando algunas personas andaban cazando, si cazaban o si sólo herían a la presa, éstas a veces entraban al interior de la mina. Las personas las seguían hasta allí y al entrar al interior de la mina y enfocaban sus linternas… pues no sé si han escuchado hablar sobre unas petacas tejidas de palma, se llaman maletas, pues encontraban unas maletas. Dicen que abrieron las maletas, como no se veía a nadie, pues suponían que sus dueños estaban muertos, y únicamente encontraron sus utensilios. Al abrir la tapa de las maletas allí se encontraban todavía la ropa y los platos de esas personas, todo estaba allí. A veces, en el interior de las minas de material, hasta cinco maletas encontraban. Pues parece ser que no era sólo una familia, probablemente eran más. Pues parece que se juntaban y huían porque los iban a matar. Pues todo eso, en realidad no lo vi, sólo escuché que lo platicaban. Dicen que al encontrar los trastes y las ropas, pues no estaban podridas. Como en el interior de la mina no entra agua, ni nada, eso los protegía. Pero ¿sabías que ellos mismos cosían su ropa? Tenían herramientas especiales, mi papá sabía cómo eran. Tenían unas pequeñas maderitas especiales para que golpearan lo que cosían, así hacía su ropa la gente de esa época. Así lo hacían. Sembraban mucho algodón, después lo piscaban. Sembraban mucho. Cuando terminaban de sacarlo de la cáscara, lo limpiaban y empezaban a piscarlo, a piscarlo, a piscarlo. Al final hacían la paca, lo hacían de este modo. Entonces buscaban hacer una pequeña cosa, más o menos así, y tenían unas maderitas que preparaban de este tamaño. Después tomaban una pequeña jícara de este tamaño, porque antaño se utilizaban jícaras, y se le agregaba cal. Eso sí lo he visto. Tomaban el algodón y con los dedos formaban el hilo. Lo iban estirando y lo enredaban a la madera, y de nuevo formaban el hilo con los dedos. Lo estiraban más o menos de este largo y rápidamente lo enredaban a la madera. Todo eso sí lo llegué a ver, cómo se cosía, también llegué a ver cómo se hacía la ropa. Lo hacían del mismo modo que se hacen los morrales y otras cosas tejidas, tenían unas maderas especiales. Tengo un cuñado que hasta ahora vende esas cosas, son unas maderas especiales. Cuando terminaban la ropa le cosían la orilla. Actualmente le hacen sus flecos, igual lo hacían con esas maderitas. Aunque actualmente no lo hacen así, lo hacen de manera diferente. Son muchas las cosas que uno sabe. A veces mi hija me dice: -Por favor, descansa, por favor descansa-. Y si a uno le regalan algo de comer, pues qué bien, si no, uno sabrá. Le digo: -¡Ah! No quiero acostarme. Además, ¡de cuántas cosas me acuerdo que he visto y escuchado!- Le digo: -Creo que si me acuesto en ocho días estaré muerta-. Es por eso que todavía ando y sigo escuchando la plática de otros, pues así me siento bien. Además, ¡qué me voy a acostar! Si no estoy acostumbrada a eso. ¡Estoy acostumbrada a trabajar! Nosotros, en aquellos tiempos, cuando amanecía ya estábamos en la milpa. Si era tiempo de tumbar la selva, andábamos cortando arbustos y las ramas bajas de los árboles. El difunto de mi papá, nos decía: -corten los arbustos y las ramas bajas de los árboles, yo voy a cortar los árboles grandes-. Como éramos mujeres, pues hacíamos ese trabajo. También si había que desyerbar debajo de los elotes, lo hacíamos, si había que sembrar lo hacíamos. Todo el trabajo de la milpa lo hacíamos porque de eso vivíamos. Allí nos ganábamos la vida, había suficiente para comer, se lograba mucha cosecha. No es como ahora. Actualmente si no le pones su fertilizante no logras nada. Antes no era así. Había suficiente cosecha que hasta allí se echaba a perder. Así fue como crecimos desde pequeños. En cambio, sobre la ropa de la gente de antaño, no había. Solo tenías dos mudas, una te la ponías y la otra la guardabas, así era en ese entonces. Actualmente, les digo a los muchachos, hasta en las afueras de la población, en los basureros, si anduviéramos por allá, encontraríamos ropa. Si eres muy pobre y no tienes, y encuentras alguna ropa, la lavas con cloro y listo. Pero antaño, qué va, no había. Casi nadie tenía, sólo los que tenían dinero contaban con tres mudas de ropa. Pero una persona pobre, sólo tenía una muda. De las cosas que sucedieron del pasado, las que te platico, hay quienes sí lo vieron. Pero lo más antiguo nosotros no lo vimos. Sólo escuchamos que lo platicaban. A veces cuando voy a Cancún, con mi hija, mis nietos me dicen: -Déjanos sentarnos a tu lado y platícanos un cuento para que escuchemos, pues nosotros necesitamos un cuento.- Pues ellos sabrán para qué les sirve. Entonces yo les cuento y ellos se ponen a escribirlo, de ese modo lo hacen. Fíjate que los cuentos son de esas tantas cosas que uno sabe, son de esas cosas que uno escucha, pero hay cosas que no hemos visto. Lo que sí hemos visto es la pobreza, la tanta pobreza en la que crecimos. Aunque en la actualidad también somos pobres pero ya no tanto. Puesto que los muchachos trabajan, pues hay de dónde obtener ayuda. Hay quienes me regalan algo de comer. Antiguamente era algo parecido, había algo de comer, se tenían algunas cosas, pero si era calzado u otra cosa no había. Lo que utilizábamos era un calzado hecho con tiras de hilo, creo que Don Gamaliel sí los conoce. Aquí (señalando sus pies), los cinchas y los atas trenzándolos. Nosotros, a cualquier lado que fuéramos ése era el tipo de calzado que utilizábamos, ya sea al andar en el pueblo o al ir de compras. Ése era el calzado que utilizábamos, no eran como estos (señalando sus sandalias). Si fueran como éstos, pues hubiera sido mejor. Pero no, utilizábamos sólo ese tipo de calzado. Pues así de cosas, vimos mucha pobreza. GAMALIEL: Platícanos acerca de los que les llaman “los dueños del monte”, Doña Luisa. LUISA: ¿Los dueños del monte? ¿Las personas que tienen su propiedad…? GAMALIEL: No, de los que llaman Los Señores (deidades) del Monte. LUISA: ¡Ah! ¿De las deidades del monte? GAMALIEL: Ándale, sí. LUISA: ¡Ah, eso! Nosotros, cuando empezamos a tener uso de razón, pues no te digo que íbamos a la milpa. Cuando era tiempo de desyerbar debajo de los elotes, pues íbamos a desyerbar debajo de los elotes y así los hacías crecer. En ocasiones mi mamá decía: -voy a asar una gallina para que lleven a la milpa. También voy a cocer saka'.-26 También sacaba trece pequeñas jícaras, eran unas jícaras pequeñas. Primero hervía un poco la carne de gallina y después la asaba al carbón. Después de que la terminaba de asar, mientras hacía eso, rápidamente ponía a moler el saka'. Cuando terminara con el saka', molía la masa y con eso hacía trece tortillas. Sólo cuando nos dábamos cuenta, mi mamá se asomaba en la milpa. Nosotras estábamos trabajando en la milpa, y traía con ella el saka', la gallina y las tortillas. Después mi papá, con unos palos, hacía el altar en el cual se pondrían las ofrendas y hacía una cruz. Pues nosotras comíamos de eso. Nos criaban y comíamos. 26 El saka' es una bebida hecha de maíz, cuyo nixtamal se prepara sólo con agua y sin cal. Se presenta como ofrenda en las ceremonias agrícolas Cuando todo eso terminaba nos íbamos, y regresábamos a la milpa después de un tiempo. Mi papá, cuando ya lograba terminar de cosechar y de desgranar el maíz, decía: -voy a hacer la primicia de la milpa-. Para eso apartaba al menos dos guajolotes grandes. En ese entonces había animales para comer, de tal manera que él sacó dos guajolotes y algunas gallinas. Sacrificaron a los animales y se mandó llamar a quién haría el rezo, porque para eso sí se reza. Después se hicieron los panes de maíz para ser cocinados en un horno hecho en la tierra. Después de cocerse los panes de maíz se hacía una sopa con ellos. También se hacían panes de maíz untándoles, a cada capa de tortilla, semilla de calabaza tostada y molida. Cuando todo ya estaba listo y todavía no se ha sacado ningún pan del horno, el que está haciendo el rezo también va rezando alrededor del altar. Entonces, cuando toda la comida estaba lista quien estaba haciendo el rezo le iba rezando. Cuando todo terminaba, se repartían todas las cosas para comer. Eso era lo que yo veía que mi papá hacía en esos tiempos. También hacían novenas, decía que era para Dios. Hacía novenas, hacían de todo. JORGE: Respecto a los Señores de la Selva, alguna vez… LUISA: ¿Escuché que hablaran de ellos? Sí. JORGE: ¿Sí? LUISA: Cuando fuimos a vivir a la selva, cuando nos fuimos de Chabil. En ese entonces, teníamos nuestros animales, pues nos corrieron del lugar donde vivíamos, del ranchito donde vivíamos. Nos dijo un señor: -A ver dónde irán ustedes porque ahora este lugar es mío-. Y mi papá le dijo: -Pues no, no es tuyo-. Le dijo, -Tú no sabes nada. Lo de aquí, tampoco lo compró mi padrino, lo encontró, así que tú no eres nada-. Y el señor le respondió: -Pues no sé, pero ustedes tendrán que abandonar este lugar-. Así que recogimos nuestros animales y nos fuimos para un pequeño poblado, y allí estuvimos viviendo. Pero entonces en el pobladito donde fuimos la tierra era poco fértil. Por las noches escuchábamos maullar unos gatos, ¡pero qué! No había ningún gato. Era una pequeña extensión de selva y allí no había nada, pues no había nada. Pues como ves, cuando amanecía no había ningún gato, ningún gato. Sin embargo, cuando anochecía y daban las doce o las once, a un costado de una pirámide derruida, andaban maullando los gatos. En ese entonces, le sucedió algo raro a una sobrina mía. Era ya grandecita, como de la talla de esta mi nieta. Un día llegó un señor al ranchito. Como mi hermanito tenía sus reses, pues el señor tenía la intención de comprar unas reses, y le dijeron a la niña que andaba por allí: -Anda a enseñarle las reses al señor-. Y fue la niña. Pero esa persona no hablaba bien, no hablaba muy claro. Entonces la niña fue y le enseñó. El comprador dijo: -Sí, ya las vi, mañana regreso por ellas-. Y la persona se marchó pero también vino la niña. Como a las cuatro escuchamos que la niña hablaba raro. La niña no podía hablar. Cuando hablaba parecía que tenía la nariz tapada. No le salía el habla. Le dije a mi cuñada: -Ya te fijaste, la niña a la que enviaste a enseñarle el ganado parece como si estuviera imitando cómo habla el señor-. Después le comenté: -¡Cómo iba yo a saber que la niña estaba diciendo que ya la había atrapado el aire de las ruinas!- Pues en ese momento no sabía yo lo que tenía la niña, porque no podía hablar. Ay Dios, ya entrada la noche, cuando la niña quería tomar agua, no podía. Se le salía por la nariz, y así le siguió. Y dije: -¿Cómo le vamos a hacer? Pues a esta niña hay que llevarla, hay que llevarla para que le saquen su suerte y adivinen qué le sucedió-. Entre nuestros parientes había quienes entendían sobre sacar la suerte, así que cargaron a la niña y se la llevaron. La niña estaba mal, no podía hablar. Tenía la boca abierta. No podía respirar con la nariz. Tampoco podía comer. Todo eso le sucedió a la niña durante el día hasta entrada la noche. Entonces se llevaron a la niña para que la vieran. Después les dijeron a los padres: -Aquí hay una pirámide (en ruinas), aquí hay otra pirámide-, pues había muchas ruinas alrededor del poblado donde fuimos a vivir. Y de nuevo les dijeron: -Fue el aire de las pirámides lo que se cargó la niña. Aunque apenas la tocaron, si no, jamás volverías a hablar con tu hija. Afortunadamente sólo un poco de aire cargó la niña-. Por último les dijeron: -Tendrán que hacer unos panes de maíz, de la misma manera como se hace una ofrenda a la milpa. También tendrán que hacer el k'óol, panes de maíz enterrado y todo lo demás. Para todo eso tendrán que llamar a un Jmeen27 para que haga el rezo-. Y respondieron: -Pues muy bien-. Como la niña ya no hablaba, empezaron a buscar que hacerle. Tampoco podía tomar sus alimentos y por eso buscaban que hacer por la niña en esos momentos. Uno de los parientes, dijo de nuevo: -Mañana deberán de hacerlo, pero no quiero ser yo quien haga el rezo, busquen a otro-. Uno de mis tíos quería hacerlo, dijo que sí haría el rezo para hacer la ofrenda del k'óol. Después hablaron con él y dijo: -Muy bien, yo haré la ofrenda. No es necesario que le hablen a un Jmeen-. -De acuerdo- le respondieron. Entonces, prepararon la comida y enterraron los panes de maíz. Todavía no empezaba el rezo y la niña comenzó a respirar bien. Parece como si algo que le salía de la nariz no lograba salir. De todos modos comenzaba a aliviarse. Pues ya 27 El Jmeen es el sacerdote tradicional maya. para el atardecer se hizo todo lo que les recomendaron hacer, y con eso la niña se puso mejor. Sanó completamente. Vive hasta hoy, ya es una anciana. No le regreso ese mal. Pero, ¡qué! La persona que presentó la primicia, murió. Pues se comenta que él solamente hizo la primicia sin precaución. Era necesario que los ancianos le dijeran que después tenía que lavarse la cabeza, y fue eso lo que no hizo. Le sucedió lo mismo que a la niña, dejó de hablar, eso le pasó. Dos años permaneció sin hablar y murió. Para nada volvió a hablar. Por último, murió. Así, en el lugar donde fuimos a vivir, allí escuchaba maullar a los gatos todas las noches. Pues después de haber hecho la primicia, todo eso se calmó, se calmó completamente. Solamente en una ocasión más vi allí una cosa rara. Esa cosa era de este tamaño. Si vieras, se parecía a la garganta del guajolote cuando está emitiendo un sonido. Eran como a las doce del día. Detrás de la casa había una pirámide derruida, pero casi no se notaba. Me dije: -¿Qué es lo que estarán viendo los guajolotes?- Yo estaba yendo por agua y veía que estaban haciendo mucho ruido y andaban inquietos. Y fui a ver que pasaba. Caminaba con mucho cuidado, porque sabrás que yo les tengo miedo a las serpientes, y empecé a ir despacio, con cuidado fui a ver qué era. Al llegar vi que los guajolotes tenían rodeada a esa cosa. Y observé que esa cosa tenía levantada la garganta a cierta altura. Estaba acechándoles la garganta a los guajolotes, la doblaba de un lado para otro. La cosa ésa se encontraba en el centro de un agujero que tenía la pirámide derruida. Pues yo estaba parada, esperando. -¡Dios mío! ¡Qué es esta cosa!- Era de este tamaño, no tenía pies, y tenía la barriga plana. Su lomo era como… ¿conoces al tepezcuintle? Pues tenía el lomo como ese animal, traía unas rayas en el lomo. Yo seguía parada. Hasta tenía puesto un pie así como si fuera yo a correr cuando esa cosa brincara. Estaba yo observándola y vi que estaba jadeando entre los guajolotes. ¡Pues qué! Nomás cuando me di cuenta, ¡uup! cayó del otro lado y no la volví a ver. Creo que debió salir de debajo de la pirámide, pues allí mismo regresó. Ay Dios mío, todo eso sí es muy cierto. Son de las tantas cosas que he visto. Así con eso, no regresó de nuevo a asustarnos esa cosa. Para nada regresó a asustarnos. DON PABLO COX TIMUL, MUNICIPIO DE PETO, YUCATAN (ochenta y cinco años, monolingüe) JORGE: Y sobre las yerbas medicinales, ¿dónde aprendió Ud. eso? ¿Dónde aprendió a curar con yerbas? PABLO: Ah, fue hace mucho tiempo. A mí me lo platicaban los ancianos de donde fuera que yo andara. Me decían: -Este tanto de hierba es medicina, ésta es medicina, ésta otra es medicina.- Y yo preguntaba: -¿qué es lo que cura?- Había quien sí me decía. Sí, había quien sí me decía y así logre entender mucho. Por ejemplo, el xkampets'ul con chakmoots es para los granos negros.28 Hasta los que están así bien negros. Incluso si ya se infectaron, se curan con hojas tiernas del roble. Se muelen las hojas y se lava la herida. El xchakmoots, su raíz parece un hilo rojo, como del grosor de mi dedo. Y la contrahierba es para que la beban las personas que tienen gas en el estómago. JORGE: Ahh, entonces se llama contrahierba. ¿Qué clase de hierba es? MARGARITA: La contrahierba de la que habla, es medicina. 28 Los granos negros son las picaduras de insectos que se infectan. PABLO: Es como aquella. Tengo mucha de esa medicina. Allá está, (en una bolsa) detrás de la puerta. También tengo muchas medicinas de las que se raspan. Está la raíz del elemuy, está la raíz del t'unche', está la raíz... existe la raíz del waako y del xtancasche'. Son medicinas efectivas. JORGE: El xtancasche', ¿qué es? ¿Para qué es? PABLO: Es para los gases del estómago. El waako es para los gases. Cuando veas que tu estómago está de este tamaño, dices: -¡¡Aaah, voy a ir al doctor!! ¿Cuánto cuesta?- -Doscientos pesos,- te dicen. Sí, hay ese tipo de doctores. Preguntas: -¿Cuánto vale doctor? -Trescientos pesos,- te dicen, sobre todo cuando él escuche cuánto ganas, uuj. Es un demonial, trescientos cincuenta, cuatrocientos pesos. JORGE: ¿Cómo se prepara? ¿Cómo se prepara? PABLO: Lo raspas. JORGE: ¿Lo raspas? PABLO: Hasta tengo plantado el lepoliyo. ¿Cómo se le decía también al lepoliyo...? También tengo hierbabuena, epazote, para las lombrices. El epazote con... ¿cómo se llamaba la otra hierba...? El toronjil. El toronjil es efectivo para el estómago, es para cuando has acumulado mucho gas en el estómago. También sirve para las lombrices; cuando uno tiene mucha lombriz a veces hasta por la nariz le salen a las personas, le rebosan. Si tienes la yerba, prepárala y tómatela. Si no, vienes conmigo. JORGE: Sí, sí son buenas las yerbas medicinales. PABLO: Sí es mejor. ¡Pues qué! Acaso no en una ocasión cuando llegamos acá yo y esta señora (habla de su esposa), ya la había yo llevado dos veces al doctor. Creímos que así sería más rápido. ¡Pues no! Siguió enferma. Le preparé su medicina, puse agua en el fuego. Como ves, quedó bien, aquí la tienes, se le calmó por completo. A mi hija Berta, también dos veces la llevamos al doctor, pero no se curó. Mejor le preparé yo su medicina, y se curó por completo. Me decía: -Anda y dile al INI.- Le digo, -¡Si no estoy loco!- Eso sería motivo para que me agarren odio mis compañeros. Y eso es cierto, además al poco tiempo me embrujarían. Sí, es verdad. JORGE: Sí, así es… PABLO: A veces me preguntan, -¿Cuánto es por la medicina? ¿Cuánto es por la medicina?- Les digo, -lo que tengas de voluntad, lo que quieras darme, pero si no tienes, ni modo-. Es por eso que estoy así, en estas condiciones. Pues ¿no lo dijo muy claro el Dios verdadero? No debes de hacer negocio con ninguna persona. Si tienes voluntad de pagar, lo pagas. Si no tienes, pues no. Pero ya te curaste, y eso Dios lo está viendo, ajá. JORGE: Por eso también te ayuda. PABLO: También me ayuda a realizarlo. JORGE: Claro. PABLO: Una señora que vive acá, le dolía la vesícula, y estaba llorando. Ya le habían hecho su ultrasonido. Pero le dije; -Aquí tienes esto.- Le preparé su medicamento. Después de tres días ya se le había pasado el dolor. Se le pasó completamente. Le dolía la vesícula. Estaba mal del hígado, era bilis. JORGE: ¿Qué le dio? PABLO: Eso, esa clase de medicina de la que ya te hablé. JORGE: ¿Qué hierba es? PABLO: El elemuy. JORGE: El elemuy. ¿Y lo molió, o cómo…? PABLO: Sí, lo raspé. JORGE: ¿Raspado? PABLO: Ajá. JORGE: Pero, ¿lo preparaste con agua? PABLO: Con agua, una botella. ¡Hermano! Se curó muy rápido. A los dos días, ya se había curado completamente. JORGE: Y, respecto al… (señalando a la espalda) PABLO: ¿Al mal de riñón? JORGE: Sí, ¿con qué hierba, con qué hierba…? PABLO: También, con esa misma. JORGE: ¿También con esa misma (el elemuy)? PABLO: Sólo que hay otra manera… JORGE: ¿Hay otra? PABLO: Hay otra manera de prepararla, así es. JORGE: También, cuando alguien tiene dolor de oído. PABLO: ¡El dolor de oído! Eso te lo curo de manera efectiva. Si yo no soy j-meen,29 pero sí sé otras cosas. JORGE: ¿Pero qué clase de hierba es? PABLO: Para esa clase de dolor, no utilizo ninguna clase de hierba. JORGE: ¿No utiliza hierbas? PABLO: No se cura con hierba. JORGE: ¿Con qué cosa? PABLO: Para eso se utiliza un pequeño bicho, pero creo que no lo conoces. Es un bichito de este tamaño. JORGE: ¿Cómo se llama ese bicho? PABLO: Es un pequeño gusano. JORGE: ¿Es un gusano? 29 El J-meen es el sacerdote tradicional maya del culto agrícola. También es considerado un curandero o herbolario. Véase la narración de Don Isidro Rodríguez, infra. PABLO: Pero no sé exactamente cómo se llama. Creo que se llama chan pecheel, es delgadito. Le sacas el aceite aplastándolo y te lo pones en el oído. Te inclinas hacia un lado, de este modo. Cuando me junté con esta señora, cuando me casé con ella, le daba mucho dolor de oído, y lloraba mucho. Pues la agarré y la curé. Eso fue hace mucho y hasta ahora no lo padece. Pues quedó bien. JORGE: Quedó bien, ajá. PABLO: Así es con el dolor de oído JORGE: Así es el dolor de oído. PABLO: Sí... ¡Ave María! Mira como son las cosas... también está el dolor de muela. JORGE: Así es. ¿Y el dolor de muelas? PABLO: Pues es muy doloroso. JORGE: ¿Y qué hay para el dolor de muelas? PABLO: Pues para el dolor de muelas, nosotros utilizamos la ortiga. Ahora te explico cómo. El jugo de la ortiga te lo pones así. JORGE: Pero, ¿por detrás? PABLO: No, por afuera, por donde está el hueso. También hay otras hierbas como la hierba poluxión, la hierba corrimiento, y el xjulche', que son yerbas medicinales y se utilizan para eso. JORGE: El xjul che', ¿para qué sirve? PABLO: Para el dolor de muelas. JORGE: ¿Es para el dolor de muelas? PABLO: También está el xjul ik. Es para el dolor de espalda. Si sientes dolor en tu espalda, -¡Aay, aay!-, y ya ni siquiera puedes abrir las piernas. Si conoces la hierba, sí la encuentras. JORGE: ¿La hierves? PABLO: La hierves y te lavas la espalda con eso, así. JORGE: ¿Y para la reuma? PABLO: Para la reuma, no estoy de acuerdo con eso, con lo que se usa para curarla. Pero la reuma, ¿sabes con qué se cura? Te lo voy a decir: con el chi'ople' y el xpokláan pix. Esa hierba creo que no la conoces. JORGE: No, no la conozco, ni tampoco el xpokláan pix. PABLO: Ja, ja, ja, ¿no la conoces? Es como de este tamaño, tiene divisiones como de este tamaño, parece el tallo de la caña de azúcar. Le quitas las hojas y las tuestas junto con el xchi'ople'. ¿Lo conoces? JORGE: ¿El chi'ople'? PABLO: Sí. Debe de haber en tu pueblo. JORGE: Creo que sí hay, pero no… PABLO: Seguro que sí hay, incluso es un árbol que se cultiva. JORGE: ¿Su hoja? PABLO: Sí, su hoja. JORGE: ¿También la hierves? PABLO: La asas y te la pones así, con eso te lavas los pies. Después, lo envuelves. Es decir, una vez untado, y que el interior de la casa se haya calentado, entonces envelves bien tu pie con eso y te acuestas. JORGE: Sabe Usted mucho. PABLO: Sí, mucho. También soy partero. JORGE: ¿Sí, también eso sabe? PABLO: Sí sé; soy partero. Pregúntale a ella (su esposa). MARGARITA: Todos mis hijos, y los hijos de mis hijos, él los vio nacer. Sólo él los vio nacer. Ha visto nacer muchos niños… a todos, él los vio nacer. PABLO: Hasta sé sobar a las señoras. JORGE: ¿También las sobas? PABLO: Sobo a las mujeres, sobo a las personas. MARGARITA: ¡Cuántos niños! Si te contara… PABLO: ¿Recuerdas cuando fuimos a Sabacché? MARGARITA: Como sesenta niños ha visto nacer. Con ninguna de ellas ha intervenido ni las ha visto el Doctor. Y a ninguna le ha dado mal parto. Solo él las atiende. Recibe al niño y le corta su ombligo. Él ha visto nacer muchos niños. JORGE: ¿Cómo te llamas? ARMANDO: Yo, Armando Chablé Yah. A mí me gusta andar por ahí, paseando. Me gusta ira al pueblo. También me agrada, me agrada la escuela. Yo terminé mis estudios. Y la verdad me gustaría, que así como terminé mis estudios, continuar estudiando. Ya con el tiempo aprenderé algo más. Y otra cosa, si yo aprendiera más, pues podría ir donde sea. Podría obtener un buen trabajo. Podría trabajar en cualquier lado. Eso es lo que me gusta. Es importante que todas las personas que no terminaron sus estudios los terminen. Pues el estudio es importante para todos. También aquellos que les gusta el trabajo de la milpa deberían de hacerlo con todo su entusiasmo. Otra cosa que me gusta es trabajar en la milpa. Me gusta ir a desyerbar, me gusta ir a hacer milpa. Me gusta ir a cosechar chile. Pues si sembramos chile hay que ir a limpiarlo de la maleza, y todo lo demás. Ya para la temporada de cosecha, da bastante. Y cuando hay buena cosecha pues a uno le deja algo de ganancia. Y otra cosa, es bueno que nosotros trabajemos porque eso es muy necesario. Ahora que uno es joven es importante trabajar. Y así podrás lograr un poco de aquello que necesitas. Es por eso que a mí hasta me gusta andar tocando en un grupo musical, pues me gusta tocar. Cuando vamos a tocar en un pueblo grande, pues me agrada ir, porque me gusta pasear por el pueblo donde voy a tocar. Y también, la verdad, a mí me gusta estudiar, pero la verdad no pude continuar para terminar (la preparatoria). No tuve la oportunidad de terminarla. Más bien no tuve posibilidades para terminarla. Mi papá no tuvo los recursos para que yo la terminara. Bueno no hubo manera para terminarla. Otra cosa que me gusta es ir a pasear a las ciudades, pero también me gusta ir a la milpa, sobre todo cuando voy y regreso sin que me haya pasado algo malo. Aunque en realidad yo sí me cuido. Porque la verdad hay personas que sólo andan haciendo tonterías, y pues eso no está bien. Deberían de cuidarse. No deberían de hacer sólo tonterías. La verdad yo soy una persona noble, soy muy noble. No soy una persona que ande buscando pleito. Soy muy tranquilo. No me ando metiendo en problemas. Es mejor que uno no tenga problemas, y no que tuvieras por ahí algún disgusto con otras personas. Pues eso no estaría bien. Es mejor que uno ande por ahí tranquilo y no que andes con problemas. Y la verdad es mejor que no tengas problemas con nadie. Pues así podrías platicar con quien tú quisieras. Pero si tuvieras problemas con alguien, cualquiera te miraría mal. Te harían burla, o te harían alguna cosa mala. Es por eso que no deberías de andar buscando problemas. Es mejor hacer las cosas bien y no hacer las coas mal. Pues cuando haces una cosa mala pues, al final de cuentas, no te sales con la tuya. Pero si haces una cosa bien, pues te va bien. Y si también le haces daño a otra persona, pues eso tampoco está bien. Ni que él tampoco te haga algo malo. Es por eso que uno debe de andar tranquilo y no andar con problemas. La verdad es necesario que a cada muchacho le llames la atención para que se porte bien. Porque hay quienes son tercos y no te hacen caso. Enseguida buscan pleito. Enseguida se hacen de palabras y pues eso no está bien. Es necesario que les llames la atención. Y otra cosa, si también los tienen consentidos, pues sólo andan haciendo locuras. Pero también es importante aconsejarlos, para que obedezcan, porque si no, se pasan de la raya. Y hay otros que deberían de ser más nobles, porque si no hay otros más atrevidos, pues más atrevidos quienes le pueden hacer daño. Eso tampoco sería algo bueno. Pues podría buscarse que le hicieran algo malo. Por eso no estaría bien que anduviera buscando pleito. Hay otros a quienes les gusta ira a buscar pleito al pueblo de otros. Hay quienes después de ir a buscar pleito, después de que les han hecho daño o alguna otra cosa, regresan y ni así están contentos. Después de eso se calman. Después, y al final de cuentas, él mismo sufre las consecuencias. Es por eso que aquellos que son tercos se deberían de cuidar. Necesitan calmarse y no deberían de andar buscando problemas con otros pues no eso está bien. JORGE: ¿Cómo ves a los jóvenes de acá de Timul? ARMANDO: Los de acá son muy tranquilos, por lo general no andan buscando pleito. Pero a veces, cuando llega alguien más atrevido y le andan buscando pleito a los de acá, pues se pelean, y hacen otras tonterías. Y hay quien se pelea, sí hay. Una vez llegó un chavo a buscar pleito, y que le pegan. A eso vino, a buscar pleito. Quizás pensó que le hablaban a su novia, que otro de acá la estaba enamorando. Entonces, no le gustó que le hablaran a su novia. Así que llegó y le empezó a reclamar al otro que por qué platicaba con la muchacha, y le respondieron: -No, yo no platico con ella, sólo te están mintiendo. Eso no está bien. Yo no les estoy buscando pleito. Así que cálmense y no nos anden buscando pleito. Pues nosotros no somos buscapleitos,- le respondieron. Así que él… bueno, intentó golpear al chavo y el chavo se defendió, y ves que el chavo lo alcanza y lo golpearon. Si te fijas, él fue quien vino a buscar pleito, y resultó golpeado. Así, que se fue a su casa a sufrir. Como ves, no estuvo bien lo que hizo. Sólo vino a buscarse problemas y lo golpearon. No estuvo bien lo que vino a hacer. Pensó, por la mentira que le dijeron, que le estaban hablando a su novia, pero no era verdad. Sólo le estaban mintiendo, y él sólo por eso se molestó. Así que llegó y empezó a buscar al chavo de acá. Así que los de acá no son buscapleitos. No les agradan los problemas. Lo que sí les gusta es andar paseándose, andar por las calles, bueno, andar buscando algo de comer, o algo para comprar. Después se reúnen en la pequeña plaza, y después de un rato se van a dormir. Y la verdad, es todo lo que hacen los jóvenes de acá. Los de acá no son buscapleitos, no les gusta pelear. Le gusta más estar tranquilos que andar buscando pleito. JORGE: Pues ¿qué otra cosa has vivido acá en Timul? ARMANDO: Bueno, verdaderamente, aquí en Timul, a mí me parece muy bien. Aunque a veces se queda uno sin un peso, así que vas a trabajar a otro lado para que tengas algo de dinero. A veces cuando ya no tienes, pues te llaman a trabajar a otro lugar, y enseguida ya cuentas con dinero. Cuando tengas oportunidad, siembras algo de chile, y si es buena la cosecha, pues sacas unos buenos pesos, y pues con eso puedes ganarte la vida. Pues a veces el chile se acaba y te quedas sin un peso. Se acaba. Así que si te hablan para trabajar en otro lado, pues te vas. Pero cuando tampoco hay trabajo, pues también te puedes ir a trabajar a la milpa. También a veces, si ya terminaste el trabajo de tu milpa y hay otros que no han terminado, te llaman y vas y los ayudas. Vas y los ayudas a tumbar la selva, o a desyerbar, o a cualquier otra cosa. A cortar madera, a cortar madera para hacer cercas, y todo lo que se pueda. Como en esta temporada, se está cortando madera para hacer cercas para los semilleros del chile del próximo año. Es por eso que, por ejemplo, en estos momentos, a cualquiera que no esté trabajado, pues hay quienes te llaman para que los vayas a ayudar, y así te ganas unos pesos. Así, pues, no te quedas sin dinero. Y eso es muy bueno, pues con eso tendrás de donde obtener un poco de dinero para que te compres alguna cosa, algo de comer, o de beber. Ahora es la temporada para que la gente de acá haga su semillero. Es el momento. En este tiempo cualquiera te habla para cortar palos para la cerca. Pero si también tú tienes semilleros, desde que sea tuyo, tienes que ir a hacerlo. Hay quienes te dicen: -Vamos a hacer lo mío y después hacemos lo tuyo.- Eso dicen y después de todo no te vienen a ayudar. Después les dices: -Sí te pago, después hacemos lo tuyo,- y después no vienen a ayudarte. Ya lo ayudaste pero no vienen a ayudarte. Es por eso que es mejor que él haga el suyo y yo haga lo mío. JORGE: ¿Cuál es su nombre entonces? BERNARDINO: ¿Yo? Don Bernardino Yah Cox. Y yo estoy contento de grabar en mi lengua, porque quiero escuchar lo que digo y los pocos fallos que podría tener en esta lengua. Porque la verdad es importante platicar sobre las cosas que ignoran otras personas. JORGE: ¿Y usted? GUADALUPE: Doña Guadalupe Santiago Cetina. BERNARDINO: ¿A dónde fuiste ayer, doña Lupe? ¿A dónde, a dónde fueron ayer? GUADALUPE: Fuimos a la milpa, fuimos a sembrar chile, y fuimos a regar. BERNARDINO: Bien. ¿Y sembraron mucho? GUADALUPE: Mucho, seis cajas. BERNARDINO: Qué bien. Yo, no hace mucho rato, que vine de regar. Creo que llevé como un tambo de agua. Regué un mecate30 de chile, creo que como 350 matitas de chile. Como te darás cuenta, al regar las matitas de chile, pues no tardan en salir sus retoños. Apenas caiga la lluvia las dejaremos de regar para que crezcan. GUADALUPE: Pues así, nosotros, tenemos que sembrar de nuevo otras plantas. Hay que hacerlo, pero hasta que recojamos toda la madera de la milpa que no se logró quemar bien. Pues no se quemó. Se quemó, pero no del todo bien, y mientras, hay que recogerla de nuevo toda. Es necesario recogerla toda, y quemarla de nuevo. BERNARDINO: Así es. Esa clase de trabajo es necesario hacerlo. Pues la verdad, cuando entre la temporada de lluvia, así como está, la madera de la milpa no se quemará. No se pueden recoger los palos dentro de la milpa, hay que limpiarla para que los palos se puedan quemar. Ese trabajo es importante hacerlo. Y así se los digo a los muchachos, que hay que hacer ese trabajo, porque cada trabajo tiene sus meses para hacerlo. Por ejemplo, hay un mes para chapear, hay un mes para tumbar, hay mes para toda clase de trabajo. Así, cada trabajo tiene su mes para hacerlo. Es como ahora, el semillero, pues ya creció. Es importante trasplantarlo a la tierra para que cuando la lluvia caiga, pues eso nos ayudaría un poco, para que así las plantitas de chile den sus frutos. 30 Un mecate es equivalente a equivalente a 400m2. Véase la primera narración de Bernardino Yah al inicio de este volumen. GUADALUPE: Es verdad, como esto que mencionas. Hay muchas cosas que necesitamos hacer en la milpa. Sólo que, por ejemplo, ahora me estaba diciendo mi esposo que me vaya a la milpa, pero no fui. Sí sé que es necesario, le dije, pero no puedo. Necesito quedarme a tejer tantita hamaca, no sea que venga la persona que compra las hamacas. Pues se las entregaría, y así obtendríamos un poco de dinero para que compremos tantitas cosas, para que nuestros hijos coman lo que deseen comer. BERNARDINO: Es verdad. Porque los niños, también a veces pues le andan pidiendo a su mamá. Pues muchas veces, muchas veces, las mamás, pues ellas son las que ven aquello que se necesita para la casa, porque son ellas las que siempre permanecen en la casa, y pues los niños, cuando se les antoja algo de comer, no preguntan si hay dinero, y pues eso da trabajo. Es necesario que uno se dedique más tiempo al tejido de hamaca para que pueda terminar, más o menos, una hamaca a la semana, y que así una pobre mujer ayude al marido. GUADALUPE: Pues, nosotros, ése es el trabajo que hacemos. Porque también los niños, lo que vean que anden vendiendo, se les antoja algo de eso para comer o beber. Ellos no preguntan si hay o no hay dinero. Y por eso, es necesario que uno haga un poco de trabajo extra para poder tener un poco más de dinero. No sólo es colgarse del marido, y que diga si su marido ha ido a trabajar, pues también el marido tiene la obligación de traer un poco de dinero. Pero también lo que su marido traiga resulta poco, pues no le alcanzará para el gasto de los niños. Por ejemplo, ahora sólo alcanza para comprar maíz, a veces hay para carne y a veces no hay. A veces sólo te alcanza para preparar un poco de chile tamulado para tus hijos, un poco de tortilla con sal, un poco de atole, es para lo único que hay. BERNARDINO: Sí, así es, porque todas las cosas de la vida son muy caras. En la actualidad no estamos en tiempos de comer siempre carne. Pues la carne, hay lugares donde cuesta cuarenta, o cincuenta pesos el kilo. Pues la mera verdad, una persona humilde, así, en estos tiempos en los que estamos, pues sólo consume pepita molida, sólo tortilla, sólo tomate tamulado. Como le dicen al tomate y la pepita cuando lo mezclas, se le dice papak' suul. Pero hace mucho tiempo las personas ancianas, como mi abuelito, le decían tóoncha' ch'oom ó papak' suul, así se le decía a esa comida. Y es algo que se come rico. Y eso es cierto, porque, la verdad, las personas pobres, pues son los campesinos. Pues a veces hay y a veces no hay. Ahora, fíjate en la tierra que trabajamos, pues hasta huele mucho cuando ya se ha quemado la madera en la milpa. Y ves cómo arden las piedras. Se prepara bien para sembrar las matas de sandía, y otras clases de sembrado, como la calabaza de pepita gruesa y el elote. Pues la verdad ya mero llega el tiempo de la siembra. El día veinte de mayo es necesario, si cae la santa lluvia, pues sembrar las plantas. Así, para que se coseche hasta para el mes de junio, para que con eso nos defendamos. ¿Y cómo lo ves doña Lupe? Platíquenos usted cuál es su forma de ver la vida, cómo viene tanta enfermedad. Porque antaño no había tanta enfermedad. Ahora como hay granjas de cerdos, y a las reses las crían con alimento... También hay tantas cosas que la gente come, como chicharrón, o por ejemplo, las tantas golosinas que los niños comen. A veces eso trae algún mal, trae también muchas enfermedades que afectan el cuerpo de los niños, ¿cómo lo ves? GUADALUPE: Sí. Así son todas esas cosas. Por ejemplo la mortandad que sucede por allá lejos, y todo eso. Sí, es verdad que no nos ha llegado por aquí, aunque eso puede llegar y también nos puede causar la muerte. Pero mientras, toda las enfermedades, todos esos vapores de las personas muertas, eso es lo que nos llega hasta aquí. Es eso lo que afecta a los niños; enfermedades como el dolor de estomago, las calenturas, el catarro. Otras enfermedades, como la reuma con dolor, que también afecta a las personas, eso con ortiga la curas. Asas un poco de ortiga, la untas en tus pies, ahí donde te está doliendo. Eso también es un remedio. BERNARDINO: Eso es verdad. Porque esas cosas de las que hablas, la enfermedad esa, no hay, o no existe medicamento para curarlo. Es como tú dices, sólo hay un remedio casero. Porque hay una cosa, quizás, pues cuando uno envejece, le vienen toda clase de enfermedades al cuerpo. La verdad, como dice el médico o los médicos, pues ya se ha debilitado el cuerpo de uno. Los huesos de las personas ya se han desgastado. Lógicamente, a veces, pues los remedios de los que hablas sí pueden calmar el dolor, pero pues le pueden suceder otras cosas a la persona así. GUADALUPE: Pues es muy cierto. Porque hoy no es como antaño. Pues antaño, ¿acaso las personas ancianas no vivían hasta los ochenta años, noventa años? Ahora no, algunos a los cincuenta años, o sesenta años, se acaban. No tienen una vida duradera. Hay hasta quienes escuchas que les duele la espalda, o andan trastabillando. No pueden andar, tienen algún dolor, tienen dolores reumáticos, dolor de espalda, o les duelen otras cosas. Pero si alguna persona sabe sobre esa clase de dolencias, y conoce los remedios con yerbas, sí podría aplicar esos remedios para su propio cuerpo. Observaría si se le pasa o si no se le pasa el dolor. Ahora, si no se le pasa, entonces la llevarían al médico. BERNARDINO: ¿Pues, cómo ves? Hay personas, pues, que también son medias flojas, que en vez de utilizar, por ejemplo, la sandía con la que pueden hacer agua natural para que beban él y sus hijos y su esposa, además de que es algo que no compraría. En vez de eso, lo que hacen es comprar por allí un refresco embotellado como una Pepsi Max, ya sea fiado o que lo pague. Pues en este caso estarían comiendo un alimento caliente y a la vez tomando algo frío. Pues de este modo no llegan a vivir mucho tiempo, no llegan a los ochenta, a los noventa o a los cien años. Las personas de antaño lograban ver o vivir hasta los ciento veinte años. Pues porque ellos nunca pasaban mala noche. No comían cualquier cosa. Pues por eso lograban conservar y cuidar su cuerpo. Es por eso que llegaban a ver o vivir esa cantidad de años. Nosotros en la actualidad ¡qué vamos a ver o a vivir tantos años! Para acabar, nosotros todavía no hemos llegado a los treinta o cuarenta años y ya ni vemos bien. Pues así, ¿no son muchas las cosas que pasan? Es quizás al ambiente o el aire contaminado que circula. O quizás es porque las personas no se saben cuidar. GUADALUPE: Es verdad. Es como dices, a veces las personas son muy flojas, no lo hacen así. Para esas personas, lo más rápido es acudir al doctor por cualquier enfermedad. Pero si es una persona que conoce algo sobre remedios caseros, pues los puede aplicar a su propio cuerpo. Así como nosotros de aquí, que somos muy pobres, y que tampoco aquí hay. Si alguien quiere comer, aunque sea un poco de alguna cosa, tienes que dedicarte a trabajar, como por ejemplo, a tejer hamaca, necesitas tejer hamacas. ¿Pero cuánto tiempo te lleva tejer una hamaca? A veces te la pasas allí parado quince días tejiendo una hamaca. Y después cuando la terminas sólo te pagan cincuenta pesos. ¿Qué vas a hacer con sólo cincuenta pesos? Si compras seis pesos de frijol o de maíz, cuando tus hijos quieran alguna cosa, pues ya no hay para eso. Pues la verdad, como decías, para algunas personas, lo más rápido es decir: -Voy a comprar un refresco embotellado para beber, como una Coca-Cola.- Y compran fritangas para darles de comer a sus hijos. Pero si son personas como nosotros que tenemos plantadas naranja dulce o limón, pues podrían preparar agua de limón o de naranja para darles a sus niños. Pero como decías, lo más rápido es ir a la tienda y comprar un refresco embotellado, y ya con eso lo resuelves. Los refrescos naturales ya nadie los hace, de plano ya no los consumen. BERNARDINO: Pero los médicos recomiendan consumir las cosas naturales, para que tu sangre obtenga proteínas y energías y que quede vitaminada. Para que no la ataque ningún virus, ni ninguna enfermedad, como el catarro, o cualquier otra enfermedad que le pudiera dar, porque tu cuerpo está bien alimentado. Pero como decimos, para una persona floja lo más rápido es comprar una Coca Cola y tomársela, y de esa manera se enferma más rápido. Actualmente existen varias clases de enfermedades, como la diabetes. Hay tuberculosis, hay quienes tienen colesterol. Pues la verdad existe una gran cantidad de enfermedades que puede padecer una persona. Hace aproximadamente como treinta o treinta y cinco años, vivía uno de mis abuelitos el cual falleció a los ciento veinte años, y quien nunca sufrió ninguna operación, ni del apéndice, ni de nada. Él decía: -Pues la verdad, cuando coman o beban, si tienen el dinero, no coman demasiadas cosas. No porque tengan para comer coman como si fueran puercos-, nos decía. Pues la verdad las gentes mayores nos dan buenos consejos. Son gente que ni siquiera sabe leer, no conocen ni la letra "a", no tienen ningún estudio, ni hablan español. Pero dan consejos bonitos, porque ellos aprendieron sólo de la vida. Eran personas que no eran ni muy pobres ni muy ricas. En ocasiones mi abuelito decía, -Pues la verdad, hijos,- decía, -hay quienes son muy pobres, pero son las personas discapacitadas. En cambio la gente floja muchas veces necesita pensar cómo ha de trabajar-. Porque en la milpa siembras yuca, ñame, siembras elote, siembras de todo. Y así cuando llegue la sequía y no haya cosecha, como en los meses de marzo o abril, mayo o junio, pues habrá algo almacenado en el rincón de la casa, un poco de lo que se ha cosechado. Pues de ese modo tenemos de donde comer. ¿No es así? Eso es lo que debemos procurar hacer. GUADALUPE: Así es, es como tú dices. A veces lo más rápido es ir al doctor. Pero a veces te fastidias y el doctor no te cura la enfermedad que tienes. Entonces lo que haces es regresar a tu casa y recurres a algún remedio casero. Por ejemplo, si tienes ardor en el estómago, licuas la sábila, le pones hielo y te la tomas, aunque no le pongas azúcar. Al tomarla, eso te aliviará un poco. Pero si no, con la papa y el tomate. Los licuas, aunque no les pongas azúcar ni sal, así simple, y te lo tomas. También la zanahoria la licuas y te la tomas. También eso cura el ardor del estomago, si la persona lo tiene en el interior del cuerpo. BERNARDINO: Todo eso es verdad. Aunque, vamos a decir, que eso no te cura enseguida, pero si te previene. Sólo te alivia de alguna dolencia. Esas cosas sólo te alivian, hasta que se te pase. La verdad, yo ya tengo más de cuarenta años y la verdad a veces me enfermo, y pues a veces me alivio con alguna hierba o con otras cosas. Como soy un campesino y no tengo Seguro, no tengo seguro del ISSSTE ni nada de estas cosas, pues la verdad, a veces uno tiene que ver cómo le va a hacer. La verdad, nosotros somos como las hormigas, pues en tiempo de sequía, en tiempo de calor como ahora, pues ellas almacenan su alimento, lo introducen en su cueva, en sus agujeros. Y cuando en verdad ya no tengan de dónde obtener sus alimentos, pues consumen lo que tienen almacenado. Nosotros deberíamos ser más inteligentes que ellas, pero parece que ellas son más inteligentes que nosotros. GUADALUPE: Así es, es como tú dices. A veces nos damos cuenta que es necesario trabajar, que es necesario sembrar un poco de elote. Pero a veces que ya hemos sembrado, llegan los pájaros y se lo tragan o se lo llevan. Con eso se acaba, ya no sale el elote. En otras ocasiones siembras de nuevo y sale, pero se presenta otra cosa, como los iguanos, la iguana que llaman tóolok,31 se lo llevan y se lo comen. Pues de ese modo la pequeña planta, la planta del maíz ya no germina. De nuevo vuelves a plantar, a veces logras la cosecha y a veces la pierdes, ya no logras la cosecha. Pues de plano se acaba y la pierdes. 31 El tóolok es un reptil iguánido que tiene cresta, conocido localmente como “basilisco”. Su nombre científico es Basiliscus vittatus. BERNARDINO: Es cierto. Pero también, a veces lo que sucede es que ya has logrado la cosecha, como dices. La has trabajado, y el elote ya alcanzó hasta un metro de altura, cuando llega el ciclón y lo tira completamente, lo destruye, lo echa a perder. En otros casos, puede caer un fuerte aguacero e inunda la milpa. Aquí en una ocasión el agua alcanzó como el metro y medio de altura y en los lugares donde era más profundo, el agua alcanzó los dos metros de altura, y eso acabó con los sembraditos. A pesar de todo eso, nosotros no podemos desanimarnos porque estamos trabajando y tenemos que recuperarnos de nuevo. Tenemos que esforzarnos de nuevo para trabajar la milpa. GUADALUPE: Es cierto, uno no debe desanimarse ni decir que si a uno le han sucedido todas esas cosas, que no haga de nuevo milpa u otra cosa, o que se quede sin hacer nada. Y el siguiente año, ¿qué comerán sus hijos? Pues, si no hay nada de comer. En cambio, si no dejas que decaigan tus ánimos y haces otra vez la milpa, aunque llegue el ciclón, como el ciclón Isidoro, pues así no la perderías. Pero si te desanimas y no haces otra milpa, se acabaría completamente. Eso sí sería el acabose. No habría nada, de verdad sería como una sequía, porque no tendrías de dónde conseguir comida. Mientras no cuentes con dinero extra, para un campesino es difícil, ya que uno solamente hace un poco de milpa, uno sólo siembra un poco. A veces sólo ganas treinta pesos o veinte pesos, cincuenta pesos. ¿Qué vas a hacer con sólo cincuenta o treinta pesos? No vas a hacer nada. Al comprar un poco de alguna cosa se te acabaría, se te acabaría completamente. No habrá nada. ¿Y qué vas a hacer sin un solo peso? BERNARDINO: Todas las cosas, de verdad, están muy caras, así es. Todo está caro, así como ahora el maíz. Y quizás el gobierno, pues en lugar de defender al humilde, pues nos friega más. ¿Pues sabes, sabes cuánto cuesta el maíz? Ahora su precio es de ciento cincuenta y cinco pesos. La tortilla, hay lugares donde se vende a ocho, o a ocho cincuenta o a diez. No es parejo. Pero la verdad, es por eso que te platico que uno tiene que hacer otro trabajo. Por ejemplo tienes que trabajar como albañil… bueno, pues tienes que ver cómo buscarte la vida tú y tus hijos. Pues es la ley de la vida. JORGE: Pregúntale si va a ir Peto, o alguna otra cosa. GUADALUPE: ¿Fuiste a Peto ayer? BERNARDINO: Yo, ayer no fui. Pero anteayer, sí fui. Vino a visitarme un profesor. Me invito para un almuerzo, y fui. Y tú, ¿mañana vas a ir a Peto? GUADALUPE: Yo, como en una hora iré a Peto. Pero ayer fuimos a Yaxcabá. Fuimos…, bueno, unas personas fueron a vender miel y fuimos a acompañarlos. Después, descansamos y anduvimos en Tixcacal, anduvimos visitando la iglesia de Tixcacal. De verdad que es una iglesia hermosa. Tiene una sarteneja32 que tiene su camino en el interior, hay depósitos artificiales de agua que parecen pozos. Hay muchas otras cosas en la iglesia, pero deben ser cosas antiguas. Hay cosas muy bonitas en la iglesia de Tixcacal. 32 La sarteneja es un depósito natural de agua que se forma en la piedra caliza. BERNARDINO: Sí, también por acá cerca hay unas pirámides, no lejos de aquí. No sé si las han visto, no están lejos de aquí, creo que como a mitad de camino rumbo a Tixcacal, entre Tixcacal y aquí (Timul). Están por ese rumbo. A mitad de camino a Tixcacal, a tu derecha, allí se encuentra una pirámide muy grande, es algo bonito. Hay una pirámide alta, son cosas chéveres. No sé si también las conoces. GUADALUPE: Para nada las conozco. Sólo he escuchado decir que allá en la iglesia de Tixcacal, dicen que por el centro, allí donde se encuentra una pared vieja, es una pared antigua, dicen que han entrado a ver qué hay. Porque en su interior dicen que hay un cenote. Dicen que es un cenote grande, pero que colinda con el terreno de un señor. Pues cuando entraron, no sé si introdujeron algo como un “satélite”, más bien no sé lo que entró, y dicen que vieron que estaba todo hueco, y dicen que abarca hasta las calles aledañas a la iglesia. Pues, qué creen que había; dicen que había un enorme pato negro, dicen que era un pato. Dicen que hasta el camino por donde corre el agua estaba muy trillado. Creo que ésas son cosas antiguas ¿Por qué razón se encuentra un pato debajo de la carretera? Allí estaba, era un enorme pato negro. Y para acabar, no tenía nada para comer, para tragar. Quién sabe cómo subsiste. Eso es lo que dicen, que son esas cosas antiguas, que las ven raras. Los extraños no las ven. A muchos les parece extraño porque dicen que sobre todo la gente de ahora de plano no ha visto nada. Pero la gente anciana puede ser que lo hayan visto y sepan algo sobre eso. BERNARDINO: Es cierto. Si eso que me dices, me lo platicó una persona ya anciana. Era un señor ya anciano, un gordo enorme, era un gordo enorme. Esa persona era gorda. Así nos lo platicó. Y fuimos a verlo. Vimos la entrada del cenote, no es muy grande, es así. Él nos platicó respecto a eso, sobre esas cosas. Pues, hay tantas cosas de la naturaleza, pero que no sabemos si están vivas o muertas. Pues ese lugar es muy bonito. Ya fui a pasear a Tixcacal, fue la semana pasada, creo que el domingo fuimos. Pero creo que en una de esas iremos de nuevo. Porque allá en Tixcacal hay una persona, un huesero que es muy bueno para curar alguna dislocación de los huesos. Es muy bueno para eso. GUADALUPE: Sí, y ahora ¿vas a ir a Peto mañana o pasado mañana? ¿Cuándo irían a pasear? ¿Dónde irían a pasear? BERNARDINO: Pues este domingo que viene iremos. Vendrá a Peto el candidato a quien le dicen don Xavier. Tenemos que ir, nos invitaron para ir a verlo. Si hay tiempo, iremos. Si no, ni modo. Pues ahora cualquier pasaje es muy caro. ¿Y ustedes van a ir, van a ir a regar hoy en la tarde? GUADALUPE: Sí, tenemos que ir a regar. Tenemos que ir a recoger la madera, aquella madera que no se quemó cuando quemamos la milpa. Tenemos que recoger esos palos y quemarlos de nuevo. También tenemos que ir a regar el poco de chile que hay. Y tenemos que ir a resembrar lo que se comieron las iguanas. Tenemos que sembrar otros. Tenemos que regar. Hay muchas cosas que tenemos que hacer en la milpa. Sólo que a veces no tenemos tiempo para ir. Como ves, nos espera el trabajo de la milpa. A veces, aunque nos dé trabajo llevamos a los niños, pues es necesario llevarlos. Aunque no haya de otra, a veces es necesario llevar a los niños hasta allí. Porque aquí, nosotras somos personas campesinas. Aquí somos campesinas. Aquí tanto el hombre como la mujer son campesinos. Somos mujeres campesinas, milperas. A veces, a estas horas, todavía nadie ha comenzado a regresar de la milpa. A veces, entrando la tarde todavía está empezando a llegar la gente con sus hijos pequeños. Y cuando llegues, todavía vas a empezar a hacer algo de comer. Todavía vas a…, pues no has cocinado nada, y estarás buscando cualquier cosa de comer, algo como tomate tamulado, pepita, o papats'ules. Eso es lo que una persona se prepara de manera rápida para comer, y que pueda comer un poco aunque sea de esas cosas, y que después se vaya de nuevo a la milpa. BERNARDINO: Es bueno que se eduque a los niños. Porque si no, los estaremos enseñando a flojear, porque actualmente allá en las grandes ciudades dicen que hay bandidos, pues hay muchachos canijos. Pues como no los ponen a trabajar, sólo andan vagueando. Pues cuando crecen y cumplen los veinte años ya no los puedes ocupar cuando quieras ocuparlos. En cambio si trabaja, cuando regrese del trabajo estará cansado y ya no le quedarían ganas de andar peleando o andar buscando pleito, o como dicen, que forme su pandilla. Porque allá en la ciudad hay distintas clases de pandillas, están Los Batos Locos y otras que no sé cómo se llaman, pero son muchas. Pues la verdad, aquí, pues hasta los niños pequeños, ya desde los siete u ocho años van a trabajar. Eso es bueno, ya que gracias a que este pueblo es pequeño, pues ellos están dedicados al trabajo. Pues no tienen ninguna clase de vicio, como embriagarse o drogarse u otros vicios. Afortunadamente, aquí no hay ladrones entre nosotros, no hay nada de esas cosas. Aunque sería bueno educar a los niños de esta manera. Porque la verdad cuando un hombre se hace grande y sabe trabajar, nadie lo asusta. Como fácil se gana la vida, pues mañana o pasado encuentra una esposa. Y pues tendrá obligaciones, pero la verdad la vida le será fácil. Pero si no le enseñaron a trabajar, si sólo se ha dedicado a estudiar y no logra ninguna profesión o una carrera, pues la verdad, sería un flojo, o sólo cuando te des cuenta ya empezó a robar. Sólo cuando te des cuenta ya empezó a buscar otras cosas para hacer. GUADALUPE: Sí, es como dices. Eso es bueno, es importante enseñarles a trabajar. Tengo un hijo, el más pequeño, que es muy flojo. Aborrece ir a la milpa. Sólo desea quedarse en la casa, porque dice que el sol está muy caliente. Pero le digo: Hijo, si nosotros los de aquí, somos campesinos. Le digo: -Tu papá y todos nosotros vamos a la milpa porque lo necesitamos. Tenemos que ir, no te puedes quedar y decir que no vas.- Ahora, el otro no es así. A él le gusta ir a la milpa. Cuando llega a la milpa, anda recogiendo madera, se pone a desyerbar, atiende los sembrados de chile, anda regando, anda viendo qué otra cosa hay para hacer en la milpa. Tanto él como nosotros no nos andamos quejando por el hecho de que como mis hijos son pequeños no vamos a la milpa y nos quedamos en casa. No, de ninguna manera. Nosotros lo que hacemos, cuando vamos a salir de la casa para ir a la milpa, nos llevamos las hamacas, los banquitos, la comidita que van a comer cuando sientan hambre. Así es, allí en la milpa les colgamos sus hamacas. Cuando llegamos a la milpa en un cobertizo allí les colgamos su hamaca. Después los acostamos, les doy pecho, después se quedan acostados y se duermen, y nos vamos a hacer un poco de trabajo. Cuando despiertan los vamos a dormir de nuevo y seguimos trabajando, en todo momento es así. Nosotros no nos quejamos si está caliente el sol o si ya nos fastidiamos, ni ninguna otra cosa. ¿Y por qué razón? Porque es necesario hacerlo. Si no lo hacemos, tampoco tendríamos nada. JORGE: Pregúntale si va a la cacería de venado. GUADALUPE: Y tú, ¿vas a la cacería de venado? BERNARDINO: Sí, también voy a la cacería de venado. Pero no voy todos los días, pues yo no sé cazar animales muy bien. Fallo al cazar venado o al cazar guajolote silvestre, o cualquier animal silvestre. Fallo al intentar cazarlos. Pues es que no aprendí a cazar bien, es por esa razón que no voy a la cacería. ¿Y tú esposo? GUADALUPE: Mi esposo, seguido va a la cacería, le gusta mucho cazar. Si tiene suerte, sí caza, pero a veces no caza nada. A veces va, y nada, no caza nada. Otras veces caza algún animal silvestre, ya sea un guajolote silvestre, o un jabalí. Cuando tiene suerte y caza algo pues lo trae y lo cocinamos haciéndolo barbacoa en un hoyo en la tierra. BERNARDINO: ¿Y lo venden después? GUADALUPE: Sí, lo vendemos. En ocasiones cuando nos quedamos sin dinero, pues él lo vende, y después compramos un poco de maíz u otras cosas. Así nomás le hacemos. De verdad lo vende. Hasta la panza del venado, hasta eso vende. A veces vende la cabeza del venado. A veces vende guajolote silvestre, o puerco silvestre. Cuando le toca cazarlo, lo vende. Pues hay muchas personas que no siempre comen esa clase de carne, y pues se les antoja. La piden y él se las vende. BERNARDINO: Sí se compra. Si esa clase de carne es muy buena. La carne de animal silvestre es muy limpia, no tiene olor a podrido, para nada es mala. La carne de venado es muy sabrosa. ¡No hombre! Si ésa es la mejor carne y a muchos les parece sabrosa, les gusta comerla porque es una carne que no tiene mal sabor. GUADALUPE: Sí, no hace mucho le vendí una pierna a una maestra que da clases en la secundaria, se la vendí, se la fueron a ofrecer los niños. La vino a ver, y pues se la vendí. Me preguntó cuánto, le dije cien pesos, y enseguida me lo pagó la maestra. Así de rápido conseguimos dinero para comprarle a los niños algo de comer, o alguna cosa que se les antoje. Porque si se les antoja comer un poco de alguna cosa, pues hay dinero. Cuando salen a la calle ven que otros niños andan comiendo alguna cosa, pues también a ellos se les antoja. Ellos no preguntan si hay o no hay dinero. Pues tienes que ver de dónde buscar. También tienes que ver de dónde buscar para darles. No les vas a dar de golpes si te piden algo para comer, ni los vas a agarrar a trancazos porque no tienes para comprar lo que ellos quieren. ¿O cómo le vas a hacer? Pues también tienes que buscar qué darles, pues date cuenta que ellos son pequeños. Pobrecitos, ellos no entienden todavía y quieren comer lo que se les antoje. BERNARDINO: Doña Lupe, y su esposo ¿se emborracha? GUADALUPE: Para nada, gracias a Dios no se emborracha. No tiene ningún vicio. BERNARDINO: Pero, ¿sí fuma? GUADALUPE: No, no tiene ningún vicio, para nada, no tiene ningún vicio, ni fuma ni se emborracha, ni anda buscando pleito. No hace nada malo, es muy tranquilo. BERNARDINO: Eso es algo bueno. Así es como las personas ancianas han prolongado su vida aquí en la tierra, aquí en la tierra donde vivimos. Cuando un hombre anda buscando pleito o anda haciéndole cosas a sus compañeros, pues no tardará en que en una de ésas lo agarren a golpes, o lo balean, o le hagan algún daño. Allí es donde surgen las dificultades, y así suceden. Las cosas buenas vienen sólo de personas buenas. Porque es importante tener en cuenta que una persona, cuando llega a ser adulto, aprende a razonar y debe de pensar correctamente. Debe pensar puras cosas buenas. Y debe de madurar en sus ideas. Porque como dicen, una persona que sólo tiene quince o dieciséis años, todavía es un adolescente, no ha madurado mentalmente. ¡Ah! Pero si ya tienes veinte años, pues uno ya debe de madurar mentalmente. Ya debes de pensar correctamente. Ya debes de pensar cómo deberías de respetar a tus compañeros, cómo debes de platicar, cómo te debes de llevar con tu vecino y con todos tus compañeros. GUADALUPE: Sí, es así como dices, uno debe de llevarse con gente buena. Porque si no le deseas mal a nadie, pues mañana o pasado mañana te enfermas o lo que sea… pues si estás bien dirás que no necesitas de nadie, de ningún compañero. Pero si te cae alguna enfermedad, pues necesitarás de todos tus compañeros, de verdad necesitarás de algún favor. No es un favor que pedirás sólo con tu boca, sino que tu corazón le pedirá el favor al corazón de tus compañeros para que te vengan a ver. Vendrán y te regalarán algo de comer, alguna cosa especial te regalarían para comer, si te ha dicho el doctor que no puedes comer cualquier cosa. Eso es así. Pues, no hasta hay personas que dicen -¡Ah! A él no le pido ningún favor, porque no quiero que mañana o pasado mañana me lo eche en cara, y me diga que “te ayudé por aquí, que te ayudé por acá.”- Pues eso no debe de ser así. La verdad, una persona, cuando se enferme, su mismo corazón le pedirá un favor a la voluntad del corazón de su compañero. Es por eso que esa persona vendrá a visitarte cuando uno se encuentre enfermo. BERNARDINO: Sí, eso es importante, la verdad, las personas deberían de llevarse unos con otros. Claro que nosotros no somos personas muy letradas. No tenemos muchos estudios. Pero la verdad, es importante llevarnos unos con otros. Porque si a cualquiera que veas le andas buscando pleito, si tienes problemas con alguien, pues nadie te verá con buenos ojos, a nadie le parecerá tu forma o estilo de ser. Es por esas cosas por las que es mejor llevarnos mutuamente entre las personas. Pues es como decías, como dijiste, si tienes alguna enfermedad, pues la verdad, una persona podría necesitar de sus amigos. Pero si no estás enfermo, pues no necesitarías de nadie. Aunque, la verdad es necesario contar con un amigo, de verdad que sí. Además si eres bueno, enseguida vendrían a verte. O si estás enfermo, enseguida vendrían a visitarte. La verdad, cualquiera que te aprecie, hasta muerto te seguiría apreciando. Porque aquellos que tienen buenos pensamientos y son bondadosos, también sus acciones serán bonitas. GUADALUPE: Sí, hay personas que dicen que no hay nada como los niños. Y otras que dicen: -No me hacen falta los niños. Sólo me hacen trabajar más, sólo me dan más trabajo, sólo están ahí para pedirme cosas para comer.- Pero no es así. Aquí en la tierra, lo niños son necesarios, los necesitamos aquí en la tierra. Porque si no tuvieras ningún niño, si llegarás a enfermarte, ¿quién se haría cargo de ti? Nadie se haría cargo de ti. Es como le sucedió a una anciana de Tixcacal, de ese lugar del que te hablé. Ella no tuvo ningún hijo, no tuvo hijos. Cuando envejeció, le cayó una enfermedad, y quedó postrada en su hamaca. Pues nadie se apiadó para hacerle algún favor a ese pobre angelito. Se hacía del baño en su hamaca, allí se hacía de todo. Pues no lo vas a creer, cuando murió, cuando la pobre cristiana murió, le salían gusanos, rebosaba de gusanos la pobre anciana. Yo lo vi, no sólo te lo platico, no. Verdaderamente vi lo que le sucedió. Estaba agusanada. Rebosaba de gusanos, la pobre cristiana. Nadie se hizo cargo de ella. Nadie se hizo cargo de ella. Imagínate, murió como si fuera, ni siquiera debo de decirlo, como un animal. Porque ella nunca tuvo hijos que le pudieran hacer algún favor. Nadie, sólo sus vecinas. Pero una vecina, si quiere te viene a visitar y si no quiere no te hace ningún favor. No es como tus hijos. Un hijo, como dicen, aunque no quiera acercarse o no quiera tocarte, pues de algún modo se acercaría, porque sabe que eres su padre o su madre. Pero si es sólo la vecina, no cuentas totalmente con ella. BERNARDINO: Sí, es muy cierto lo que dices. Así sucede. Las cosas así suceden. En este mundo donde vivimos, suceden muchas cosas, hasta peores cosas, ¡pero qué más! Dios así dispuso a los hombres, así puso a los hombres aquí en la tierra. Doña Lupe, aquí en la tierra hay sufrimiento, aunque hay momentos de alegría y hay momentos de gozo. ¡Pero qué más! Así son las cosas, así son. Aunque la pura verdad, pues esas cosas Dios las toma en cuenta. Y tu esposo, ¿él sabe leer bien? GUADALUPE: Sí, sabe leer un poco. Sabe escribir un poco. BERNARDINO: ¿Y tu papá? GUADALUPE: También él. También mi papá sabe, también sabe leer. BERNARDINO: ¿Dónde se encuentran ahora? GUADALUPE: Ellos se encuentran en el pueblo de Tixcacaltuyub. BERNARDINO: ¿Sí? ¿Y cómo se llama tu papá? GUADALUPE:, Mi papá se llama Don Francisco Santiago Cox. BERNARDINO: ¡Ah! ¿Se apellida Cox? GUADALUPE: Sí. BERNARDINO: Entonces creo que eres pariente nuestra. Pues, ¡hombre! Si nosotros también nos apellidamos Cox. GUADALUPE: Es muy cierto. BERNARDINO: Yo me apellido Yah Cox. Quizás somos parientes. GUADALUPE: Cierto, quizás seas mi primo. BERNARDINO: Es cierto, es cierto. Sólo que ellos se encuentran lejos. GUADALUPE: Sí, están lejos. BERNARDINO: Hay muchos Cox allá en Tixcacal. GUADALUPE: Muchos, muchísimos. BERNARDINO: Dicen que mi abuelito creció en Tixcacal. Pero cuando empezó la guerra, se fueron de allí. Fueron a otro poblado que se llama Cantamayec. Y de allí se fueron para Ticul. De Ticul vinieron para acá, aquí, a Timul. Creo que aquí ya tienen… GUADALUPE: Uno de los abuelos de mi mamá, no lo vas a creer, tenía cien años cuando murió. Su nombre era don Bilo Catzin. Actualmente, ¿de quién escuchas decir que tenía cien años cuando murió, u ochenta años cuando murió? Actualmente, cuando más, uno muere a los cuarenta o cincuenta años. Pero dicen que las personas de antaño aguantaban más, es por eso que ellos no se morían pronto. Podían alcanzar la edad de noventa o cien años cuando fallecían. Pero ahora no es así. Pues como dicen, creo que somos como los últimos frutos del árbol. Somos las últimas generaciones de hombres aquí en la tierra. Cualquier enfermedad que nos dé, de inmediato escuchas, “murió fulano, murió mengano.” Hasta no lo crees. Porque dicen que antaño, las personas de aquellos tiempos morían a los noventa o cien años. BERNARDINO: Así es, porque la verdad, creo que esos tiempos ya se acabaron, se acabaron. Es como dices, actualmente, al llegar a los veinticinco o treinta años empieza uno a envejecer. Así es eso, creo que así son los tiempos actuales en los que vivimos. No son como los tiempos de antaño de los que hablas. De todo eso he visto una pequeña parte. De toda la familia Chablé que vivió en este lugar, los dueños de aquí, había un anciano. Era dueño de este lugar, tenía como siete ranchos de ganado, tenía como quinientas cabezas de ganado, tenía como cuatro o cinco docenas de cerdos, tenía como dos docenas de perros. Tenía muchas cosas, era algo exagerado lo que él tenía. Él era un anciano, se llamaba don Alejandro Chablé. Su esposa se llamaba doña Jacinta, y ellos no tuvieron hijos. Los asesinaron en el lugar llamado San Diego, por gente mala o por bandidos. En el mismo corral donde los mataron, allí los enterraron. Pues la verdad, actualmente, nosotros estamos gozando de los bienes que ellos dejaron. En la actualidad toda esta extensión se volvió ejido, y hay otra extensión de tierra por el rumbo de Tixcacal que también es ejido, y hay otro ejido por allá. Aquí, actualmente, aquí en Timul hay como cincuenta y seis ejidatarios, más sus hijos, los hijos de los ejidatarios. Entre todos suman como ciento sesenta familias, es el total de familias de ejidatarios de este lugar. Pero el total de habitantes de este lugar es como cuatrocientos diez. Pues esta gente, más bien nosotros somos los que disfrutamos del esfuerzo y del sudor de la frente de aquel anciano. Él fue quien padeció hambre y sed para lograr todo lo que tuvo. Ahora, la verdad nosotros somos los que gozamos del esfuerzo de ese pobre ángel. Y ni siquiera una veladora o una vela nos atrevemos a ofrecerle. Pero tú a lo mejor sí se lo agradecerás, doña Lupe, y le prenderás tantito una veladora a su memoria. GUADALUPE: Eso es verdad. Según como uno lo piense, y como cada individuo se toque el corazón. Porque quizás en un momento consideres que él no te hizo ningún favor. Pero tampoco sabes en lo que él estaba pensando, si te haría ese favor. Hace mucho tiempo uno de mis abuelos, creo que tenía ochenta años cuando murió, pues él era un campesino muy trabajador. Era un agricultor de a de veras: sembraba calabaza, calabaza de semilla gruesa, alubias, distintas clases de alubias, alubias rojas, frijol negro. Todo lo que sembraba se le daba. Cuando cosechaba, eran muchas las cosas que lograba. Pero eso si, de todo aquello que se comía en su casa, por ejemplo, si era mango, anona, guanábana o el cayumito, las semillas de estos frutos las sembraba en el patio de su casa. Pues antes de que muriera, todos los árboles frutales tenían fruto. Cuando él veía que tú tomabas uno de los frutos ya maduros para comer de los que tenía sembrados en el patio de su casa, te decía: -Cuando termines de comértelo,- decía, -por favor deposita la semilla en una bolsa llena de tierra-, decía. Lo que él buscaba con esto era evitar que se acabara lo que él plantó. Pero en la actualidad no lo hacen así. Actualmente los jóvenes, cualquier fruta que coman, botan las semillas en cualquier lado, no piensan que son necesarias. Pues es la pura verdad lo que dicen las personas de más edad, los ancianos. Es necesario cultivarlas. Las colocas en un poco de tierra para que germinen y puedan crecer. Al paso de los años, si uno todavía vive, pues también puede comer de los frutos. Pero si la persona no es cuidadosa, o si no piensa de esa manera, como los jóvenes de ahora, pues cualquier cosa que coma va a botar su semilla y su cáscara en cualquier lado. Y no era eso lo que decían los ancianos. BERNARDINO: Es verdad, las personas ancianas dan buenos consejos. Pues cuando uno es un muchacho, todo lo que te dice la gente anciana te parece que no es cierto. Pero es verdad todo lo que dice la gente anciana, pues porque ellos ya lo han visto. Ya lo han asimilado por medio de lo que han visto, ya lo experimentaron. La verdad, ya tienen experiencia, no sólo te lo dicen. Un anciano, cuando quiere decirte alguna cosa, no sólo te la dice, sino que está seguro de lo te dice o lo que hace. Hay quienes dicen…¡ah! Como decía mi abuelito ya difunto, decía: -Si tienes unos zapatos viejos porque te has comprado otros nuevos-, decía, -por favor cuélgalos en la parte trasera de la casa. Porque mañana o pasado mañana, hijo, si los zapatos nuevos ya se te rompieron y no tienes otros, pues vas, los bajas y de nuevo te los pones. Así son todas las personas ancianas, es bonito lo que piensan, y también sus ideas. También te decían que aprendieras a leer. Porque la verdad, a nosotros, cuando crecimos, nadie nos dijo que aprendiéramos a leer, que la escuela es algo bueno. La escuela trae cosas buenas, hasta en lo personal. Porque si uno tiene una profesión, pues le será fácil mantener a sus hijos y a su esposa. Tendrías de todo. Pero si sólo eres un milpero, pues la verdad, casi no tendrás nada, no lo podrías lograr. Hasta parecería que no tuvieras derechos, porque no sabrías cómo defenderte, no sabrías cómo reclamarlos. Pero si sabes leer un poco y entiendes un poco, doña Lupe, podrías platicar y podrías reclamar tus derechos, hasta delante de alguna autoridad, delante de cualquiera. GUADALUPE: Sí, es verdad lo que dices. La gente anciana también era así con sus ropas. Porque hasta tenían remendada su ropa humilde. Pues a estas personas de antaño ni se les veía que estuvieran apenadas de vestir esa ropa. Pero ahora, los jóvenes de esta generación, los campesinos, no quieren vestir ropa un poco rota o remendada. Lo que usan es la ropa que le llaman de ‘cholos’, pantalones con bolsas grandes, tan largos que hasta los andan arrastrando por el suelo cuando andan. Ese tipo de ropa es lo que les gusta. Pero si les das una ropa más humilde para que se la pongan, no se la quieren poner. Ya no son como la gente de antaño, pues ellos aunque anduviesen con una ropa remendada, mientras estuviera limpia no importaba, pues era lo único que tenían. Aunque el remiendo fuera con un pedazo de color rosado y otro pedazo de color azul, o como sea, pero estaba reparada y estaba limpia. Además, como decían, la ropa estaba dividida, aparte estaba la muda de ropa limpia, aparte la muda sucia, y aparte la muda humilde. BERNARDINO: ¿Y cómo ves? ¿No es verdad que todo esto que vivimos es lo moderno? Por ejemplo, los jóvenes, sobre todo los varones, parece que quieren volverse mujeres. Porque hay quienes usan aretes o tatuajes y otras cosas. Cuando crezcan tus hijos, ¿vas a permitir que anden así? GUADALUPE: Pues no. Si todavía vivo, ¿cómo voy a permitir una cosa así y que además les suceda algo grave? Porque a veces a los llamados cholos les toca también lo suyo. Si les llegaran a salir otros ‘cholos’ más agresivos, pues éstos pueden hacerle daño a los otros, o pueden matarlos, hacerles daño, y así terminarían. Es por eso que no voy a permitir que le suceda eso a mis hijos. Si al final mi suerte es ver crecer a mis hijos, ¿cómo voy a permitir que vistan de esa manera? ¿No debería ser mejor que vistan una ropa humilde o una regular, o no importa cuál de éstas vistan? Pero no esa ropa, como los pantalones de ‘cholo’, que hasta traen dibujos de serpiente en la bolsa trasera, en el trasero del pantalón. Eso no es lo que quisiera, ni es lo que me gustaría. BERNARDINO: ¿Pues acaso no es cierto? Tú, que has visto con qué esfuerzo criaste a uno de tus hijos, y cuando llegue a los quince o veinte años, pues yo pienso que para ti sería vergonzoso, para ti que eres su madre, y dijeras: -¡Ah! Voy a dejar que mis hijos se pongan aretes, que se pongan aretes en la nariz, en la barbilla, y voy a dejar que se pongan sus pantalones de cholo.- Porque los muchachos que ahora son jóvenes, si no los aconsejas, pues ellos, como decías, la verdad van a parecer mujeres con todo eso que se ponen. GUADALUPE: Pues creo que sí. Pues como dices, si no los aconsejas te pueden pasar por encima. Como dices, hay quienes golpean a su papá y lo avientan lejos cuando él quiera decirles algo o aconsejarlos. Pues eso no es correcto. No es lo que le debe de hacer un hijo a un padre. Pues ¿cómo va a rebasar tu autoridad un hijo? Si lo estás aconsejando y que de plano te enfrente y que te golpeé y te tire al suelo. No, eso no. Es necesario llamarle la atención. Pues también hay formas de hablarle y no sólo golpearlos, como tú quieras. Aunque dicen que el golpear, dicen que el cintarear es una forma de querer. A veces a mis hijos cuando los cintareo me dicen: -¡No me quieres, pareciera que no soy hijo tuyo!-, y por eso se sueltan a hablar. Pero no es así, el cintarear es una forma de querer, y no una forma de odiar. BERNARDINO: Es verdad, pero ahora, en la actualidad, en estos tiempos, los derechos humanos dicen que no hay ninguna ley que permita que golpees a tu hijo o a tu esposa, ni a nadie. Porque si un niño llegara a enseñar las huellas donde lo torturaste, si le desgarraste la espalda o la pierna, pues con eso sí te llevan a la penitenciaría, a la cárcel. En vez de golpear a los niños, es mejor procurar explicarles, que inclinen la cabeza y que se les hable con la verdad. Decirles que escuchen: -Es importante que escuchen mis consejos, porque si escuchan mis consejos, no los voy a golpear.Pues la verdad, dicen que la gente, los hijos de los norteamericanos, dicen que desde pequeños demuestran mucha inteligencia. En cambio los niños, cómo diría, los hijos de los yucatecos, pues aunque les digas qué hacer, hacen otra cosa. A mí como padre me llegan a jorobar, o a molestar, pero la verdad hay que aguantarlos. Si te molestas y lo golpeas los puedes lastimar, y pues eso no es bueno, no está bien. Al contrario, la verdad hay que procurar explicarles que los queremos. Esa sería la única forma de poder con todo eso. GUADALUPE: Sí, es como dices. Has de cuenta que son sólo como personas corrientes, como decías, es a ellos a los que se necesita darles un poco de educación. Pero es mejor así que darles de golpes. Porque la ley de la gente de antaño se acabó. Dicen que la ley actual es diferente. Hay un caso que le sucedió a mi vecina. Eso lo vi, pero cuando yo era niña. Vi como en una ocasión golpeó reiteradamente a su hijo, le lastimó mucho la espalda y las manos. Así, su misma vecina se indignó mucho cuando vio lo que le había hecho al niño, y pues le avisó al DIF. Pues a esa vecina que golpeó al niño, no le avisaron. No le dijeron a la vecina que ya le habían dado parte a las autoridades, ella no sabía nada. Sólo estaba golpeando al niño. Y ya había golpeado al niño y entró a su casa. Pensó que no le estaba haciendo ningún daño al niño y que no iba a trascender. ¡Pero qué! Su vecina ya le había dado parte al DIF, y de repente ¡rrraaaan!, se estacionaron las camionetas en la puerta de su casa. Me parece que eran las autoridades del DIF que habían llegado a ver al niño. Empezaron a llamar para ver si había alguien en casa. Cuando ella se asomó y vio quiénes eran los que habían llegado a la puerta de su casa, como que pensó en salir, pero para nada salió. Ni siquiera dejó salir al niño para que no la denunciaran. Hizo como si no hubiera nadie en su casa. Pues no pasó nada, por que si no, creo que el DIF hubiera tomado en custodia al niño. Y a ella no sé que le irían a hacer, porque ya le había hecho daño al niño, ya lo había golpeado demasiado, ya le había desgarrado mucho la piel. Pues así no se debe de golpear a un niño, porque está indefenso. Porque sabrás que los golpes duelen, no son algo agradable, y a uno no se le debería de pasar la mano al golpear a un hijo tampoco. BERNARDINO: Sí, a los niños en vez de golpearlos, se les debería de castigar sometiéndolos a realizar algún trabajo. Porque las personas de antaño, cuando le faltabas el respeto a tu mamá o a tu papá, desparramaban frijol en el polvo caliente y después lo tenías que recoger, limpiándole el polvo. Eso era por tu falta. O si no te ponían a desyerbar. Allí tú solo y bajo el rayo del sol, allí aprendías. Ése era el castigo. Pues la pura verdad, como los niños son seres que todavía están creciendo, pues están fuertes, brincan, saltan, hacen de todo, todavía son niños. Y la verdad, mientras estén sanos, los niños son personas inquietas, y así van creciendo, traviesos y atrevidos. Pero antes en los tiempos de las personas ancianas, como te vuelvo a decir, no siempre se golpeaba a los niños. Lo que hacían era que los castigaban imponiéndoles un trabajo. GUADALUPE: Es verdad lo que dices. Antaño los ancianos, por ejemplo, tampoco utilizaban utensilios de plástico para llevar su agua. Cuando iban a la milpa no utilizaban utensilios de plástico para llevar su agua. Cuando iban a la milpa utilizaban el calabazo.33 Eran calabazos pequeños, especiales, allí llevaban agua para beber. Además eran recipientes que mantenían fría el agua, no como las botellas de plástico de los refrescos desechables en las que dicen que el agua se calienta. En cambio dicen que en el calabazo el agua no se calienta para nada, se enfría. Puede pasar mucho tiempo y el agua siempre se mantiene fría. Pero ahora ya no hay. Se acabó la semilla de calabazo, ya no hay. Actualmente la gente lleva su agua en botellas de plástico. Cuando llega la hora de tomar un poco de pozol, el agua ya se calentó, y no tomas tu pozol con gusto. Además, antaño, lo que se tomaba era pozol. Las personas de antaño llevaban a la milpa su pozol envuelto en una servilleta. Actualmente usan Maseca, la meten en una bolsa, y ya, dicen que eso es su pozol. BERNARDINO: ¿Cómo ves, verdad que las cosas de antaño eran mejores? ¿O son mejores las cosas de ahora? ¿Y a ti qué te parecen estos tiempos? GUADALUPE: Pues a mí, por lo que veo, me parecen mejores los tiempos de antaño. Pues antaño, en el molino de mano, allí molías tu pozol y después te lo 33 Calabazo es el término regional para el guaje. llevabas. Actualmente, la Maseca es lo que utiliza la gente para hacer su pozol y eso se llevan a la milpa. BERNARDINO: ¿Pues cómo ves, quién entre nosotros se ha vuelto flojo, son los hombres o son las mujeres? GUADALUPE: Pues me parece que las mujeres se han vuelto flojas, porque son las que no hacen el pozol. No utilizan el molino de mano. Por una parte, si tienen el molino o se los han comprado, ellas serían las flojas. Sí, ellas serían las flojas. Pero si no tienes molino de mano, y alguien te pide pozol, también, ¿qué vas a hacer o cómo lo mueles? Ni modo que lo muelas con una piedra y después se lo des para que se lo lleve. BERNARDINO: Pues sí, eso es verdad. Actualmente, en la vida moderna, las responsabilidades de la casa les corresponden tanto a la mujer como al hombre. Y es verdad, a veces, por ejemplo, tú como mujer le debes de exigir a tu esposo pues que te compre los utensilios de tu trabajo. No es nada más emborracharse, no sólo es malgastar el dinero, no sólo es obtener las cosas así nada más. Sino que él tiene que cuidar un poquito su dinero para comprarte las cosas necesarias para la casa. Porque tú, en el momento que quieras trabajar, pues si hay, pues ya. Así de rápido lo haces. Pero si tienes los utensilios para preparar el pozol, si tienes un molino de mano, y nada, no lo haces, eso quiere decir que la señora, tú, por ejemplo, eres la floja y no lo quieres hacer. GUADALUPE: Sí, es así como dices. De eso hay muchos ejemplos. A veces las personas, cuando aclare el día y apenas amanezca, no piensan si sus hijos tienen qué comer o si tienen qué desayunar. Él sólo agarra su camino y se va a la milpa. Pero al regresar, si se está muriendo de hambre, cuando le pida su comida a su esposa, si él no ha comprado nada, ¿pues cómo va a hacer ella algo de comer? Porque a veces hay días que ni siquiera tenemos maíz. ¿Pues cómo vamos a hacer algo para que él coma? Y a veces te exige que le des de comer tortillas, que le cocines algo de comer, cuando él no te ha traído ni siquiera la leña. ¿Pues cómo le vas a hacer, si eres una pobre ama de casa que se queda en la entrada de su casa, y andas recogiendo cáscaras de elote para hacer fuego y cocinarle algo de comer a tu esposo porque siente hambre? Llega asoleado y ya siente hambre y sed después de haber trabajado en la selva. Pues ella rápidamente se pone a recoger las cáscaras del elote como si fueran leña para que pueda cocinar algo de comer, incluso para sus hijos. Un hombre no debería de ser así. Su obligación es traerte leña a la casa, y también un poco de maíz. Pero si él te pide de comer, y ya te ha traído todo y tú no lo has preparado, pues andas buscando que te den de azotes en la espalda. BERNARDINO: Dicen que a veces cuando una persona se va a casar la aconsejan. Pero como dicen, por el oído derecho le entra y por el izquierdo le sale todo lo que le dicen. Pues la verdad, una mujer cuando empieza a buscar novio, ¿no es verdad que la aconsejan? Le dicen: -Si ya empezaste a fijarte en alguien y te piensas casar, debes de aprender a trabajar. Es necesario que aprendas a lavar, es necesario que aprendas a moler nixtamal, que aprendas a hacer penkuches, incluso penkuches como de a un centímetro de grueso. Son esas cosas las que debes de aprender, pues así tu marido no te reclamaría enseguida. Con el tiempo ya habrás aprendido de todo.- Porque una mujer, debería de tener responsabilidades y obligaciones. Así también debería ser el hombre, debería de ser responsable, así como dices. Porque tú, si tu deber es hacer el trabajo, pero si no te han traído el maíz, si no tienes azúcar, si no te han traído despensa alguna, ¿cómo le vas a hacer? A veces el individuo cuando llega te pide de comer. ¿Pues cómo va a ser si no hay? Pues no le puedes dar nada si no hay nada. La obligación de un varón es dedicarse al trabajo para que pueda traerle algo de comer a su esposa. Y tú como esposa, si no lo preparas, pues ésa será una falta tuya porque no has hecho lo que te ha dicho tu esposo. ¿No es así como dices? GUADALUPE: Yo así lo digo, así es como lo digo. Si un hombre te ha traído los utensilios y no lo haces, pues eso es. Te digo que por eso estarías buscándote que te azoten la espada. Pero si no te ha traído nada, pues nadie puede obligarte a hacerlo. Ni nadie puede venir a darte de patadas o a golpearte porque no le has preparado su comida. Porque además, ni él tiene utensilios, ni tú los tienes. ¿Pues cómo le vas a hacer? O bien, si alguien, como tu marido, llega así nada más a golpearte pidiendo algo de comer y no te ha traído nada, y ni siquiera te ha dado un solo peso, actualmente existen instituciones donde puedes ir a quejarte. Pues con eso las autoridades pueden requerirlo y amonestarlo para que se comprometa a no seguir golpeándote. Porque sería distinto si él te hubiera traído lo que necesitas. Y es distinto si no te ha dado nada. Si te ha traído lo que necesitas y no lo has hecho, pues entonces, él, en donde sea, puede ganarte. Pero si él no te da nada y sólo te anda buscando pleito, sería distinto. La verdad, a veces hay mujeres que dicen que aunque las golpee su marido, dicen: -Pobrecito, lo voy a perdonar-. Y una vez sí lo perdonas, pero la siguiente, quién sabe. Puede ser que el enojo se te pase, o puede que no. Porque así le sucedió a una mujer, a la que en contadas ocasiones la había golpeado su esposo. Ella decía eso, que iría a demandar a su esposo. Pero al final de cuentas decía: -Pobre, pobre de él-. Y le tomaba compasión a su esposo. Pero él no le tomó compasión a ella. Por último dicen que hizo que encarcelaran a su marido, pero después dicen que fue a solicitar que lo liberaran. Y dicen que soltaron a su marido, ¡pero qué! Cuando soltaron al marido de la pobre mujer, ella no se imaginó que iba a ser asesinada por él. Y pues su esposo la asesinó. Esto no hace mucho que sucedió, creo que hace como quince días. Su esposo la asesinó. Cuando le hicieron la autopsia para ver cómo la asesinaron, había partes de su espalda donde fue quemada con un cigarro. Dicen que su cuerpo estaba todo quemado de cigarros. Creo que después de que su esposo la quemó, la asesinó. Dicen que dejó dos niños al morir. ¿Pues acaso no es eso duro para los niños? Tal vez vieron o tal vez no vieron lo que pasó. Pero mientras tanto, quedaron huérfanos de madre. Su madre ya no existe, los dejó. Pues al padre, no creas que lo dejarán libre, tiene que recibir su castigo por lo que le hizo a su esposa. Y mientras tanto los niños empezarán a sufrir ya que se quedaron sin padre y sin madre. A esos niños también les espera un largo sufrimiento. BERNARDINO: Sí, hay muchas cosas que suceden. Pues la verdad, eso que dices es verdad. Porque hay quienes sólo se llevan durante el noviazgo. No se dan cuenta de que cualquiera puede tener problemas. Una mujer puede tener problemas en su casa, y así también el hombre antes de casarse. Pero cuando se casen, dirán: -Es mejor casarme, así tendré menos problemas.- Pues no es cierto. Porque cuando uno se casa, aumentan sus problemas. Aumentan sus problemas porque tendrá más responsabilidades y obligaciones. Pues es como decías, una persona debería pensar en trabajar de manera correcta y no de manera incorrecta. Deberían de trabajar de manera correcta para que esas cosas no sucedan. Porque hay matrimonios, que al año o a los seis meses de casados se les presentan grandes problemas, hasta llegan a separarse. Si al año o a los dos años ya tienen niños, ¿pues quiénes son los que sufren? Pues serán los niños, y la verdad eso no estaría bien. Es necesario que una persona piense correctamente. No debe de intentar primero salir adelante y luego pensar bien cómo ha de conducir su vida aquí en la tierra. Porque aquí en el mundo donde vivimos, aquí sobre la tierra, hay cosas bonitas. Pero es necesario que el individuo aprenda a vivir, como se dice en castellano, “respetándonos los unos a los otros”. La verdad esa es la mejor vida; el respeto entre los hombres. Pues ésa es la verdad. Doña Lupe, y tu marido ¿alguna vez ha ido a Los Ángeles? GUADALUPE: Ni una vez, ni una vez ha ido a ese lugar llamado Los Ángeles. Dicen que allí sí se gana buen dinero. Pero también dicen que allí puedes perder la vida. Hay muchas personas que allí han perdido la vida sólo porque pensaron en ir a ganarse un poco de dinero para mejorar sus condiciones de vida y las de sus hijos. Muchos han perdido allí la vida. Es decir, hay quienes han logrado entrar, y pues han logrado mejorar su casa, y pues mejoran sus condiciones de vida. Pero allí, en ese lugar, también uno encuentra la muerte. Y a la vez es un lugar en donde uno puede ganar buen dinero. BERNARDINO: Pues, ¿cómo ves, ese lugar llamado Los Ángeles? ¿Solamente allá en Los Ángeles puede uno obtener dinero, ganarse la vida? ¿O también acá podría uno ganar buen dinero? ¿O solamente en Los Ángeles? GUADALUPE: Pues yo digo que hasta acá puedes lograr un poco. Pero para obtenerlo, como dicen, es necesario trabajar, es necesario sudar para que puedas tener un poco. Pues es como el chile, sí deja ganancias. Si Dios, además, dice que te lo regala, pues eso sería un doble regalo el que te daría, el que obtendrías. Es como el cultivo de la sandía. Aunque la sandía no implica tanto trabajo como el chile. Para el cultivo del chile se realiza más trabajo, pero también, en ocasiones, al venderlo su precio es más elevado. A veces ya le has invertido un buen dinero y pierdes la cosecha, se te echa a perder, y se acaba. En cambio con la sandía no es así. Cuando la siembras, la logras aunque no la riegues todos los días. Pero sí es necesario regarla o incluso fumigarla, y con eso logras un poco. También el chile más o menos tiene el mismo trabajo. Sin embargo, el chile te deja más, te deja mucho más. Si se te logra, cuando lo empiezas a vender te deja mucho más, porque el chile da mucho fruto. Pero a veces, cuando comienza la cosecha, el kilo te lo compran a cinco pesos, a diez pesos, o a veinte pesos la caja. ¿Qué vas a hacer con tan poco dinero? A veces hay mucha producción de chile, y pues no logras venderlo a buen precio. Pero si mejora el precio, si se compra a un precio regular, pues en un dos por tres recuperas el dinero que has invertido. Así como ves, nosotros hicimos un poco de siembra, pero a toda le cayó la plaga del wi, y ninguna planta se dio. Y si siembras otro tanto, tienes que comprar las plantas. Es verdad que lo estamos trabajando, pero si se te arruina de nuevo, pues de todas formas no sacas nada. De nada serviría sembrar otra vez, porque si las plantitas de chile que compras ya vienen enfermas, pues no sacarías nada. Pues está por demás echar a perder la tierra donde sembrarías las nuevas matitas de chile. BERNARDINO: Aquí sí hay trabajo. Así como te estaba diciendo, también lo de aquí es bueno. Porque el Dios verdadero, donde sea ha bendecido, tanto en Los Ángeles como aquí. Pues la verdad, como te digo, muchos se van para allá. En su mayoría, algunos han mejorado, pero, la verdad, sólo aquellos que saben cuidar su dinero. Por lo general, son jóvenes cuando se van para allá, y regresan como se fueron, si es que logran regresar. Hay muchos que les sucede algo malo y así terminan. Y si no, hay quienes se acostumbran a ganar dólares, y pues cuando regresan, ven difícil la vida de acá. Aquí, solamente ganas un poco, veinte, treinta, cincuenta, a lo más cien pesos. Pero la verdad, si lo cuidas, por ejemplo, si ganas cien pesos, gastas cincuenta y ahorras cincuenta, con eso uno puede lograr levantarse. Allá en Los Ángeles, muchas de las personas de las que he visto que se van, a veces cuando regresan sus esposas ya los dejaron, ya se destruyeron, los dejó su mujer, sus hijos, toda su familia. Pues agarran su camino y de nuevo se regresan. O bien, allá se meten en las drogas, allá se quedan, y allá terminan. Pues la mera verdad veo mucho mejor lo de acá. Aquí, aunque seas muy humilde, aunque sea poco lo que tengas, mientras amanezca tu estómago recibe un poco de bendición, porque has comido aunque sea un poco, y con eso te sentirás feliz. También uno podría lograr un poco más al esforzarse más. Es igual que acá, sólo que allá, como dicen, es un país con mucho lujo, es un país... es un lugar mucho mejor, allá hay mucho conocimiento, pero de todo eso, pues, yo pienso muchas cosas. Hasta uno de mis hijos quiere ir para allá, pero le digo: -¿Qué vas a hacer allá? Si Dios ha bendecido a toda la tierra, no solamente allá, también acá. También uno puede trabajar aquí.- GUADALUPE: Sí, es cierto, pues como dices. Aquí uno también puede trabajar. Están muy bien las cosas que le dices a él. Pero como te decía, a veces si siembras y se te echa a perder, ¿pues cómo le vas a hacer? Pues ni modo, de todas maneras lo tienes que hacer. Como te decía de nosotros, se nos perdió toda la siembra del chile. Pues se nos perdió, pero hay otras personas a las que les fue bien en la siembra del chile. Hay quienes ya sembraron, y hay quienes no. Y a ti, ¿no se te echaron a perder tus sembrados de chile? ¿Germinaron bien tus plantas? ¿O hubo algunas que se te echaron a perder? BERNARDINO: No, a mí afortunadamente me fue bien. No fue nomás un poco de chile lo que sembré. Fueron como doscientas sesenta cajas y todavía me quedaron allí como ciento cincuenta cajas, y todas germinaron bien. Pero a veces al chile le entra la plaga del wi, o se arrugan sus hojas, o a veces se pudren las hojas. A veces le pasan otras cosas. A veces uno se descuida y le entra la mosquita blanca, los ácaros y otras cosas. Pero a veces tenemos suerte. Y sobre el wi, pues no hemos visto de dónde viene. Pues mis compañeros, los otros productores de chile, pues ni ellos han visto, ni lo han analizado todavía. JORGE: Pues, Don Isidro, ¿puede usted platicarnos un poco acerca de la diferencia entre el J-meen34 y el brujo, o el que llaman hechicero? ISIDRO: Pues la verdad ellos, son personas, como quien dice, no son parecidos a nosotros, porque nosotros le hacemos un favor a nuestros semejantes. En cambio los llamados hechiceros de quienes les hablaré son quienes únicamente hacen magia negra. Ellos preparan un polvo y…bueno, por ejemplo, le pueden dar un polvo mágico a una mujer para dañarla. Yo digo que eso es malo ante Dios. Y esas personas son gente que piensa de manera distorsionada. Son individuos que pueden quitarle la vida a cualquiera. En cambio nosotros, la verdad, proporcionamos toda clase de medicamentos naturales y otras cosas para curar algún mal, pero no somos hechiceros. Los hechiceros son diferentes, ellos estudian la magia negra. Todos ellos estudian la magia negra. Te pueden causar cualquier clase de daño. Esa tipo de persona, puede venir a burlase de ti todas las noches. Pues esas personas, les dicen hechiceros porque han leído libros de hechicería, libros de magia negra. Cualquier mal que ellos quieran hacerte, te lo pueden hacer, 34 El J-meen es el sacerdote tradicional maya del culto agrícola. También es considerado un curandero o herbolario. Don Isidro aquí entrevistado es un J-meen, y aprendió el oficio de su abuelo. porque ellos saben cómo causar daño. En los libros de magia negra que han leído, allí está el mal. Así que amigos, la verdad, nosotros no hacemos mal a nadie. En lugar de causar algún daño a otros, en lugar de lastimarlos, agarramos un poco de algún medicamento natural y de acuerdo al mal, se los damos. Le damos algún medicamento y con eso se cura. Les devolvemos la salud. En cambio ellos no te devuelven la salud. Por el contrario, cuando a la pobre gente le dan alguna cosa es para que la manden dos metros bajo tierra. Esa es la diferencia entre nosotros, los J-meenes, y los hechiceros. Aunque también ellos, al igual que nosotros, andan realizando toda clase de primicias; sin embargo, ellos son hechiceros. Esos son los hechiceros. Y la Santa Biblia lo dice; el yerbatero es también hechicero. Eso dice la Santa Biblia, el hechicero es igual que el yerbatero. Pero como dicen, cuando los hechiceros hacen algún mal, Dios ya registró quién fue, qué piensa, ya conoce sus mañas, y por qué piensa mal. Ellos no serán recibidos en el reino de Dios. Pero tú, cuando hables con la verdad, dirás: -Señor, ayúdanos con lo que hacemos, ayúdanos a pensar lo mejor posible. Ayúdanos. Danos un buen pensamiento para que podamos curar a nuestros semejantes con los medicamentos que les damos. En realidad, tú eres el que lo va a hacer, no nosotros.- Así es, Dios sabe qué cosa le pedimos, sabe qué le pedimos. Es él quien hace la obra, no somos nosotros los que hacemos la obra. Es Dios, así es. Todas las acciones que hacemos y que benefician a nuestros semejantes, es Dios quien las hace. Se lo ofrecemos a la mano derecha de Dios para que obre sobre lo que le estamos dando a nuestro semejante. Cuando nos arrodillamos para pedirle al verdadero y grandioso Dios, ya sabe que es él quien hará la obra, y no nosotros. Es Dios quien lo hizo. Pero aquellos de los que te hablo, los hechiceros no tienen buenos pensamientos, sólo tienen pensamientos malos. Su ciencia es mala. Le quitan la vida a nuestros semejantes. Para nada son buenos. A nosotros, no es eso lo que nos enseñaron. Nos enseñaron a proporcionarles remedios a nuestros semejantes para que se curen. Para que al sanar anden de nuevo. Amigo, cuando ya hayas sanado, todo ese bien que se hizo sobre ti, no fuimos nosotros los que lo hicimos. Dale gracias a Dios porque te has curado. Ya tienes una deuda con tu padre, Dios. Porque fue tu padre quien hizo la obra. Es verdad que nosotros lo realizamos, pero nosotros le rogamos que obre sobre tu vida para que te levantes de nuevo. A ningún mortal le podríamos pedir semejante obra, ningún mortal haría una obra así. El que está en la gloria, es él quien otorga la bendición. Es él quien pondrá su mano derecha sobre ti. Es él quien te aliviara, aunque seamos nosotros los que te demos los medicamentes. Entonces, es Dios quien hace la obra. Nosotros solamente pedimos que Dios obre. Que el gran Dios verdadero sea el que dé su bendición al enfermo. Decían por allá… bueno, como le dije en una oración a una señora, en ese entonces yo tenia poco tiempo de casado, -Pues, paciencia doñita,- le dije. -Voy a pedir una bendición para tu esposo, para que Dios lo cure, para que el medicamento le quite el mal-. Me arrodillé y comencé a orar: -Señor, derrama tu bendición sobre este cuerpo al que le estoy poniendo la medicina. Porque la medicina tú la tienes, pero todo es invisible. Además, obra sobre el medicamento que estoy aplicando ahora. Obra sobre él. Y derrama tu bendición sobre él, para que el mal se le quite a este hijo tuyo. Porque también nosotros somos hijos tuyos. Ningún individuo dirá que no es hijo de Dios. Y la verdad, eso Dios lo sabe. ¡Cuántos hijos tiene él en el mundo! No importa cual sea su color, sea negro o de cualquier otra raza, siempre será hijo suyo, pues él los puso aquí sobre la tierra. Dios derrama su bendición sobre nosotros, pero no lo vemos. Él nos proporciona las cosas para alimentarnos. Él nos da la fuerza, nos da el aire. Proporciona el habla para que se platique de las cosas, para que se platique de las cosas que se observan. Para que platiquen las cosas que nos suceden. El gran Dios verdadero nos dio la inspiración cuando nacimos. Porque una sola madre y un solo padre tuvimos al nacer. La Santa Biblia lo dice; Adán y Eva, ellos son nuestros padres, y ahora, cuántos descendientes ha habido. Cuánto les dijeron; -Se perderán si comen del fruto de ese árbol. Se perderán,- les dijeron. Pero el mal ahí anda de tras de uno, incitándote. Cuando el mal llegó, les dijo: -Ese señor sólo les miente, coman, es cosa buena -. Y comieron de la manzana. Cuando el gran Dios verdadero fue al lugar donde los había dejado, se dio cuenta que estaban totalmente cubiertos, y de antemano ya les habían advertido que no comieran de esa manzana. Pues de ese modo surgió un hombre y una mujer. Fue así como surgió nuestra raza y todas las demás razas, todas provienen de Adán y Eva. Si te das cuenta hay una, dos, cuántas generaciones existen ahora. Así que todas esas cosas se las platicamos a nuestros semejantes. Yo ya soy viejo y he visto tantas cosas pasar, y he visto las cosas que hace una persona. Y muchas de esas cosas no son agradables a Dios. Si por ejemplo, nosotros... o si yo soy el que va a un templo y a la vez estoy hablando en contra de mi semejante, pues eso no es agradable a la vista del verdadero Dios. Vamos a procurar que exista entre nosotros un…bueno, deberíamos de respetarnos. Pero en la actualidad eso ya no existe. Ahora de plano, ya nadie tiene respeto. Antaño, si había respeto. Nosotros en los tiempos en los que crecimos había respeto. Es por eso que yo, aunque escuche lo que diga de mí alguno de mis semejantes, sólo me río. Lo bonito sería que los bendijéramos y que hiciéramos que obedezcan al gran Dios verdadero. Porque es él quien nos ayuda en todo y en lo que sea. Aquellas personas que hacen esas cosas malas, yo pido por ellos: -Señor, perdónalos por todas esas cosas que hacen, porque no saben que lo que hacen son cosas malas.- Porque, como ven, yo no me involucro con esa clase de cosas. No sé cómo se hacen. No lo sé del todo. En cambio ellos, lo hechiceros, sí lo estudian. Compran esas cosas, los libros de magia negra, y lo estudian, y allí aprenden toda clase de cosas. Ese es el sistema de esa gente. Ellos trabajan según les convenga. Y trabajan con el mal, no con el bien. Porque una persona, desde que una persona venga por su medicamento, pues hasta para el medicamento le pedimos a Dios su bendición. Porque es Dios quien hará la curación, no nosotros. Yo, a la gente les hablo claro, les digo: -Amigos, si es por el medicamento, sí hay: todo ha pasado por las manos de Dios.- A través de su bendición él ha curado a toda clase de personas, ha curado a ciegos, ha curado a los paralíticos. La verdad, Dios le dijo al ciego: -Anda a esa agua, yo te lo mando.- Era un agua... más bien no se sabe cómo era esa agua. Y mandó al ciego, y se lavó la cara. Luego el gran Dios verdadero le preguntó: -Ahora ¿cómo ves?- Él respondió: -Bien, se me aclaró la vista, en verdad que se me aclaró la vista.- Pero amigos, ¿con quién hablaba? Con Dios. Para Dios nada es imposible. Él esta lleno de bendiciones, tiene de todo. Por ejemplo, en todo el trabajo que nosotros hacemos, yo digo que en todo el trabajo que nosotros hacemos, como por ejemplo, todo el trabajo sobre la solicitud de la lluvia, sólo mencionamos a Dios. Mencionamos únicamente a Dios para que nos regale su bendición. En ocasiones, apenas se está ofreciendo la Santa Sopa,35 la sopa de la primicia,36 cuando comienza a llover. Pero ahora me doy 35 La santa sopa, se refiere a una clase de guisado especial que se hace para las ceremonias agrícolas entre el pueblo maya. 36 La primicia es la comida y la bebida que se ofrece a las deidades agrícolas. cuenta de que todo eso se ha abandonado, ya ha cambiado. Ahora se ignora qué es eso, ya se ha olvidado. JORGE: ¿Hay personas que todavía vienen a solicitarte que hagas una primicia? ISIDRO: Sí hay. JORGE: ¿Todavía hay? ISIDRO: Hay quiénes todavía vienen, y hay quienes no vienen. JORGE: ¿Cómo se hace la primicia? ¿Cómo se hace la primicia? ISIDRO: La primicia, así como nosotros la sabemos ofrecer, pues por ejemplo, en la primicia para ofrecer a la selva, allí se reúne a las gallinas para sacrificar, se reúne masa de nixtamal y la pepita menuda. La pepita menuda es para untar encima de cada una de las tortillas llamadas penkuch.37 Se hacen trece tortillas, trece tortillas en capas, y al terminar se les pone una cruz para presentarselas a Dios. Pues eso, cuando se presenta es para Dios. Cuando ya se haya presentado y ya se haya hecho todo, se termina la ceremonia. Si hubo algunos invitados, pues toda esa gracia que se ha hecho en sopa se reparte entre los invitados. Es una ceremonia muy bonita. ¿No han visto ustedes cómo se hace? ¿No la han visto? 37 El penkuch es una tortilla gruesa, de unos 20 centímetros de diámetro. En este caso se apilan trece tortillas, sin cocer, es decir, trece penkuches, y a cada tortilla se le unta encima la pepita molida. Al terminar queda una tortilla de unos 5 centímetros de grueso. Pues es algo bonito cuando se hace la presentación de la primicia a Dios. Sí, es muy bonita la primicia. Al presentársela a Dios se dice: La Deidad rica es una persona que tiene agua en abundancia. Trae el agua. Proporciona el agua. Bendice a la tierra para que se pueda cultivar y pueda haber maíz. La Deidad rica es el mismo Dios, él mismo lo ha puesto, pues cuando se le solicita o se le presenta la primicia, a Dios mismo se le ofrece o se le pide. También todo eso se les ofrece a los llamados “guardianes de la tierra.” Los guardianes de la tierra sí existen pero en la actualidad no se les reconoce. Antaño, la gente de aquí los reconocía, pero ahora son protestantes. Ahora la gente ya ha cambiado, aunque antes sí los reconocían. Han cambiado mucho. Sin embargo, lo que antaño se hacía, nosotros todavía lo seguimos haciendo. No hace mucho, hace más bien como un año, me decía mi hijo: -Papá, quién sabe cómo le iremos a hacer, pues ya pasó el tiempo de la siembra.-38 Y el otro me dijo: Entonces ¿cómo le vamos a hacer? Todos los de aquí pensaban lo mismo. Pero había una parte que no eran protestantes y vinieron a preguntarme: Don Isidro, ¿cómo le haremos, señor?- Y les pregunté: -¿Con qué? Y me 38 Y no llegaban las lluvias. respondieron: -Pues, si como dicen lo hermanos protestantes, ahora el mes de junio ya terminó, ya se acabó junio. Ya qué, si en realidad nadie ha sembrado-. Yo les dije: -Junio ya finalizó y el tiempo de la siembra ya pasó-. Y les seguí diciendo: -Compañeros, hasta yo mismo estoy pensando en todo eso. Nosotros tampoco hemos sembrado. Pues ¿quién de aquí ha sembrado? Pues nadie, vamos.- Y me dijeron: -Pues venimos a escucharte, si es que nosotros podemos hacer una primicia.- Les dije:- Si creen que es posible, entonces sí se puede.- A eso respondieron: -Pues si incluso antes de venir acá ya habíamos reunido todo lo necesario. Si mañana se puede hacer, vamos de una vez.- Así que le hablé a mis hijos, y les dije: - Hijos, que se prepare el nixtamal, que se prepare la pepita de la calabaza, ya llegaron los demás compañeros. Vámonos a una ranchería que queda al norte, allí habrán que ir. Allá haremos todo, porque allá hay agua, hay un pozo de donde sacar agua. Pues así, se reunieron todos y fueron a desyerbar el lugar. A estas horas ya habían partido junto conmigo. Al llegar, se fueron directamente a desyerbar el sitio donde se pondría la mesa. Entonces, al levantarme le dije a mi hijo: -Por favor, anda, y de mi parte, dile a Pedro,- le decía, -que venga aquí y que me traiga el triciclo para que me lleve allá, pues no puedo caminar.- Y me contestó: -Pues vamos,- me decía, -vine por ti, vamos.- Y nos fuimos. Al llegar se oía que la gente estaba trabajando. Ya habían barrido, ya habían hecho de todo. Ya habían armado el arco del altar. -Bien muchachos,- les digo, -traje conmigo el saka',39 aquí está la jicarita. Pónganlo ustedes allá y después nos vamos. Mañana temprano, todos, júntense todos ustedes aquí. Les dije: -Y también temprano, a las 39 El saka' es una bebida ritual hecha de maíz, cuyo nixtamal se prepara sólo con agua (sin cal). Se presenta como ofrenda en varias ceremonias agrícolas. cinco, cuando esté amaneciendo, vienen ustedes por mí, y me llevan allá.- Y me contestaron: - Muy bien, así será.- Justo a las cinco, escuché que tocaban la puerta. Me preguntaron: -¿Ya despertaste, señor?- Y les contesto: -Ya, pero estoy preparándome algo para desayunar-. Me dicen: -vamos, vas a desayunar en mi casa. Allá ya han terminado de preparar lo que se va a desayunar.- Y así, llegué y entré a la casa y me dieron de desayunar. Después, enseguida nos fuimos. Cuando llegamos al ranchito, ya estaban allí ocho señoras, pero ellas estaban trabajando aparte. Estaban poniendo el agua a calentar, bueno, se estaba haciendo de todo. Se estaban preparando para sacrificar a las gallinas y todo lo demás. Hubo quien donó guajolotes, hubo quien donó gallinas. El saka' ya se había preparado completamente. -Pues vamos a hacerle el rito de protección a mi mesa. Voy a presentar mi mesa para el hermoso y verdadero Dios. Voy a ofrecer la primicia para el gran Dios verdadero, para que nos otorgue su gracia. Voy a proteger toda mi mesa con el saka' y el balché40.- Por que en estos casos se trabaja con el balché. ¿No conocen el balché? JORGE: No lo conozco. Conozco el árbol, pero no sé cómo se prepara. ISIDRO: Se hierve en agua. Se hierve con miel. Entonces cuando se termine queda muy sabroso. Pero si beben demasiado, cuando menos se den cuenta, ya se van tambaleando. Y eso es cierto, porque es una bebida fuerte. Sin embargo, eso es lo que se utiliza para este trabajo. Al finalizar el rito de protección de la mesa, comienzo con mi trabajo, hago mi trabajo, me pongo trabajar. Mientras tanto, les 40 El balché es una bebida ritual hecha con la corteza del árbol del mismo nombre, fermentada con miel. digo a ellos. -Muchachos,- les digo, -la verdad, les recomiendo una cosa más; que se apresuren. Vean si ya se juntó completamente la masa.- Les digo, -sería mejor que lo hagan todo, porque todo lo voy a bendecir para que puedan ustedes comenzar a hacer los penkuches. Muchachos, exactamente a la una escucharemos qué es lo que va a suceder. Dios le otorgará su gracia a este lugar.- Y ellos me dicen: -Muy bien, ya que así lo dices, ahora vamos a apresurarnos.- Y les digo: -Que uno se encargue del píib41- y se hizo un píib muy grande, -y que otros dos se ocupen de encenderlo. Los demás, que hagan los penkuches.- Me respondieron: -Pues los penkuches, las señoras ya los están haciendo. También están cocinando. Ya sacrificaron todas las gallinas, ya terminaron todo eso, ahora están cociendo la carne.- Así, cuando terminaron de cubrir los pibes,42 los enterraron. Como a las doce enterraron los pibes. Después se empezó a repartir el saka' y todo lo demás. Las señoras tenían puesto todo su empeño, y también estaban felices, porque estaban haciendo este trabajo. Les digo: -Como aquí estoy en la sombra...-, porque allá construí una casa, y pues así no se pone duro el calor, porque allá en el rancho construimos una casita bastante buena. Pues ellas allí estaban preparando el k'óol43 y lo demás. Justo a la una escuchamos ¡¡brroooom!!! Estaba tronando la lluvia en el oriente. Tronaba. -Dios quiera que hoy venga la santa lluvia, porque así, mañana sembraríamos,- dijeron ellos. Se pusieron contentos al escuchar los truenos. ¡Ay muchachos! Y justo a la cuarta vez que tronó, ¡qué hermosa lluvia! Las nubes ya habían cambiado, se oscureció. En ese momento les dije: -Muchachos, no vayan a dudar 41 El píib es un horno hecho en el suelo semejante al horno de barbacoa del centro de México. 42 Los pibes son panes gruesos de masa de maiz (de unos 25 centímetros de diámetro) semejantes a los tamales, y que se cuecen bajo tierra en el píib. 43 El k'óol es una sopa caldosa, espesa o pastosa, hecha a base de maíz. de todo esto. Vamos a ver qué va a pasar con la lluvia. Sólo cuando nos dimos cuenta, comenzó una brisa. En ese momento, se empezó a nublar completamente: clan, clan, clan. ¡Agua! ¡Santísima! Y que empieza la santa lluvia. Ahí donde yo estaba, ya se había inundado cuando paró de llover. En ese entonces, yo tenía reuma. Le digo a la gente: -Quién sabe como le voy a hacer. ¡No importa! Ya Dios sabrá. Él me dará su bendición para que no me pase nada.- Incluso hasta donde estaban las señoras removiendo el k'óol, en el interior de la casa, se inundó. Y dijeron: -¡Esto era lo que se necesitaba!- Cuando terminé de ofrecer la sopa, ya se habían sacado todos los pibes que había yo ofrecido, y al final se repartió todo. Todos regresaban al pueblo muy contentos. Todos los que fueron a comer el k'óol decían: -Aquí tienes diez pesos, aquí tienes veinte pesos, aquí tienes treinta pesos.- Estaban reuniendo algo de dinero. ¡Ay hombre! Y cuando terminaron, ya habían juntado tantito de regalo. Y les digo a los muchachos: -Jóvenes, mañana lo que vamos a hacer es sembrar. Pues gracias a ustedes, porque todos ustedes se organizaron para hacer este trabajo, y por lo tanto, ahora el Dios verdadero ya nos ha dado su bendición. El verdadero Dios nos dio su bendición. Nos ha bendecido esta tierra. Mañana a esta hora estaremos en la milpa. Estaremos sembrando.- Pero como les digo a ustedes, eso fue un tremendo aguacero, pues hasta debajo de los árboles de la selva se inundó. Hasta las sartenejas secas, donde se filtra el agua, se llenaron completamente. Cuando amaneció le dije a uno de mis dos hijos: -Hijo, ¿cuánto de tikin muuk44 hicieron ustedes? -Nosotros,- dijo, -sembramos casi veinte trechos de milpa antes de la lluvia-. -¡Ay muchacho!- le dije, -van a salir muy bien los elotes-. Y dijo él: -Quedaron veinte trechos.- Y yo le dije: -Si hay alguien que todavía dude, que siembre todo de una vez hoy: yo 44 Siembra que se hace en seco, antes de que caiga la primera lluvia. mismo se lo pago.- -Muy bien- respondieron y se fueron. Como a las diez regresaron, y dijeron: -Ya lo terminamos-. Y yo les dije: -Pues muy bien.- ¡Ay señores míos! Cuando se terminó la siembra germinó muy bien el maíz. Y se veía muy amarillo el maíz cuando germinó, e iba creciendo muy muy parejo. Y es lo que tenemos hasta ahora, mucho maíz. Cada planta dio dos o tres mazorcas. Pues así estuvo todo eso. Les dije a ellos: -¿Ya vieron? Nosotros estábamos cambiando nuestra forma de pensar, y ante Dios eso no es bueno. Dios quiere que sigamos pensando en él. Fíjense, ahora nos ha bendecido a todos nosotros. Nos concedió y nos regaló su bendición.- Y todos estaban contentos. Así que entonces, como pueden ver, la primicia que se hace, se le ofrece a Dios, no a cualquier cosa. Aunque en verdad, hay algunos que dicen: -Esta cruz, como ésta, no es bueno que se ponga sobre la mesa, porque es contrario a Dios.- Pues así lo dicen algunos. Pero yo les respondo: -Pues la verdad, no fuimos nosotros los que hicimos eso. Dios, fue crucificado en un madero, pero el madero no podía hablar, sólo era un pedazo de madera del que se hizo una cruz para que allí se crucificara a Dios. Pero Dios, la verdad, él es casi igual que nosotros. Si por ejemplo nosotros cometemos alguna falta, si llegáramos a faltarle en lo que sea al presidente o al gobernador, nos tendrían que castigar, o incluso a cualquier comisario, pues nos tendrían que castigar. Pues ese fue el caso de Dios, fue crucificado. Pero también no supo quién le hizo eso ó si fue algo malo lo que él hizo. No debieron de patear al gran Dios verdadero. Pero después, Dios descubrió quién hizo todo eso. Y empezó a llorar por él. Sin embargo, el gran Dios verdadero, fue él quien redimió la tierra con su santa sangre y hubo bien en la tierra. Todas las cosas las hizo Dios. Hizo las estrellas, hizo la luna, hizo el sol que nos ilumina aquí en la tierra. La luna que también nos alumbra aquí en la tierra, aunque esté oscuro. Aunque ya haya anochecido, andas con su claridad. Hizo el cielo y la tierra. ¿Cómo ves? Dios, ¿ha hecho o no ha hecho milagros? Lo proporcionó todo. Dios todo lo proporcionó. Proporcionó toda clase de animales para que la humanidad se alimente. Dejó cerdos, dejó gallinas. Nos proporcionó cerdos y gallinas, nos proporcionó reses. Hasta nos proporcionó caballos, para que ayuden al hombre en su trabajo. Por ejemplo, puedes llevar uno de tus caballos, le pones carga, y así traen algo de comer tú y tu caballo. Que se den cuenta cuántos milagros hace el Dios verdadero por todos nosotros. ¡Cuántos milagros ha hecho Dios! Mientras que nosotros, nosotros no lo podríamos hacer. Sin embargo, él sí los puede hacer. Pero hay algo; pídele a Dios cualquier cosa, aunque no te des cuenta, y sí te la dará, porque a él se la pides. RODRIGO: Don Isidro, he visto que hay una cosa que se llama “sastúun”.45 ¿Qué es el sastúun? ISIDRO: ¿El sastúun? Es con lo que se pueden ver cosas, las cosas que vendrán en el futuro. La cosas que están por suceder, las cosas que se hacen. Lo que te sucederá. Se le otorga a una persona que se dice o que se considera a sí mismo J-meen. Pero es Dios quien se lo dio, no se entrega así nada más. Entonces, cuando alguien venga a consultarte, pues puedes ver qué clase de enfermedad tiene esa persona. También se te da ese don para ver, pero es Dios quien te dará ese don para ver. 45 El sastúun es una piedra o cristal adivinatorio usado por los J-meenes. JORGE: No es la piedra sola la que hace que veas todas esas cosas. ISIDRO: No, es Dios quien te otorga el don. Te otorga ese don, porque no nomás llegas, la ves, la tomas como a cualquier cosa, y tratas de observar. Hace algún tiempo, fuimos a una cueva de por acá. Al llegar al interior de la cueva, jefe, ¡si vieras! Incluso ya hemos llevado a muchos profesores allá, y ni siquiera ellos han podido leer las letras que hay en la cueva. JORGE: ¿Por dónde está? ISIDRO: Por el rumbo de Kínil, está por ese rumbo. El lugar se llama Xjasche'il. Cuando entres, parece una mina de material estrecha. Así de pequeño está el agujero por donde se entra. Pero al llegar al interior, parece el interior de esta casa. Y así vas adentrándote hasta llegar al agua. Cuando llegas hasta donde está el agujero de un pozo y donde se encuentra el agua, hay un arco. También hay empotrado un pequeño depósito hecho de piedra. Es un depósito de agua hecho de piedra. Si observas, hay unas huellas que van hacia el interior. Y te preguntarás: -¿De dónde vino este caballo? ¿Cómo es que entró este caballo hasta el pequeño depósito de agua para que le laven el lomo?- También pueden ver claramente las huellas de los pies de una persona. Son las huellas de los pies de la persona que anda en la entrada del agujero. Y me pregunto: ¿Pues cómo es que saca el agua si todo esta oscuro?- En algunas ocasiones he visto alguna claridad en el interior de la cueva. Esa claridad son los kakabes que lavan el lomo de los caballitos. Es una cueva muy grande. Y en efecto, les diré que en una ocasión una persona me preguntó: -¿Sí nos llevas a la cueva?- Y le respondí: -Sí, sí los llevo.- En la actualidad, el camino a la cueva ya no existe, está completamente cerrado. Todo el camino está cerrado, se ha vuelto milpa, hicieron milpa incluso sobre el camino. Pero antes, en efecto, allí íbamos por agua para las primicias. Es una cueva muy grande. Allí en el centro de la cueva, por esta dirección, puedes ver una mesa grande. Pero la mesa es de piedra, totalmente de piedra. En una ocasión le dije a mi abuelo... bueno, primero les diré que mi abuelo, él me enseñó este trabajo sobre la medicina tradicional. Yo era todavía un niño, no había crecido. Pues imagínate cuantos años tengo ahora, voy a cumplir los ochenta y tres años, los cumplo el mes de abril del siguiente año. Todavía voy a cumplir ochenta y tres años. Como les digo, fue en mi infancia cuando me enseñó a realizar este trabajo que hago ahora. Entonces, a mi abuelo hasta le hacia preguntas: -Abuelo, ¿cómo fue que se construyó estó?- Y me dijo: -Ah, éste es el pozo de las deidades de la selva. En una ocasión, una persona hizo su milpa hasta la entrada de la cueva. De repente vio que salía bastante humo de la entrada de la cueva. Salía mucho humo. Él se encontraba justo dentro de su milpa. Pero al hacer la milpa, había tumbado los árboles cercanos a la entrada de la cueva. Al poco rato vio que estaban muy tupidas las nubes, como si fuera a llover. Era el agua que venían a buscar. El agua fue extraída por los dueños de la selva y después salieron, así nada más. Hoy, si se pudiera yo los invitaría para que vieran la cueva. Sólo que no entraríamos nada más así. Llevaríamos un poco de saka' y lo pondríamos en la entrada de la cueva. Después de que lo hayas ofrecido, ya puedes entrar, y así no te van a hacer nada. JORGE: ¿Y si no lo pones lo que…? ISIDRO: Pues de repente escuchas que te están hablando, que te están hablando dentro de la cueva. Dicen que cuando le sucedió a gente del poblado de K'inil. Como ese lugar está cerca de K'inil, empezaron a percibir cosas. Ya habían llegado hasta el centro de la cueva cuando les empezaron a hablar. También en ese momento empezaron a sonar víboras de cascabel, cht, cht, cht, eran puras víboras de cascabel. Y se preguntaron: -¿Cómo iremos a salir? Hermano, aquí nos va a pasar algo malo ¡qué entramos a hacer aquí!- Dicen que habían entrado a buscar agua para beber, pero no pudieron. No los dejaron entrar así nomás. Es una cueva muy grande. Es el pozo de los dueños de la selva, es de los “cuidadores de la tierra.” Pero hay gente que no cree que esas deidades existan, “los cuidadores de la tierra.” No creen que un lugar tenga sus propios guardianes. Por ejemplo, si es un lugar como en el que estamos, tienes que decir: Santo. Ése es el trabajo que necesitas hacer, así es. ¿Qué te parece? ¿Está bien? Ésa es la oración que tú necesitas hacer. Cuando yo diga: ¿Quién es el Dios Padre? Es mi cristo; Dios Padre, Dios Hijo; Dios Espíritu Santo. Pues así es eso. Otra oración dice, dice así: Ésa es la primicia que se ofrece ¿A quién se le dice? Es a mi Dios, Dios Padre. Y esto es lo que se implora: Nosotros, con esto, estamos suplicando. Estamos haciendo una súplica a Dios, para que nos otorgue su bendición. Para que nos dé vida. Para que nos proporcione las cosas con que nos alimenta. Sería bonito pensar en el hermoso Padre. Sería bonito darle gracias a Dios, porque es él quien nos da el sustento. Es él quien nos da la vida. Es él quien nos proporciona la comida. Cuando amanece no sabes qué es lo que la vida te tiene preparado. Es como cuando tienes esposa, ella es la que sabe qué es lo que se necesita en la casa. Cuando se levanta hace una oración: -Señor, ya me levanté, tú me darás un poco de alguna cosa para que yo me alimente. Padre, te doy gracias, y muchas, muchísimas gracias a ti porque nos das la vida.- Nosotros, así vivíamos mi difunta esposa y yo. Mi difunta esposa lo aprendió, sí lo aprendió. Tan pronto yo me levante, hago una oración: -Señor, ya me levanté. Ahora voy a trabajar. Tu me darás una bendición con tu mano derecha, para que yo trabaje tranquilo y tenga una vida tranquila y que yo tenga felicidad, y que regrese de nuevo aquí a mi casa, Señor mío, a nadie más le puedo pedir que a ti y a tu persona, nada más. Un individuo, tan pronto se levante y vaya a la cocina, si es mujer, enseguida hace una oración: -Padre voy a prepararle algo de comer a mi esposo. Es la mano de tu hijo la que va trabajar al campo. Bendícelo también. Dale tu bendición para que regrese con mucho bien. Y que no le suceda ninguna desgracia, y no le pase nada malo.- Así es, mi difunta esposa eso aprendió. ¿Qué les parece todo este trabajo? Así es este trabajo. Así se hace la súplica. JORGE: Pero el canto que haces, ¿es sólo para la primicia? ¿O sabes otro canto para otra cosa, para otra primicia? ¿Tienes que ofrecer otra cosa por lo que lograron ustedes en la milpa? ISIDRO: ¡Ah! Todo, todo eso hay que ofrecerlo a Dios, al Padre. Dios sabe qué le vas a ofrecer. También sabe qué le vas a pedir. Cuando le presentes todo lo que piensas, tienes que presentárselo a él. Porque Dios, al presentárselo a él, sabe por quién hace la súplica y qué es lo que piensas, qué…bueno, -es una dicha que nos bendigas, Señor.- Todas las cosas que se ofrecen sobre la mesa, se las tienes que presentar a Dios. -Nos diste hijos; gracias a ti. Nos regalaste algo de comer hoy; gracias a ti. Ahora te lo voy a ofrecer a ti. Te voy presentar lo que me regalaste. Te voy a dar a conocer qué es lo que recibimos de tu mano derecha. Y lo que sentimos necesidad de darte. Incluso todo esto, esto te lo entregamos tus hijos. Trabajamos juntos por la primicia que te presentamos.- En la ofrenda le mencionas a Dios a todos las personas, si es Pedro, si es Juan, si es José, a todos. Tienes que ofrecer los nombres con los apellidos. Dios sabe quiénes participaron en la primicia. Sabe quiénes piden la bendición y todo lo demás. No sólo es hacer así de rápido un trabajo, así nada más, sin mencionar a la persona involucrada. Si no mencionas a la persona, pues no sabes. Así, nada le has ofrecido a Dios. Necesitas saberlo bien y ser muy inteligente con todo este trabajo. Es necesario que le menciones a Dios las personas con sus apellidos. Y Dios los recibe, y sabe quiénes son. Cuando bendiga la tierra donde trabajan las personas, es que Dios la va a bendecir porque sabe quiénes son. Un hijo suyo es quien pide la bendición, o quienes piden la bendición, quienes imploran por la bendición. JORGE: ¿Pero se canta, se canta? ISIDRO: Eso no. Sólo se declama, sólo se declama. El canto es lo que ya hice. JORGE: Pero el canto que hiciste, ¿es para pedir la bendición? ISIDRO: Sí, es para pedir la bendición ¿No escuchas qué hermoso es? Por ejemplo estamos aquí en el poblado de Sabacché: ¿A poco no está bien? Escucha con atención, éste es un lamento, éste es un lamento. Pues cuando termine este rezo, le presento todos los apellidos para ofrecerlos con los trece pibes, como te había dicho. Entonces allí se mencionan los apellidos y entonces termina. Escucha con atención, si es Juan, o es Pedro, o es José, sus apellidos se le presentan toditititos a Dios. Además, todos están hincados alrededor de la mesita donde se está haciendo el trabajo. No están nomás parados, están todos hincados. Así es todo el trabajo, así es. Éste es el trabajo. Esto es lo que les ofrezco a ustedes. Es lo que les platico a ustedes, para que lo escuchen todo. JUDITH: Mi nombre, yo me llamo Judith. Yo les platicaré de cómo fue que entré a la escuela preparatoria del Cobay.46 Al principio lo vi difícil, pues todavía no sabía cómo era. Pero ahora, veo que poco a poco me han salido mejor las cosas. Ya he encontrado amigos y amigas, y me llevo bien con ellos. Tienen buenos modales conmigo. JORGE: ¿Cómo ves, es diferente la vida de aquí (de Peto) que en Timul? JUDITH: La vida de aquí de Peto es muy diferente a la de Timul. Son muchas cosas, como la forma de hablar, de vestirse, el comportamiento. Es diferente, no es igual. Son muchas las diferencias que existen. JORGE: ¿Y tú, que diferencia ves? JUDITH: ¡Ah! Por ejemplo, aquí las muchachas, pues ellas cuando se visten se ponen short cortos, o pantalones. En cambio en Timul esas cosas no son así. Usan falda, blusa de manga larga, en cambio aquí no. 46 Colegio de Bachilleres de Yucatán. La entrevista tuvo lugar en el Cobay de la ciudad de Peto. JORGE: Y no vas a la milpa, ¿o sí vas? JUDITH: Ah, aquí no, aquí… JORGE: Pero, en Timul, cuando regresas de la escuela. JUDITH: ¡Ah! Cuando regreso, cuando llego a mi casa, almuerzo. Después descanso como una hora. Después, si tengo tarea, hago mi tarea, pero si tengo examen estudio para mi examen. JORGE: Y tus amigos de Timul, ¿todavía sales con ellos? JUDITH: ¡Ah! Eso sigue igual, así como era antes, hasta ahora es así. Me llevo bien con ellos, pero he encontrado otros aquí. JORGE: ¿Y tienes amigos en el Cobay? JUDITH: Sí tengo, pero no muchos. Tengo…pero no muchos. Sólo dos… se llevan bien conmigo. Digo, aunque hay algunos que son más, que son más, ¿cómo te diría? ¿Cómo te explicaría? Se sienten que son más, se sienten que tienen más dinero, se sienten, como que más… porque desprecian a la gente pobre, así como a los fuereños, así como de donde vengo yo, de un pueblo. Hay muchos que de verdad lo desprecian a uno, pero no todos son así. También hay muchos que no les interesa si tienes dinero o no. JORGE: Y los otros muchachos que estudian que estudian en el Cobay, ¿también hablan maya, o hay…? JUDITH: Cuando me escuchan hablar maya con mis amigas, hay los que dicen que no hablemos en maya. Porque, dicen ellos, parecemos puercos silvestres. Lo que yo les digo es que nunca debemos de avergonzarnos de nuestra lengua maya ni cuando hablemos en maya ¿No ven que nosotros allí nacimos? Desde que nací, hablamos maya. Son muchos, son muchos los que se burlan de nosotros. Nos critican porque hablamos maya, pero de mi parte, eso no me importa. Pues hasta en la misma escuela hablo maya y también hablo español. JORGE: Entonces hay muchachos o muchachas con los que te llevas que hablan maya. JUDITH: Sí hay, una viene de Tahdziú, y también habla maya. Y platico con ella. Platico en maya con ella. Cuando me doy cuenta todos nos están observando, porque ven que hablamos en maya. Aunque en mi salón no me dicen nada. A veces cuando salimos al descanso me critican por hablar la lengua maya. JORGE: ¿Y el maestro qué dice? No… JUDITH: El maestro no nos dice nada. Si a veces nuestros compañeros se burlan de nosotros, ellos no lo escuchan, porque no están presentes, los maestros… JORGE: No lo escuchan, eeh… JUDITH: Cuando se burlan de mí, los profesores nunca escuchan que se están burlando de nosotros. JORGE: ¿Como ves la secundaria de la que saliste, cómo ves a tus compañeros de la secundaria? JUDITH: Sí, de mis compañeros, con todos ellos me llevé bien. Tienen buenos modales. No me criticaban, para nada. Cómo te diré, siguen siendo muy amigos míos. WENDY:47 ¿Con quién te llevas más? JUDITH: Con Wendy, Alba, Marbella, Norma. Pues tengo muchas amigas. Tengo más amigas que amigos, casi no tuve amigos. JORGE: ¿Qué platicas con ellas, con tus amigas de Timul? JUDITH: A veces, cuando salimos, platicamos, como… ¿qué platico con ellos…? ¿Cuando salgo de aquí y me voy a Timul? Les platico que es diferente la escuela de aquí de Peto. Les comento a ellos que no es igual como allá. Los animo. A veces les digo: -Entren para que vean,- les digo. -Allá hay muchas cosas diferentes,- les digo, -pero hay muchas cosas que pueden aprender-. 47 Wendy es una amiga de Judith que participó en esta entrevista. JORGE: Y tú, ¿vas a seguir estudiando, cuando termines en el Cobay? JUDITH: Si termino el Cobay, creo que sí. JORGE: ¿Qué piensas estudiar? JUDITH: Eso, la verdad, eso no lo he pensado. JORGE: Todavía no sabes qué. JUDITH: No lo sé. JORGE: Pero, ¿te gustaría ser maestra, o qué cosa? ¿Contadora? JUDITH: A mí me gustaría ser maestra o contadora. Esas dos cosas, ésas me parecen atractivas, hay otras cosas atractivas, pero no son como las dos que me gustan. JORGE: ¿Qué otra cosa me quieres platicar? WENDY: ¿Cómo se trabaja el chile? JORGE: Si vas a la milpa, ¿qué trabajo haces en la milpa? JUDITH: Cuando voy a la milpa, los días que hay que regar, cuando lleguemos allí, nos ponemos a regar, y después regresamos. Pues, para cuando ya haya empezado la cosecha de chile, nos vamos a cosechar chile. Cosechamos el chile y se nos paga. También allí ganamos un poco de dinero. A mí, ir a la milpa, a mí me parece algo bonito. Pues me parece bonito ir a la milpa. Porque, porque... ¿cómo te diré...? JORGE: Te diviertes más. JUDITH: Sí, se divierte uno. Además de que cuando voy con mis amigos y mis amigas, pues, nos ponemos a platicar. Además de que me divierto, pues también gano un poco de dinero para mí. WENDY: ¿Qué haces con el dinero? JUDITH: Con el dinero que gano, pues compro mi ropa, mi comida, o lo que como. Es solamente eso, no compro otra cosa. JORGE: Y con Wendy, ¿qué cosa platicas con ella? JUDITH: ¡Ah, eso! A Wendy le pregunto muchas cosas, cómo se lleva con sus amigos, si tiene novio. WENDY: ¿Y cómo se realizó, dime de nuevo, cómo viste el concurso de Señorita Primavera? ¿Cómo empezó y cómo terminó? JUDITH: ¿Tengo que decir todo eso? Pues, cuando se realizó el concurso de Señorita Primavera, estaba yo estudiando en la secundaria. Me pareció bonito, porque fue la primera vez que se hizo un festival de ese tipo. Nunca antes lo habían hecho. Y pues me pareció muy bonito cómo lo organizó la maestra, cómo fue que lo ensayamos, cómo fue… pues aunque no nos salió muy bien, pero nos divertimos. Así, como decía la maestra, lo importante de todo eso es que nos divirtamos. Pues a mí me pareció bonito.